“Dios los cría y ellos se juntan”, viejo dicho que se complementa con otro no menos longevo: “A Dios rogando y con el mazo dando”, proveniente de una corta frase atribuida a San Bernardo de Claraval, el famoso monje cisterciense francés: “Ora et labora” (Reza y trabaja”), frases hechas que resumió estratégicamente el gran corso Napoleón Bonaparte: “Nunca interrumpas a un enemigo que está cometiendo un error”. Aunque parezcan dispares, estas frases embonan en la delicada y peligrosa invasión rusa en la débil Ucrania, que recién cumplió un año de mortíferos combates. Al iniciar la “operación militar rusa”, así bautizada por el propio comandante de la operación, el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, éste creyó que el conflicto terminaría en cuestión de semanas. Error garrafal, el asunto se complicó y todo indica que el final no está a la vuelta de la esquina. Los implicados juegan con fuego.
Ahí es donde aparece el presidente de China, Xi Jinping, que el lunes 20 inició una visita que duraría tres días, en Moscú, llamada “un viaje por la paz”. La primera cumbre de ambos mandatarios desde que estalló la guerra en Ucrania: se entreabre la posibilidad a “una paz duradera”, con el inconveniente que en la reunión no interviene el presidente de la nación invadida: Volodimir Zelenski. Además, el dirigente chino apoya a su homólogo ruso mientras, días pasados, la Corte Penal Internacional de La Haya, emitió una orden de captura contra Putin por crímenes de guerra en Ucrania. Por lo menos, 16,200 niños ucranianos han sido deportados a territorio ruso por órdenes directas del mandatario ruso.
Hasta el momento, están documentalmente confirmados esas víctimas que Ucrania califica de una estrategia deliberada destinada a robar el país de su futuro. Varias fuentes aseguran que el número real de infantes deportados es mayor y seguramente sean cientos de miles de niños, de acuerdo a lo dicho por Daría Gerasymchuk, la defensora de los derechos de niños ucranianos.
Al respecto, la defensora explica: “Los rusos tienen al menos cinco escenarios de secuestros de niños. El primero es cuando matan a los padres y luego secuestran al niño. El segundo, cuando los invasores separan a los infantes de sus padres durante el llamado “filtrado”. De acuerdo a Daría, los hombres de Putin también se llevan a esas criaturas directamente del seno familiar, privando a los “padres inconvenientes” de sus derechos de paternidad. Retiran a miles de niños de los orfanatos o internados y no permiten que la parte ucraniana retenga a los niños.
Un reciente informe de la ONG internacional Human Right Watch califica las acciones de Moscú como crimen de guerra. A su vez, el parlamento ruso cambió las leyes en mayo de 2022 para permitir que las autoridades otorguen la nacionalidad rusa a niños ucranianos, facilitando su tutela y adopción por parte de familias en Rusia, aunque en muchos casos tienen familiares e incluso padres en Ucrania. Así, infinidad de infantes ucranianos han sido “adoptados” mientras que las normas internacionales prohíben la adopción durante conflictos armados.
De tal suerte, desde el lunes 21 del mes en curso, Xi Jinping protagoniza su novena gira en Rusia, como líder de la segunda potencia mundial, pero es la primera visita desde que Vladimir Putin ordenó la invasión a Ucrania. Como bocadillo de recibimiento de ambos mandatarios, Xi y Vladimir intercambiaron almibarados conceptos publicando artículos en sus respectivos periódicos oficiales. Por ejemplo, Putin hizo lo propio en el cotidiano People’s Daily, describiendo a Jinping como su “buen viejo amigo”, mientras que Xi, usó el Rossiyskaya Gazeta, para definir su paso por Moscú como un “viaje de amistad, cooperación y paz”, a la vez que criticó los “·perjudiciales años de hegemonía, dominación y acoso”, en clara referencia a Occidente. Y Putin escribió: “ la estrategia estadounidense de doble contención de Rusia y China, en. Un intento de contener a cualquier país que no se someta a los dictados de la Casa Blanca, se están volviendo más rampantes”.
En lenguaje llano, la gira de Jinping en la capital rusa tiene el propósito claro de romper el aislamiento tradicional chino para asumirse como la “estrella mundial de la política exterior”. El mejor momento para hacerlo sin duda es la peor crisis bélica desde el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945: la invasión rusa a Ucrania. Por tal motivo, está visita de Xi a Moscú es de gran importancia. Podría ser una excelente jugada de ajedrez hacia la paz en aquella parte del mundo, siempre y cuando Putin acepte sentarse a la mesa de negociaciones con Volodimir Zelensky. O, al contrario, que la lucha armada continúe, si el mandarín chino es convencido por el ruso para que le proporcione armas para ganar la guerra, y romper así la hegemonía del Tío Sam, propósito que interesa tanto a Moscú como a Pekín.
Por el momento, Putin aseguró después de su primer encuentro, que ésta visita era una excelente oportunidad para profundizar su “amistad sin límites”. El presidente chino, que acaba de acaba de iniciar su tercer mandato, considera a Rusia como una fuente de petróleo y gas para su economía hambrienta de energía, y como un socio para hacer frente a lo que ambos ven como el dominio estadounidense de los asuntos globales. Así, Putin felicitó a su visitante por su reelección y expresó su esperanza de construir lazos aún más fuertes entre ambos países. Agradeció las propuestas chinas para un acuerdo político en Ucrania y ratificó que Rusia está abierta al diálogo.
El martes 21 de marzo, segundo día de la gira de Jinping en Moscú, que de acuerdo con el programa oficial los dos mandatarios tratarían los puntos más relevantes del encuentro, se refrendó el propósito compartido de señalar al enemigo común: Estados Unidos de América, ante el cual presentan un sólido frente asumiéndose como los ejes “de un mundo multipolar, ajenos a presiones externas” y comprometiéndose a impulsar la cooperación económica en sectores claves hasta el año 2030.
La reunión de ese día, en uno de los hermosos salones del Kremlin, duró más de tres horas. Todo indica que Putin aprobó el plan de paz propuesto por el visitante chino, para terminar con la guerra (invasión rusa) que ya suma 391 días. Pero, falta un punto básico: que el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski se comprometiera, pero aún no hay nada concreto.
La iniciativa china es lo suficientemente vaga para satisfacer al Kremlin. Aunque defiende la integridad territorial de los países comprometidos, no alude, de ninguna manera, a la retirada de las tropas invasoras rusas, ni a la retirada de las tropas invasoras, tampoco condena la anexión rusa de cuatro regiones ucranianas, que tuvo lugar mediante bombardeos contra objetivos militares y civiles, causando miles de muertos.
En fin, el verdadero reto de la reunión, según Rusia, no está en lo que negocien Moscú y Pekín, sino que Ucrania y Occidente se abran, al, acusar que son estos los que se niegan a retomar el diálogo para una solución constructiva. De inmediato, Zelenski y la OTAN alegaron que no hay avances, pues sólo se podría evaluar la situación hasta que China y Ucrania sostengan conversaciones frente a frente.
Entretanto, la guerra está inconclusa en el corazón de Europa, erosionando la seguridad global. Todo está en suspenso. VALE.