Cuando la invasión rusa en territorio ucraniano suma 376 días (lunes 6 de marzo del año en curso), los defensores y sus atacantes no cesan el intercambio de disparos y bombardeos lo que da pie para que los testimonios de ambos bandos coincidan en que los que corren son los peores días entre los contendientes. Sin embargo, unos y otros presumen sus baladronadas, y aunque los invasores continúan siendo la “gran potencia”, Kiev no abjura de su fuerza en comparación con el adversario, y los analistas junto con los líderes y medios ucranianos vislumbran que la resistencia se debilita. Pese a pronósticos desalentadores, el ejército comandado por el presidente Volodimir Zelenski no desiste en forzar el retiro de las tropas del Kremlin, a la espera de refuerzos de efectivos y equipo, pues, bien a bien, no tienen la menor idea de cuanto tiempo podrían resistir.
Entretanto, Zelenski —convertido en un paladín para el pueblo ucraniano—, trata de convencer a propios y extraños que su fortaleza, día a día, es más que suficiente para repeler a los invasores en Donbás y en la batalla por el control de Bajmut (en su punto máximo tras fuertes combates); sin embargo, grupos de ambos contendientes dudan sobre las estrategias emprendidas.
En una guerra tan sui generis, como sucede en Ucrania, la estrategia de uno y otro bando sufre cambios constantes. Por ejemplo, el comandante en jefe de las tropas ucranianas, Valery Zaluzhni, hace dos pocos días reconoció pocas oportunidades de retener su posición en Donbás, donde infligió graves pérdidas, al contrario, pero a último momento están más dedicados en repeler ataques que en lanzarlos. Antes de sufrir más pérdidas, sugirió una retirada táctica dado que sus tropas cuestionan por qué continúan ahí, ante las posibilidades de que Bajmut caerá a manos del régimen que los invadió, según afirman los datos de la agencia Ukrinform.
Vladimir Zelenski contradijo esa propuesta al recalcar que los suyos habían demostrado más fortaleza y cuentan con respaldo para continuar con la operación defensiva de acuerdo con una reunión con el Estado Mayor. Es más, agradeció L luto mando por continuar peleanos en esta fase tan conflictiva.
Todo esto confirma, según algunos medios, que la apuesta es desgastar a los batallones de Vladimir Putin, una vez que Inteligencia advirtiera que el rival todavía cuenta con armas y equipo para un trimestre por lo que prevén pasos significativos parka Kiev al final de inminente primavera.
Por otra parte, se reportaron más controversias en el campo. Mandos ucranios denunciaron poca ayuda, pues hay soldados que fueron enviados a la primera línea de fuego sin suministros, lo que reduce drásticamente sus posibilidades de sobre vivencia, según versiones difundidas por el periódico The Kiev Independent.
Estas diferencias no solo afectan a las milicias ucranias, pues Rusia sufre otro tanto con otros choques con el grupo Wagner, pues su cabecilla, Yevgeni Prigozhin, por segunda ocasión en un mes denunció que el Kremlin les dosifica las municiones.
El jefe de los mercenarios, acentuó las reclamaciones contra la cúpula militar rusa al afirmar que cada vez reciben menos avituallamientos, por lo que advirtió que sin estos rápidamente se derrumbaría el frente en Bajmut, lo que significa un fuerte aviso al Kremlin, pues la Secretaría de la Defensa no cumplió su promesa.
El mismo cabecilla mercenario denunció otra trastada de Putin al asegurar que a su representante en Moscú lo dejaron fuera del cuartel general, relegando a su grupo de la estrategia para tomar el control de Bajmut. Aún así, Rusia todavía disfruta de una superioridad numérica cuando se trata de armas y soldados en esa zona, que ha sido el foco de la ofensiva durante los últimos meses, ya que busca demostrar que aún puede obtener ganancias en Ucrania. Sin embargo, esto no significa que Rusia cambie el curso de la guerra ni dañe la moral de las tropas ucranianas.
De hecho, algunas de las unidades ucranianas han abandonado el municipio el pasado fin de semana. Aún así, los principales generales ucranianos, Valery Zaluzhny y Oleksandr Syrskyi manifestaron el lunes 6 de marzo que Bajmut debe seguir siendo defendida. “Nuestros soldados propinaron pérdidas significativas al enemigo, destruyeron una gran cantidad de equipo, forzaron a las mejores unidades de asalto de Wagner a la batalla y redujeron el potencial ofensivo del enemigo”, aseguró Syrskyi tras la visita a las tropas ucranianas en la ciudad sitiada.
Por ahora, Ucrania ha estado esperando las armas pesadas de Occidente. Su ministro de Defensa, Oleksiy Reznikov, afirma que su ejército sólo tiene el 20% de la cantidad de proyectiles de artillería que necesita. Lo que significa que gran parte de combates se produce en los niveles de infantería con pequeños grupos de soldados.
Mientras la guerra sigue su curso en el campo de batalla, en el mundo de la diplomacia los otros “enfrentamientos” no cesan. En los últimos días de febrero, por ejemplo, el presidente de EUA, Joe Biden aseguró que su país mantendrá, “sin flaquear” el apoyo a Ucrania, y negó que las potencias occidentales tengan planes de atacar Rusia. A su vez, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, calificó de “decepcionante e irresponsable” la decisión del Kremlin de suspender su participación en el START-III, medida que fue rechazada igualmente por la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea (UE).
Biden pulso en claro, en su sorpresiva visita a Kiev un poco antes del primer aniversario de la invasión rusa a Ucrania, que “EUA defenderá literalmente cada pulgada de la OTAN” y que los nueve países congregados en la alianza —Bulgaria, Eslovaquia, Estonia, República Checa y Rumanía—, son la “línea de frente de la defensa colectiva de la OTAN”. Sobre todo porque a nadie se le escapa que una posible victoria de Moscú en Ucrania podría decidir a Putin para extender sus tentáculos a los países que pertenecían a la antigua órbita soviética. Para Moscú, la adhesión de estos países a la OTAN siempre ha sido una traición por parte de Occidente que aprovechó la debilidad rusa tras el final de la Guerra Fría y la caída del comunismo. De tal suerte, el Instituto para el Estudio de la Guerra —de factura estadounidense—, ha alertado de que la alianza atlántica debe estar lista ante la posibilidad de que Moscú acabe controlando Bielorrusia, lo que haría más presión sobre el flanco oriental de la Alianza.
Por su parte, el noruego Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, declaró que “no podemos permitir que Rusia siga socavando la seguridad europea. Debemos romper la espiral de agresión rusa”. Para Stoltenberg los aliados deben garantizar que la historia “no se repita de nuevo” y ha recordado las operaciones militares emprendidas por Rusia en el pasado como la de Georgia en 2006 o la invasión de Crimea y el Donbás en 2014. Cuando se cumple el primer año de la invasión de Rusia a Ucrania, en muchas capitales europeas se preguntan si la respuesta de EUA y la UE no fue demasiado débil en esos momentos y esa tibieza acabó convenciendo a Putin de invadir a Ucrania.
Por los mismo días, Pekín rechazó, el lunes 27 de febrero pasado, las sanciones impuestas por EUA a empresas chinas debido a su supuesta vinculación con Rusia —algo que está en sospecha pero que no se puede negar absolutamente—, y acusó a Washington de “absoluta hipocresía”, pues hasta ahora el Tío Sam ha entregado ayuda militar a Kiev por más de 32 mil millones de dólares “prolongando así la lucha y haciendo que la paz sea difícil de alcanzar”.
La vocera de Relaciones Exteriores de la República China, Mao Ning, declaró que las medidas de EUA no se sustentan en el derecho internacional ni en el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU: “constituyen las típicas sanciones unilaterales y son perjudiciales para los intereses chinos” y alertó que si las sanciones no son revocadas habrá contramedidas. Asimismo, Ning indicó que su gobierno había presentado un documento la semana anterior en el que instó a Rusia y Ucrania a entablar negociaciones de paz; sin embargo, dijo “que EUA ha estado avivando la llama y alimentado la lucha con más armamento”. “Esto es hegemonismo absoluto, doble moral e hipocresía absoluta”. Con esto, la portavoz china quiso disipar las “dudas” que en días pasados “ha sembrado Washington sobre que Pekín va a suministrar armas as Moscú”. Posibilidad que está en el aire, y que el jefe de los servicios de Inteligencia de Ucrania, Kirilo Budanov puso en duda.
Este peligroso juego de ajedrez no terminaría en el jaque mate a la reina, sino en algo que podría afectar a todo el planeta. El posible ingreso de Ucrania en la OTAN es una línea roja absoluta para Moscú, que precisamente se valió de esa posible adhesión para “justificar” su invasión.
En reciente visita a Finlandia —cuyo ingreso a la alianza militar occidental también está en la mesa—, el dirigente de la OTAN afirmó que Ucrania se convertirá en integrante de esta organización, pero “a largo plazo”, en respuesta al pedido de adhesión de Kiev en plena invasión rusa.
“La cuestión ahora es garantizar que Ucrania siga siendo una nación independiente y soberana, y para eso tenemos que apoyarla”, argumentó el ex primer ministro noruego.
En un ambiente tan caldeado, que algunos analistas consideran que existe un riesgoso enfrentamiento entre Occidente y Oriente, la advertencia de la Casa Blanca a Pekín sobre el posible envío de armas a Rusia, presupone que Vladimir Putin tendría un grave problema no solo con EUA sino con otras naciones en todo el mundo. “Lo que puedo decir es que advertimos muy claramente a China sobre las implicaciones y las consecuencias de proceder con el suministro de tal apoyo letal”, recalcó Antony Blinken frente a los representantes de cinco países centroasiáticos: Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. O sea, algo más que “vientos de fronda”. Nada bueno. VALE.