LUIS ECHEVERRÍA ÁLVAREZ. Con ansiedad he esperado este momento. Finalmente has muerto. Bienvenido a la región de los recuerdos, en donde estamos quienes te antecedimos en la vida, en el poder y en la desvergüenza.
ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR. ¡Es verdad! ¡No es posible! Ya no tengo vida. Falté a la mañanera del día de hoy. No creí que el vagido que me dio significara morirme; y que eso me sucediera precisamente hoy, cuando iba a atacar, de nueva cuenta, a los ministros de la Corte, a los periodistas y a los aspiracionistas. ¡Qué contrariedad! No lo puedo creer y, mucho menos, admitir. Tengo que hacer algo. ¿Quien eres? ¿Nos conocemos?
LEA. Soy tu modelo, guía y antecesor. Soy Luis Echeverría. Te doy la bienvenida. La muerte, a la vez que nos ha unido, finalmente puso fin a tu labor destructiva de México y de tu propio mito.
AMLO. No es posible. Precisamente ahora que tenía preparados cincos discursos para otras tantas magnas concentraciones de mis partidarios me vino a pasar este imprevisto. Mi querido Luis, no habrá modo de que, con tus influencias, se me permita volver a la vida, una sola vez, aunque sólo sea por el tiempo que dura una mañanera. Tengo entendido que en el pasado los Dioses lo han permitido; estoy enterado de que han hecho salvedades.
LEA. Pides algo imposible. No hay vuelta atrás. Con el clásico: Lo inevitable, deséalo.
AMLO. Te recuerdo que Dionisos, Adonis o Tammuz, Orfeo, Heracles, Teseo, Hipólito y otros más murieron, volvieron a la vida y gozaron de cabal salud durante mucho tiempo.
LEA. Te digo que eso no es posible. Volver a la vida sólo estuvo permitido a los semidioses y tú, aunque no lo creas, no lo eres.
AMLO. Luis te equivocas. Mis seguidores me consideraron un semi dios; fui su redentor, ejemplo y guía
No requiero de mucho tiempo. Pretendo volver a la vida únicamente dos o tres horas. En ese lapso destaparé mi corcholata, la que va a ser mi sucesora, pongo al candidato que va a gobernar a la Ciudad de México; acabo con la Corte y hundo a Ricardo Monreal. No es mucho pedir. Los Dioses permitieron que Protesilao, Alcestes y otros, que no fueron semidioses, y sí mortales comunes y corrientes, volvieran a la vida por unas horas.
LEA. Resígnate a esta nueva forma de no existencia.
AMLO. Me niego. Tiene que haber alguna otra solución. No me resigno. Estoy acostumbrado a pelear y vencer la adversidad. Mi perseverancia me permitió no caer en prisión, a pesar de los delitos en que incurrí; llegar a ser jefe de gobierno del Distrito Federal, no obstante que estaba impedido para serlo; de que me creyeron, a pesar de que mentía a diario. ¡Tiene que haber una solución! ¡La encontraré! … Mi querido Luis, dime: ¿quién administra este negocio de la No Existencia? ¿Dónde lo puede ver? Ya tengo la solución: si me permite volver a la Tierra voy a decretar una pensión universal para todos los muertos; será pagadera cada dos meses y no sólo a principio de noviembre.
LEA. Resígnate. Eres un recuerdo; en tu caso: un mal recuerdo; no eres nada. La muerte es la negación de toda existencia. Con el tiempo ni aún tu recuerdo quedará; se diluirá lentamente hasta desaparecer. El recuerdo más duradero es el que se reconoce a los grandes hombres, pero aún ese desaparecerá.
AMLO. Y ¿el Cielo y el Infierno no existen? Yo esperaba recibir mi corona y gozar de una existencia eterna, como alma redimida; suponía que en este estado debería estar cantando alabanzas a nuestro Dios por toda la eternidad. Para asegurar mi entrada al Cielo traigo conmigo, como amuleto, la imagen de San Judas Iscariote.
LEA. Nada de eso existe. Todo se acaba con la muerte. Únicamente queda el recuerdo. Hablemos y gocemos esta clase de existencia.
AMLO. ¿Qué quieres decir? ¿No hay una vida eterna? ¿No hay un Cielo como lugar en el que las almas redimidas como yo, pasaremos la eternidad? ¿No tiene existencia el Infierno, como sitio de tormento, en el que pasarán buen tiempo el Innombrable, Vicente Fox, Martha Sahagún, Enrique Peña Nieto, Marcelo Ebrard, Norma Leticia Piña, Lorenzo Córdoba, Germán Martínez, Ricardo Monreal, Claudio X González, Lilly Téllez y otros de idéntica calaña?
LEA. La existencia en otra vida, con premios o castigos, fue un concepto que idearon los griegos y que conocieron y copiaron los judíos a raíz de las conquistas de Alejandro Magno. En el Antiguo Testamento las referencias a una vida después de la muerte son conceptos tardíos; la idea apareció, de manera incipiente, en los textos de los profetas menores; cuando ellos tuvieron conocimiento del pensamiento griego. También aparece en el libro de Daniel, en un agregado muy posterior a su supuesto autor.
AMLO. ¿Estas bromeando?
LEA. El recuerdo, que es pasajero y endeble, es lo único cierto. Hablemos mientras tanto nuestro recuerdo exista y no se desvanezca.
AMLO. ¡Tanto sacrificio de los mortales para nada! Sin saber que había muerto, al llegar a este lugar, alguien se me acercó y me ofreció volverme a la vida y venderme el Istmo de Tehuantepec. Le dije que lo único que traía conmino era doscientos pesos. Prometí dárselos como un anticipo. Aceptó.
LEA. Te robó mi querido amigo. Ya sé de quién se trata; es el recuerdo de tu pariente: Antonio López de Santa Anna. A mi me ofreció en venta la Península de Baja California.
AMLO. Yo no sabía que estaba muerto. Cuando quise entregarle los doscientos pesos busqué mi billete, no lo encontré; tampoco tenía manos ni bolsillo para guardarlo. A mi pariente Antonio López de Santa Ana, como a los mexicanos, también me lo jodí: le vendí diez boletos para la rifa del avión presidencial. El pobre no sabía que era un avión. Me entendió cuando le dije que era una especie de globo, pero más grande.
LEA. Eso no es posible. Los dos no tienen manera de pagar ni de cobrar. Además, bien sabes que el avión ya lo mal vendiste.
AMLO. No lo niego. Lo importante es hacer negocio. Ya habrá modo de cobrar y pagar. Luis: tengo que encontrar una forma para regresar a la vida e imponer a mi sucesora. Ayúdame. No me daré por mal servido. Aconséjame ¿qué hago, mi querido amigo, modelo y mentor?
LEA. Te digo que lo olvides. ¿Por qué, mientras te resignas, platicamos de nuestro actuar político?
AMLO. No me distraigas. Estoy buscando una solución. Recurriré a mi pariente Antonio López de Santa Anna en busca de consejo. Él, que volvió muchas veces a la presidencia de la República, con toda seguridad debe de tener un truco para que yo regrese al mundo de los “vivos”, a los que pertenezco. Juro que sólo será por unas cuantas horas.
LEA. Te va a volver robar. Nadie ha vuelto a la vida. Dudo que después de tantas promesas que hiciste y que no cumpliste, haya alguien que te crea. Recuerda: en 2006 dijiste: si pierdo esta elección no cuenten conmigo. Prometiste muchas cosas. Eres un fementido. No cumpliste ninguna de ellas. Al ejército no lo regresaste a sus cuarteles; no acabaste con la corrupción y la inseguridad; no respetaste la independencia judicial, a pesar de que lo prometiste; siguió el nepotismo; no acabaste con el crimen organizado y la insalubridad; te faltó meter a la cárcel a los corruptos. Aquí nadie va a creer en tus ofrecimientos. Agotaste en la Tierra el poco crédito de que como simple mortal gozabas. Si vuelves a la vida, te las vas a ingeniar para no regresar.
AMLO. Veo que, a pesar de haber muerto viejo, estabas enterado de todo. Fingiste locura para no ir a la cárcel por los muchos delitos que cometiste.
LEA. No quiero recordar esa parte de mi vida.