El fin de año y el comienzo de 2023 no pintan bonancibles para las relaciones diplomáticas entre Occidente y la Federación de Rusia, o lo que es lo mismo entre Estados Unidos de América (EUA) y sus socios, los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con el régimen que encabeza el presidente Vladimir Putin.

La más reciente declaración sobre este punto, fue hecha el jueves 1 de diciembre por el canciller ruso, Serguei Lavrov en una inopinada conferencia de prensa por Internet convocada por él mismo poco después de que el gobierno de Polonia —que tiene en sus manos la presidencia rotatoria de la Organización para la Seguridad y Cooperación Europea: OSCE— le impidió la llegada a la ciudad polaca de Lodz donde se desarrollaba una reunión del Consejo de Cancilleres de dicho organismo del que Moscú forma parte.

Lavrov afirmó: “Si algún día nuestros vecinos de Occidente y antiguos socios de repente se interesan en restablecen los trabajos conjuntos sobre la seguridad europea, no se podrá. Ya que restablecer significa volver a lo que se tenía antes. Y eso es imposible”. El canciller moscovita no desperdició la ocasión y repitió algunos de los argumentos que ha utilizado en su justificación de la invasión que libra Rusia en Ucrania desde hace nueve meses: que EUA y la OTAN “son parte de esa guerra no sólo por suministrar armamentos a Ucrania, sino por preparar a sus soldados en Gran Bretaña, Alemania, Italia y otros países”. Asimismo, que el Kremlin “ataca con misiles la infraestructura energética de Ucrania, debido a que ésta permite a los países occidentales atiborrar al régimen neonazi de Kiev de armamento que mata a rusos…Que la Federación Rusa lleva a cabo en Ucrania una operación militar para defender a sus intereses legítimos con base en el derecho internacional y no conforme a las reglas que los estadounidenses imponen a otros”.

En tono amenazante, el diplomático ruso agregó que Moscú pospuso las conversaciones sobre reducción de armamento nuclear esta semana debido a que “es imposible hablar de estabilidad estratégica en estos momentos”, y que la organización atlántica “retoma las prioridades de la guerra fría y quiere dejar a Rusia fuera de Europa” y que la OSCE “es ya una organización marginal” y su actual presidencia rotatoria, Polonia, está “cavando su tumba al fragmentar los espacios europeos”.

Siguiendo su tónica fuerte, Lavrov aseguró que si Washington y sus aliados de la OTAN  “reconocen sus errores y expresan el deseo de discutir los documentos propuestos en diciembre del año pasado (2021) sería muy positivo, pero dudo que lo hagan”. En su conferencia, el ministro de Relaciones Exteriores ruso no dejó títere con cabeza, hasta el jefe del Vaticano resultó acusado: “el Papa Francisco exhorta a iniciar negociaciones, pero hace declaraciones poco cristianas al decir que dos pueblos rusos (el checheno y el buriata) cometen atrocidades durante los combates y que Rusia espera que no vuelva a hacer eso tipo de acusaciones”.

Por otra parte, el viernes 2 de diciembre —el último mes del año comenzó en forma tonante—, desde Bruselas (Bélgica), la Unión Europea (UE), y el Grupo de los Siete (G7), más Australia, impusieron un precio máximo de 60 dólares por barril al crudo ruso, en el marco de las sanciones que Occidente ha impuesto a Moscú por la invasión ordenada por el presidente Vladimir Putin. Al acuerdo se sumó posteriormente EUA, Gran Bretaña, Japón y Canadá. La medida entraría en vigor inmediatamente —el lunes 5 de diciembre—, anexando un embargo de los 27 países del bloque europeo al petróleo ruso enviado por vía marítima y una veda para los seguros de esto suministros.

Según analistas rusos, de esta manera las naciones occidentales tratan de reducir los ingresos de Moscú —Rusia es el segundo exportador en el planeta de hidrocarburos—; gracias a sus envíos a naciones como China y la India, al tiempo que quieren evitar un alza de las cotizaciones  mundiales del crudo después de que entre en vigor el embargo.

Una vez que la UE superó las objeciones de Polonia y los países bálticos que exigían un límite más bajo, alrededor de 30 dólares, la comunidad europea alcanzó la negociación citada de 60 dólares y una maniobra correctora para permitir que esa cuota sea revisada permanentemente y se fije al menos 5% abajo del precio de mercado. “Este límite tiene tres objetivos: primero, fortalecer el efecto de nuestras sanciones. En segundo lugar, disminuirá aún más los ingresos de Rusia; y, en tercer lugar, estabilizará los mercados energéticos  mundiales”, según dijo Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.

Por su parte, Janet Yellen, secretaria del Tesoro de EUA, en un comunicado informó que este acuerdo ayudará a las naciones que tomen parte en el plan a lograr el propósito de reducir la “principal fuente de financiamiento de Putin para su guerra ilegal en Ucrania; al mismo tiempo, preservar la estabilidad de los suministros energéticos mundiales”.

Así las cosas, el sábado 3 de diciembre, la Federación Rusa se “negó a aceptar” la imposición de un precio máximo a su producción de crudo decidida por el bando occidental. Dmitri Peskov, portavoz de la presidencias rusa, dedclaró: “no aceptaremos ese tope”, y agregó que su gobierno “está analizando la medida”. Se estableció que el límite de la cotización entraría en vigor el lunes 5 de diciembre, junto con el embargo de la UE al petróleo ruso transportado por mar. En tanto, Mikhail Ulyanov, representante permanente de Rusia ante organismos internacionales en   Viena, la capital austriaca, advirtió que los gobiernos de la UE que aceptaron el tope lo lamentarán: “Desde este año, Europa vivirá sin petróleo ruso. Moscú ya dejó claro que no proveerá el recurso a los países que apoyen los límites de precios, que van en contra del mercado. Esperen, muy pronto la UE acusará a Rusia de usar el petróleo como un arma”. Y, la embajada rusa en Washington, insistió que el crudo de su país “seguirá teniendo demanda”, y criticó el límite fijado de 60 dólares por considerar que “cambia los principios básicos del funcionamiento de los mercados libres”. Además, una publicación de la misma embajada, aparecida en Telegram, adelantó que ceñir el valor del hidrocarburos originaría “un extenso aumento en la incertidumbre y mayores costos para las consumidores de materias primas”.

De tal forma, bajo los recientes acuerdos, la aseguradoras y otras firmas del ramo del transporte de petróleo sólo podrá negociar el crudo ruso si el precio está en 60 o menos dólares. La mayoría de las aseguradoras están situadas en la UE y Reino Unido, non podrían ser obligadas a que respeten ese límite. En estas circunstancias, el gobierno de Ucrania recomendó a la población a soportar los cortes de electricidad —no tienen más que aceptarlos—, con los que que deben lidiar tras los bombardeos rusos de las semanas recientes que dañaron gran parte de la infraestructura eléctrica.

Desde el punto de vista internacional, el viajero presidente francés (que acaba de reunirse en la Casa Blanca con el Presidente Joe Biden) Emmanuel Macron declaró que no había razón para entrar en pánico por los posibles cortes de de energía eléctrica estes invierno boreal, pero pidió a los habitantes ucranios utilizar menos energía eléctrica, y a la empresa estatal Renewables (EDF) reiniciar los reactores nucleares para evitar cortes en caso de frío.

Al entrar en vigor el tope impuesto por la UE y el G7 al petróleo ruso, la medida permite que el crudo de Rusia  se envíe a terceros países solo cuando se compre el cargamento a un precio igual o inferior al tope de 60 dólares por barril.

Sea como sea, había dudas sobre cómo afectarían lazos medidas a los precios de los mercados. El crudo estadunidense de referencia subió el lunes 5 de diciembre, 90 centavos y alcanzó 80.88 dólares por barril. Y, el vocero presidencial ruso, Peskov adelantó a la prensa que Moscú “prepara represalias” por estados medidas, sin mencionar cuáles son.

Para completar la serie de acontecimientos de la semana, Rusia acusó por la tarde del lunes 5 de diciembre, al gobierno de Kiev de lanzar el ataque más “profundo” en territorio ruso al atacar dos aeropuertos militares, uno de los cuales apenas a 240 kilómetros de Moscú, coincidiendo con la visita del presidente Putin al puente que une a la Federación con la anexionada península de Crimea, dañado hace dos meses por tropas ucranias. Los supuestos objetivos de Ucrania fueron la base aérea de Diaguilev, en la región de Riazan  y la de Federico Engels en la región de Saratov, a 700 kilómetros de la frontera oriental de Ucrania.

Los ataques fueron, según los canales rusos Astra y Baza, perpetrados por drones ucranianos de fabricación soviética (sic). Al parecer, varios drones incursionaron en el espacio aéreo ruso durante la noche para estallar en el lugar donde despegan los bombarderos que destruyen las ciudades ucranianas. Como anexo a esta información, un asesor del presidente Zelenski, de Ucrania, Mijailo Podoliak comentó en Twitter que Kiev está tras este ataque, y sarcásticamente dijo: “La Tierra es redonda: lo descubrió Galileo. La astronomía no se estudiaban en el Kremlin, dando preferencia a los astrónomos de la corte. De lo contrario, lo sabrían: si algo se lanza al espacio aéreo de otros países., tarde o temprano estos objetos voladores desconocidos regresarán al punto de partida”. Los rusos aceptaron que se trataba de un ataque ucraniano y que “tres militares rusos resultaron muertos”.

Nadie sabe en qué terminará la invasión. Hasta en una espantosa “tercera guerra mundial”. Que nadie desea, pero muchos propician. Para Ucrania, en tanto, la principal prueba es sobrevivir al frío. Zelenski pidió a sus paisanos, en su “mañanera diaria”, que aguanten el invierno, ya que “por duro que sea”, eso los acercará “a la victoria”. Ya se verá. Vale.