Suele suceder, pero en la invasión de Rusia a Ucrania, cuando el conflicto se enfila a su octavo mes de lucha, no es nada fácil distinguir la realidad de la propaganda. Y no solo por parte de uno de los bandos. Mientras uno magnifica los datos bélicos a su favor, el otro hace exactamente lo contrario. Por lo mismo, todos los números y actos de guerra deben tomarse con cautela. Lo único que está totalmente claro es quien dispuso invadir a quién: el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Vladímirovich Putin (San Petersburgo, 7 de octubre de 1952), dio la orden. El “sueño” del mandatario ruso al disponer que sus tropas y sus tanques marcharan sobre el territorio y las ciudades de la vecina Ucrania, no contó con el valor y la determinación del mandatario y el pueblo ucraniano para defender la Patria. Volodimir Zelenski, el líder del pueblo invadido, a los seis meses de iniciada la guerra, recordó a sus electores que Rusia les había declarado la guerra el 24 de febrero último, “nos dijeron: no tienen ninguna posibilidad, pero ahora, el 24 de agosto, decimos: ¡Feliz Día de la Independencia, Ucrania!”. Aún con la anexión forzosa de territorios ucranianos a Rusia.
Al festejar sus fiestas patrias, Zelenski, el actor que se convirtió en presidente de su país al ganar en elecciones legítimas, saludó a su valiente nación y afirmó que Ucrania no piensa rendirse ni iniciará negociaciones bajo la coacción del país invasor, pese a la superioridad armamentista del enemigo. Sobre todo ahora que su pueblo había inspirado “al mundo entero” con su valor en la desigual guerra. Asimismo, en su discurso se dirigió en forma virtual al Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas: “El futuro del mundo se decide en Ucrania. Si Rusia gana el conflicto, arrastrará a la guerra a otros países. Nuestra independencia es su seguridad, la seguridad de todo el mundo”.
A lo largo del conflicto, tanto Kiev como el Kremlin se adjudicaron victorias en la ciudad portuaria de Jerson, finalmente recuperada por los ucranianos. El puerto es clave para el control del Río Dniéper que desemboca en el mar Negro. En un momento, los estrategas rusos afirmaban que la contraofensiva emprendida por el presidente Volomir Zelensky en la zona era un rotundo fracaso. Kiev, en cambio, aseguraba que la contraofensiva lanzada por el mandatario marchaba de acuerdo a lo previsto. Las informaciones contrarias sobre el curso de la contienda en Jersón muestra una guerra paralela, de “palabras”, en la que los dos bandos pretender dar la impresión de estar en el “lado correcto de la historia” y encaminados a la “gloria póstuma”
En el balance de guerra provisional, el 8 de septiembre pasado, Kiev reporta que el “enemigo” ha perdido 51,250 hombres, 2,112 tanques, 4,557 vehículos todo terreno, 1,226 sistemas de artillería, 305 lanzacohetes, 239 aviones, 210 helicópteros y 884 drones. Además, informa que destruyó o interceptó 2124 misiles de crucero, 15 buques de guerra, y 3,344 camiones cisterna y tanques de combustible.
Por su parte, en su reporte sobre “el avance” de la operación especial en Ucrania, el Ministerio de Defensa ruso informó que hasta el 3 de septiembre (un mes antes de redactar este reportaje), había destruido 286 aviones y 151 helicópteros, 1,867 drones, 372 sistemas de defensa antimisiles, 4,776 tanques y blindados, 824 vehículos equipados con lanzacohetes, 3,366 cañones de artillería y 5,250 unidades de equipo militar especial. Los informes suelen ir acompañados de publicaciones especiales en las que aparecen imágenes para divulgar el “músculo militar ruso” y la “generosidad” de sus tropas.
Mientras la guerra continúa, sine die (sin fecha), la ONU y varias organizaciones no gubernamentales continúan descubriendo crímenes de guerra rusos. La Comisión Investigadora de la organización internacional, asegura que estas atrocidades “no se habían visto en Europa desde hace décadas”, y comparó la brutalidad de los crímenes en Ucrania con los cometidos en conflictos como los de la antigua Yugoslavia, Ruanda y la República Democrática del Congo. Y pidió que se continúe trabajando para garantizar que, como en esas guerras, “no haya impunidad para los perpetradores”.
Asimismo, en las regiones ucranianas controladas por Moscú, iniciaron el viernes 23 de septiembre cuatro referendos de adhesión a Rusia, al tiempo que el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, amenazó con que si la consulta es positiva para la Federación Rusa, será considerada, para todos los efectos, territorios rusos y, por lo tanto, “de inmediato” se aplicará la Constitución. De tal suerte, los probables intentos de Ucrania por recuperarlos se considerarían ataques contra la Federación, lo que desde su punto de vista legitimaría cualquier respuesta, obvio, cualquier “acción armada”.
Las consultas, que iniciaron en las dos regiones Jersón y Zaporiyia —parcialmente controladas por tropas rusas—, y en las Repúblicas Populares de Donietsk y Lugansk —bajo el control de las autoridades impuestas por Moscú—, se desarrollarían hasta el martes 4 de octubre, preguntan a los residentes si quieren que las zonas formen parte de Rusia.
En este sentido, el presidente de Estados Unidos de América (EUA), Joe Biden advirtió el viernes 23 de septiembre a Rusia de que pagará costos “rápidos y severos” si utiliza “falsos” referendos para anexar territorios de Ucrania. En un comunicado, el jefe de la Casa Blanca aseguró: “Los referendos de Rusia son una farsa, un falso pretexto para intentar anexionarse partes de Ucrania por la fuerza, en flagrante violación del derecho internacional. Trabajaremos con nuestros aliados y socios para imponer costos económicos adicionales rápidos y severos a Rusia. EUA nunca reconocerá un territorio ucraniano como algo distinto de una parte de Ucrania”.
Así las cosas, en sesión extraordinaria, de trámite, los miembros de la Dumas (cámara baja de la Asamblea Federal rusa compuesta por 450 diputados elegidos para un periodo de cinco años, cuya sede está en el centro de Moscú, frente al Kremlin), ratificaron el lunes 3 del mes en curso, los tratados de adhesión de las cuatro provincias de Ucrania anteriormente señaladas. Un día antes, el domingo 2, en una sesión fuera de lo común, tras recibir los documentos correspondientes el sábado por la noche, la Corte Constitucional dictaminó que los tratados de adhesión no contradecían la Constitución vigente, adelantándose 48 horas a la ratificación por parte de las dos cámaras del Congreso, que teóricamente tienen facultades para realizar los cambios que se estimen convenientes.
De tal manera, sin ningún debate de por medio, y con la falta de 41 diputados (poco menos del 10 pro ciento del total de la Duma; algo extraño por la subordinación de la Cámara baja al Kremlin), la anexión de Zaporiyia recibió el voto de los diputados presentes (409), y la de Donietsk (413), Lugansk (412) y Jersón (411), incluyendo, respectivamente cuatro, tres y dos diputados que no tomaron parte en la votación. Como se ve, en Rusia, y en muchas otras partes del mundo en los Congresos suceden “cosas extrañas”.
En los documentos aprobados se pone un periodo de transición hasta la completa integración con Rusia “antes del 1 de junio de 2026”, y se calcula que dentro de los próximos doce meses “ya deben estar funcionando en las regiones todas las dependencias federales”. Además, en seis meses deberían crearse las oficinas de gobierno en todas las ciudades y los distritos municipales, así como se dispone anexar al ejército ruso los destacamentos armados creados por los separatistas. Sin embargo, no se fijaron los límites administrativos de las nuevas entidades hasta hace ocho años —2014–, o los que tuvieran hasta la fecha en que Vladimir Putin promulgue las leyes respectivas, después que la Cámara Alta —designada por el Kremlin—, ratificara el martes 4 los tratados de adhesión.
Pese a la decisión de Putin de adelantar la anexión de las entidades ucranias a la Federación Rusa, el ejército ucranio continúa infligiendo derrotas a las tropas invasoras. El importante centro ferroviario de Liman, al norte de Donetsk, fue completamente desalojado de tropas rusas. La ciudad fue rodeada en el pasado fin de semana y las tropas de Putin sufrieron grandes pérdidas de tropas y equipo militar mientras intentaban escapar rumbo al Este. La pérdida en Liman representa otro golpe a los planes del Kremlin de ocupar completamente la región de Donetsk después de ser derrotado el grupo de sus fuerzas al sur de Izium. La ciudad sirvió como base importante y céntrelo logístico para el intento de capturar los importantes centros urbanos de Sloviansk y Kramatorsk.
Tras su caída, las tropas ucranias siguieron avanzando hacia el Este para liberar la cercana provincia de Lugansk. Una importante ruta logística entre las ciudades de Kreminna y Svatove está ahora al alcance de la artillería ucrania. Por su parte, Jens Stoltenberg, secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), afirmó el domingo 2 de octubre que la victoria de Ucrania en Liman demostró el arrojo y la habilidad del país, demostrando que es capaz de repeler la invasión rusa.
Por su parte, el secretario general de la ONU, el diplomático, político, ingeniero físico y profesor portugués, Antonio Manuel Guterres de Oliveira, el fin de semana rechazó rotundamente los planes rusos de anexionarse los cuatro territorios ucranios ocupados, subrayando que esas maniobras “no deben aceptarse porque suponen una peligrosa escalada del conflicto”…”Cualquier decisión de proceder con la anexión de dichas regiones —Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia—, no tendá valor legal y merece ser condenada”, declaró a la prensa.
El dirigente internacional puso en claro que las anexiones de Vladimir Putin violan la Carta de Naciones Unidas y van en contra de “todo lo que la comunidad internacional debe defender”. “Es una peligrosa escalada. No tiene sitio en el mundo moderno. No debe aceptarse”, insistió el secretario general de la ONU, e hizo hincapié que la organización está “plenamente comprometida con la soberanía, la unidad, la independencia y la integridad territorial de Ucrania en sus fronteras reconocidas internacionalmente”.
Como secretario general de la ONU, dijo Guterres, su deber es “defender la Carta de Naciones Unidas”, y recordó que la Federación Rusa, como miembro permanente del Consejo de Seguridad, tiene una especial responsabilidad de respetar esos principios.
El hecho es que, mientras el conflicto bélico continúa, Rusia se apropia, ilegalmente, del 15% del territorio de Ucrania, aproximadamente l00,000 kilómetros cuadrados, una extensión similar al de países como Hungría y Portugal.
La sala —de San Jorge del Gran Palacio del Kremlin—, donde se firmaron los tratados de anexión, es simbólica, no solo por ser el lugar de las grandes ceremonias del Kremlin, sino porque allí el nuevo “zar de todas las Rusias”, ya firmó el 18 de marzo de 2014 el Tratado para la anexión a Rusia de las península ucraniana de Crimea y de la ciudad de Sebastopol. Más de ocho años después, se repite la historia —aunque muchos dicen que esto no sucede—, pero a diferencia de entonces, los referendos en Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia tuvieron lugar en plena guerra.
“Una mayoría aplastante de países, y se los garantizo, entiende perfectamente que nos asista la razón”, defendía el jefe de la diplomacia rusa en el pleno del Senado el martes 4, a pesar de que algunos aliados del Kremlin, como China, la India, Serbia o Kazajistán, ya han declarado no reconocer la nueva delimitación de fronteras propuestas por Rusia. “No todo el mundo tiene la valentía, e incluso la fuerza de hablar objetivamente y directamente de ello”, confesaba Lavrov “convencido de que la verdad prevalecerá”; el fiel colaborador de Putin, cree que es “absolutamente fundamental que Occidente reconozca la anexión”. Eso, difícilmente sucederá.
Y en el ambiente internacional circula, en forma nada discreta, la amenaza nuclear que Putin y algunos de sus compañeros de “aventuras”, tratan de mantener viva, no solo como amenaza, sino como algo más que trae inquieto a todo mundo… La intranquilidad mundial por la guerra de Ucrania seguirá por mucho tiempo más. VALE.