Desde la década de los años 70 del siglo pasado, el gobierno de Estados Unidos de América en más de setenta ocasiones ha tenido que hacer circo, maroma y teatro para llegar a un acuerdo, con los parlamentarios de la Cámara de Representantes, para evitar que la considerada la mayor economía de la Tierra llegue al incumplimiento de pagos, con las obvias repercusiones a nivel global. Algo inusitado, pero un día podría suceder. En tanto, el lunes 5 del mes en curso, mediante un comunicado por correo electrónico, el portavoz del Departamento del Tesoro, Christopher Hayden aseguró: “Ahora que el Congreso ha actuado para suspender el límite de deuda, el Tesoro tiene las herramientas necesarias para garantizar que EUA sigue cumpliendo con todas sus obligaciones”.
A su vez, Janet Louise Yellen, la 78a. Secretaria del Tesoro estadounidense, días antes había advertido al Congreso que sin un aumento del techo de la deuda la cartera no podría realizar pagos y transferencias estimados en 92 mil millones de dólares a los fondos fiduciarios del Seguro Social y Medicare.
La fecha fatal estaba marcada para el lunes 5 de junio. Ese día, la Unión Americana caería en un impago de sus obligaciones financieras. De hecho, el peor escenario se esquivó el sábado 3, contra reloj, después de que el presidente Joseph Robinette Biden Jr., al que todo mundo conoce como Joe Biden —el cuadragésimo sexto presidente de EUA—, sancionó la legislación sobre el techo de deuda, tras una votación en la Cámara de Senadores que dió por sellado el acuerdo entre republicanos y demócratas. El octogenario mandatario —que ya anunció el propósito de reelegirse el próximo año—, de inmediato celebró el éxito de sus gestiones y aseguró que “nadie logra todo lo que desea en una negociación, pero no nos equivoquemos, este acuerdo bipartidista es una gran victoria para nuestra economía”.
El ansiado acuerdo para elevar el techo de la deuda, fijada en 31.4 billones de dólares, cancela el estancamiento en las negociaciones que duraron varios meses y que electrizó los mercados internacionales conforme se acercaba la fecha límite, por las repercusiones que genera la economía del Tío Sam sobre el resto del planeta, y sobremanera a México, debido a la estrecha relación comercial entre ambos países; el 80 por ciento de las exportaciones mexicanas se dirigen al norte de la frontera. Presuma lo que presuma el parlanchín Andrés Manuel López Obrador.
Tal y como los medios han informado desde hace varios meses, las negociaciones no fueron nada fáciles. El entendimiento tuvo lugar una vez que el mandatario demócrata dialogó —la noche del sábado 27 de mayo—, poco más de una hora y media con el líder republicano de la Cámara baja, el californiano Kevin Owen McCarthy (cuyo liderazgo es disputado por algunos de sus compañeros de partido), así como con los líderes demócratas en ambas cámaras del Congreso. Fue entonces cuando Biden explicó que el borrador del proyecto de ley para elevar el techo de la deuda era “un compromiso”. No obstante, subrayó, el acuerdo “previene lo que podría haber sido un impago catastrófico y podría haber llevado a una recesión económica”.
En la cámara alta, la votación terminó en la madrugada del jueves 1 de junio, con 63 votos a favor contra 36. Sólo eran necesarios 60 votos para ser aprobada. De los senadores que rechazaron la legislación, cinco son liberales. Por lo menos cuatro son demócratas puros, entre los que se cuentan los influyentes Elizabeth Ann Warren, originaria de Oklahoma City, y John Karl Fetterman, nativo de Pensilvania. Otro más, fue el ex precandidato presidencial, Bernard (Bernie) Sanders, senador por Vermont, aunque es originario de Nueva York, que se autodefine como independiente, y sin duda la voz más crítica a todo el proyecto
El académico Chris Howard, profesor de Gobierno y Políticas Públicas en la William & Mary University de Williamsburg, Virginia, EUA, explica en un análisis titulado Una crisis fabricada con fines políticos, por qué tardaron tanto los republicanos en aceptar el acuerdo: “A la mayoría de los republicanos en el Congreso no les importaba realmente la deuda nacional. Los legisladores que se oponían a elevar el límite de deuda eran los mismos que aceptaron elevarlo hace unos años, cuando Donald Trump era presidente. Lo que realmente querían hacer es dejar mal a Joe Biden ideando una crisis y luego culpar al presidente por ello”.
A la pregunta de si la crisis se ha debido a una consecuencia de la polarización que reina en el Congreso, Howard dice: “En las últimas tres décadas, el Partido Republicano se ha ido desplazando hacia la derecha. Trump aceleró ese cambio, pero él no lo inició. No llamaría radical al partido republicano en este momento, pero la base de Trump en el Congreso y el público en general son inusualmente tolerantes con los líderes y la retórica autoritarios. Un número cada vez mayor de republicanos se percata de que el ex presidente Trump es un lastre para el partido y que no basta con denunciar las políticas e ideas del Partido Demócrata”.
En fin, el catedrático define este proceso parlamentario: “Los legisladores actuales están más polarizados de lo que lo han estado en muchas décadas. La forma correcta de considerar esta tendencia es la “polarización asimétrica”, porque los republicanos se han desplazado mucho más a la derecha que los demócratas a la izquierda. Entre los estadounidenses, ha crecido la polarización afectiva, es decir, la sensación de que no te gusten las personas del otro partido o de que no confías en ellas. Sin embargo, los estadounidenses siguen estando de acuerdo en muchas políticas públicas”.
Por otra parte, Claudio Loser, economista que dirigió el Departamento para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), asegura al periódico español La Razón que el acuerdo “no es el mejor que pudo conseguirse, pero logra representar las posiciones de cada lado”. Es más, dijo, la reacción positiva de los mercados del sábado 3 de junio, no es coyuntural, sino que su efecto “tendrá un impacto a largo plazo” si los políticos logran aprovecharlo. Pocas horas más tarde de que el Senado diera luz verde al citado acuerdo, se supo que EUA logró en el quinto mes del año crear 339,000 empleos netos, 86,000 más que en abril, según las cifras del Departamento del Trabajo. Esta noticia, de acuerdo al economista, “es una muestra de que Biden recibe la campaña de 2024 como un ejecutor capaz de lograr consensos”.
El techo de la deuda, que actualmente es de 31,4 billones de dólares es la cantidad máxima, establecida por el Congreso, que el Gobierno federal puede pedir prestada para financiar las obligaciones que los legisladores y los presidentes ya han aprobado, pues la administración registra déficits presupuestarios y los ingresos que recauda no son suficientes. Este juego político se creó hace más de una centuria y se ha modificado más de cien veces desde la Segunda Guerra Mundial. Ahora, la legislación aprobada generaría un ahorro de 1,5 billones de dólares durante una década, según informó la Oficina de Presupuesto del Congreso.
Ninguno ganó todo lo que quería, pero, por lo menos los demócratas mantuvieron vivo un plan para perdonar 400 mil millones de dólares de deuda estudiantil, y fondos para apoyo educativo a estudiantes de bajos ingresos e investigación contra el cáncer. Y, sobre todo, se evitó un “incumplimiento histórico de EUA”. Biden es político con suerte, hasta en sus caídas. VALE.

