Lo que en un principio parecía una larga marcha de tanques de guerra conducidos por jóvenes conscriptos, casi un desfile militar, en realidad era una abusiva invasión del ejército de la Federación Rusa a la república de Ucrania; invasión que el Kremlin creía ganar en un dos por tres —especialmente por la diferencia tan apabullante del poderío militar entre ambas naciones, beneficiando al bando de Moscú—; después de cinco meses completos de guerra, cumplidos el sábado 24 del mes en curso, no se perfila un claro vencedor. Aunque usted no lo crea.
Es más, de acuerdo al Estado Mayor de Ucrania, tras los avances de los batallones rusos que en las últimas jornadas les permitieron apoderarse del control de prácticamente la totalidad de la región oriental del país, la situación en los frentes de guerra se ha estabilizado.
Serguei Shoigú, secretario de Defensa de la Federación Rusa, indirectamente ratificó esa evaluación, al limitarse a informar de movimientos aéreos y de ataques con misiles y fuego de artillería contra posiciones ucranianas sin mencionar avance alguno de sus fuerzas de tierra. Asimismo, el general Igor Konashenkov, en su conferencia de prensa diaria, dijo que fueron destruidos un total de nueve puestos de mando de las fuerzas ucranianas, así como siete depósitos de pertrechos y combustible en distintas regiones del país invadido.
De hecho, la razón que explica que el ejército ruso se haya detenido después de semanas de incesante avance es el arribo a Ucrania de los sistemas de misiles HIMARS, de gran precisión y con un alcance de 80 kilómetros, enviados por el Tío Sam, lo que ha permitido a las tropas de Ucrania golpear las líneas de suministro y los depósitos de pertrechos en la guardia operativa de Rusia.
Sobre el particular, Myjailo Podoliak, consejero de la presidencia de Ucrania explicó que el envío de los sistemas HIMARS cambió radicalmente el curso de las acciones militares, en las que hasta hace un par de meses la artillería rusa disparaba hasta 50 mil proyectiles diarios. El consejero Podoliak abundó: “Actualmente, después de que se comenzaron a emplear los HIMARS, que pueden destruir los centros logísticos y los depósitos de pertrechos, la cantidad de disparos diarios ha disminuido en cinco o seis veces”.
Días antes, el jueves 21 de julio, tres semanas después de hacerse con el control de casi toda la zona de Lugansk, las fuerzas rusas no lograron avances importantes en la vecina Donetsk, donde continuaron sus esfuerzos en dirección a Bajmut para tratar de tomar la ciudad y la CEN rural termoeléctrica de Vulhlehirska. Así, analistas estadounidenses del Instituto de Estudios de Guerra (ISW) han advertido de que la actual ofensiva podría reportarle a Rusia limitadas ganancias territoriales al noroeste de la estratégica carretera E40, en la región de Donetsk. En un informe diario, el propio ISW señaló que “en las últimas semanas las tropas rusas no han conseguido éxitos importantes en dirección a Sloviansk o a lo largo del saliente Siversks-Bajmut y continúan disminuyendo su potencial ofensivo en combates por pequeñas localidades relativamente poco importantes en la región de Doneskts”.
Cabe aclarar que la guerra en Ucrania no ha comprometido tropas de otros países como los que forman la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), por pruritos de las potencias occidentales que no es posible saber hasta cuándo se mantendrán al margen, es decir que impidan a sus soldados actuar directamente. Pero, no menos cierto es que casi todas las naciones atlantistas han apoyado a Kiev con material militar, incluyendo municiones de alto calibre. En ese sentido, en un video especial dirigido a la población ucraniana, el presidente Volodimir Zelenski aseguró que en los pasados cinco meses de actividad bélica, su país ha recibido un “apoyo tan grande del mundo democrático al que Rusia no puede contraponer nada”. Y agrego: “Llegará el día en que los misiles perderán todo sentido para los ocupantes. Ahora se consigue abatir parte de los cohetes. El objetivo es abatirlos todos”. En fin, el mandatario del país invadido aseguró que su gobierno hará “todo lo necesario para obtener sistemas de defensa antiaérea modernos y eficaces para proteger todo el territorio nacional”.
La invasión de Ucrania ya ha originado destrucción y muerte como para que los historiadores publiquen muchos libros de análisis, y también novelas que se conviertan en bestsellers como El expediente Odessa, que el exitoso autor inglés Frederick Forsyth dio a conocer en 1972, con la trama de un reportero alemán y Odessa, una organización nazi. La novela empieza el día que el presidente John F. Kennedy es asesinado.
De tal suerte, militares de la defensa rusos insistieron el domingo 24 de julio pasado en que un ataque aéreo en el puerto ucraniano de Odessa, en el Mar Negro, sólo afectó objetivos militares, aunque la operación puso a prueba un acuerdo para reanudar los envíos de granos que Kiev y Moscú firmaron 24 horas antes del bombardeo.
La operación militar utilizó misiles de largo alcance que hundieron un buque de guerra ucraniano atracado, así como almacén que resguardaba misiles anti barcos Harpoon proporcionados por Estados Unidos de Américo (EUA), informó el portavoz del Ministerio de Defensa, Igor Konashenkov. Por su parte, la noche del sábado 23 de julio, en su acostumbrado discurso por televisión, Volodimir Zelensky dijo que el ataque a Odessa “destruyó la posibilidad misma” de diálogo con Rusia. Y, el vocero de Relaciones Exteriores ucraniano, Olegario Nikolenko asentó que “La Federación Rusa tardó menos de 24 horas en lanzar un ataque con misiles contra el puerto de Odessa, rompiendo sus promesas ante la ONU y Turquía en virtud del acuerdo de Estambul. En caso de incumplimiento, Rusia asumirá toda la responsabilidad de una crisis alimentaria”.
No solo el portavoz de Exteriores ucranio se lanzó al ruedo, también lo hizo Andriy Yermak, jefe de la oficina presidencial, que en su cuenta de Twitter acusó que el ataque al puerto del Mar Negro —que tuvo lugar poco después de la aprobación del acuerdo de Estambul—, ilustraba “la dicotomía diplomática rusa”. En tanto la embajadora estadounidense en Kiev, Bridget A. Brink, calificó el ataque aéreo ruso a sobre Odessa como “indignante”. Por tanto, continuó la diplomática de EUA, “Rusia debe rendir cuentas”.
Y Antony Blinken, Secretario de Estado de EUA, denunció que el ataque origina serias dudas sobre la credibilidad del compromiso de Rusia con el acuerdo y socava el trabajo de Naciones Unidas, Turquía y Ucrania. El canciller de Joe Biden agregó que “Rusia tiene la responsabilidad de profundizar la crisis alimentaria mundial y debe detener su agresión e implementar el acuerdo que firmó”.
Rusia y Ucrania firmaron el viernes 22 de julio acuerdos idénticos con la ONU y Turquía en Estambul con el propósito de despejar el camino para el envío de millones de toneladas de cereales ucranianos que se necesitan urgentemente en varias partes del mundo, así como para la exportación de cereales y fertilizantes rusos. De tal suerte, importantes funcionarios de la ONU manifestaron su esperanza de que el acuerdo aludido pusiera fin a un enfrentamiento que lleva meses amenazando la seguridad alimentaria en el planeta.
De acuerdo al convenio de envío de granos que dio a conocer la agencia de noticias The Associated Press, tanto la capital rusa como la ucraniana acordaron no tomar como blanco ni los buques ni las instalaciones portuarias involucradas en la iniciativa, medida que incluye los puertos de Odessa, Chernomorsk y Yuzhny. Sin embargo, fuentes militares de la nación invadida informaron que el ataque se llevó a cabo con cuatro misiles de crucero, dos de los cuales fueron derribados por las defensas aéreas ucranias.
Al respecto, Natalia Humenyuk, portavoz del comando, dijo que ninguno de los almacenes de granos fueron destruidos. No obstante, el ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, declaró que había recibido informes de las autoridades de Ucrania de que un misil dio de lleno en un silo de granos mientras que otro cayó cerca, aunque ninguno de los dos afectó la carga en los muelles de Odessa. Pese a todo, no está claro si el ataque aéreo afectaría los planes para reanudar el envío de cereales ucranios por vía marítima en corredores seguros fuera de los puertos.
Al cumplirse 154 días de la guerra en Ucrania, Rusia lanzó ataques aéreos el martes 26 de julio sobre las regiones de Odessa y Mikolaiv, puertos del Mar Negro, que alcanzaron edificios civiles e infraestructura portuaria a lo largo de la costa sur del país, según informes del ejército ucraniano. En una publicación en Facebook, el Mando Operativo del Sur indicó que las fuerzas del Kremlin emplearon misiles aéreos en esta ofensiva.
En la zona de Odessa, varios edificios civiles de localidades costeras fueron alcanzadas y se quemaron, mientras en Mikolaiv los ataques se dirigieron contra infraestructuras portuarias, según reportes del ejército ucranio. Estos avances tuvieron lugar mientras el gobierno de Kiev se preparaba para una contraofensiva en el sur del país. Rusia ya había bombardeado Odessa durante el fin de semana. En tanto, en la zona oriental del país, en Donietsk, que desde hace varias semanas es el centro de los combates, los ataques aéreos continuaron a lo largo de la linea del frente. El gobernador de Donietsk, Pavlo Kyrylenko denunció a las tropas rusas de utilizar municiones de racimo (que tienen un contenedor que se abre en al aire y dispersa grandes cantidades de sub municiones explosivas o “bomberas sobre un área amplia), y repitió su llamamiento a la población civil para que abandone la zona. Además, las tropas rusas continúan lanzando ataques sobre infraestructura civil en Jarkov, la segunda ciudad de Ucrania y la región circundante. A cinco meses de haber comenzado la invasión, las estadísticas oficiales de Ucrania cuentan poco más de cinco mil civiles muertos por las bombas y misiles rusos,
Por otra parte, el Consejo Europeo aprobó prorrogar seis meses más las sanciones impuestas en 2014 contra Rusia y reforzadas por la ofensiva sobre Ucrania, mientras Gran Bretaña anunció nuevas sanciones contra miembros del Ministerio de Justicia, gobernadores y oligarcas rusos.
Mientras se suceden los ataques aéreos y otras maniobras ordenadas por el gobierno de Vladimir Putin en contra de Ucrania, Serguei Lavrov, ministro de Exteriores de Rusia, declaró, contundentemente, que el “objetivo final de Moscú en Kiev es derrocar al gobierno del presidente Volodimir Zelenski”. La declaración del brazo fuerte de Putin en el extranjero se da en medio de los esfuerzos de Ucrania por reanudar las exportaciones de granos desde sus puertos sobre el Mar Negro, lo que ayudaría a atenuar la escasez mundial de alimentos.
En declaraciones en una cumbre de la Liga Arabe, Lavrov dijo que Rusia está decidida a ayudar a los ucranianos a “liberarse del yugo de este régimen inaceptable”. Además, acusó al gobierno de Zelenski y a sus “aliados occidentales” de esparcir propaganda a fin de hacer que Ucrania “se convierta en el enemigo eterno de Rusia”… ”Los pueblos ruso y ucraniano podrían coexistir, y definitivamente ayudaremos al pueblo ucraniano a librarse de este régimen, que es totalmente antipopular y antihistórico (sic)”, expresó el jefe de la diplomacia rusa.
Todo indica que la guerra seguirá por mucho tiempo más. ¿Hasta cuándo? Nadie lo sabe. VALE.