Lo más seguro es que Robert Hunter Biden, de 53 años de edad, y Nicolás Petro Burgos, de 34 años, sean amigos y a lo mejor jamás sus destinos se crucen, pero ambos tienen algunas características que los identifican de cierta manera. Parece mentira, pero el estadounidense y el colombiano son los primogénitos de los primeros matrimonios de dos presidentes en funciones. El primero, es descendiente de Joseph (Joe) Robinette Jr., el 46º presidente de Estados Unidos de América; y, el segundo, es el hijo mayor del primer mandatario de izquierda de la República de Colombia, Gustavo Francisco Petro Urrego, que en días más juveniles fue guerrillero. A los 17 años se unió al Movimiento 19 de Abril, mejor conocido por el acrónimo M-19, y su alias guerrillero fue Aureliano, copiado del nombre del coronel Aureliano Buendía, personaje central de la novela de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.

Resulta que en días recientes Biden Jr., y Nicolás han sido el centro de la prensa internacional y no porque los hijos de tan célebres personajes hayan realizado acciones acordes al puesto de sus padres. Todo lo contrario. Hunter Biden y Petro Burgos han ocupado mucho espacio y tiempo en todos los medios de comunicación, tanto en sus países de origen como en el extranjero. En las secciones judiciales. Uno por delitos fiscales y posesión ilegal de armas de fuego —aparte de contar con un largo expediente de negocios sospechosos en el extranjero, cuando su padre era Vicepresidente en el gobierno de Barack Obama—: y el otro acusado, por su propia ex esposa, de recibir cantidades millonarias de dinero de narcotraficantes supuestamente para la campaña presidencial de su padre, mismas que nunca entregó, para comprar mansiones de lujo y darse “una vida de gran placer”. El caso del heredero colombiano está mezclado con un affaire amoroso, con “la mejor amiga de su esposa”, de la que se divorció, y ahora está embarazada. Historia de muchas páginas y  fotografías de la revista española ¡Hola!

El escándalo mediático que los dos casos han suscitado son de pronóstico reservado. Con repercusiones políticas para las carreras de sus respectivos padres. Las “omisiones” fiscales de Robert pueden afectar la reelección de su padre en la Unión Americana. Y las pillerías y frivolidades de Nicolás sin duda serán aprovechadas por los enemigos del mandatario colombiano que, además, tiene serios problemas en el Congreso de Colombia y el escenario político nacional.

Por decisión de una jueza, el futuro legal de Hunter Biden, por el momento está en el limbo. La decisión de su caso se pospone sine die. En su momento será noticia. Ya se verá. Y la suerte de Nicolás Petro es un gran espectáculo mediático. No es para menos. La aprehensión de uno de los seis hijos del presidente Petro Urrego desencadenó una tormenta política que sin duda se alargará hasta las elecciones locales que se llevarán a cabo exactamente en tres meses. ¿Qué les sucede a los hijos presidenciales? Yo si hago caso de aquello que dice “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”, aunque sean de “cuarta transformación”, no sea que una dama de “buen decir” me reclame en público ¿de qué se mantienen tus hijos? Y no lo pueda explicar. Se dan casos y cosas.

Mientras tanto, un juzgado de Bogotá formalizó el domingo 30 de julio la captura de Nicolás Petro Burgos, el hijo mayor del presidente Petro, y de la ex esposa del junior, Daysuris (conocida popularmente como Day) del Carmen Vázquez Castro, por el posible delito de lavado de activos. La detención se hizo el sábado 29 de julio en sus respectivos domicilios en Barranquilla y fueron trasladados a Bogotá. El lunes 1 de agosto se celebró la audiencia de imputación. De hecho, este escándalo se cocinaba desde el mes de marzo último, cuando la revista Semana publicó una entrevista a Day Vázquez en la que denunció que durante la campaña presidencial del padre de Nicolás en 2022, él recibió millones de pesos colombianos de empresarios, narcotraficantes y paramilitares.

Como dice Leonardo Núñez González en su columna El Espejo, titulada “Padre presidente, hijo rico”: “El escándalo pone en aprietos a Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda de Colombia, y cimbra su discurso anticorrupción. Si bien no parece haber un vínculo directo entre el dinero ilegal recibido y la campaña presidencial —de acuerdo con la denuncia, Nicolás Petro recibía y se quedaba para sí mismo los recursos y regalos como vehículos—,  el mero hecho de que esto sucediera en el círculo familiar del presidente dinamita la confianza en un gobierno que, al punto de cumplir un año, enfrenta dificultades para lograr avanzar su agenda”.

Al conocer la noticia, el mandatario colombiano manifestó: “Como persona y padre me duele mucho tanta autodestrucción y el que uno de mis hijos pase por la cárcel; como presidente aseguró que la Fiscalía tenga todas las garantías de mi parte para proceder de acuerdo a la ley”. Gustavo Petro aseguró que no intervendrá ni presionará las decisiones de la Fiscalía para beneficiar a su hijo, que por cierto no pudo atender siendo niño porque en esos momentos estaba en sus actividades guerrilleras. Quizás por eso, agregó en sus redes sociales: “Que estos sucesos forjen su carácter y pueda reflexionar sobre sus propios errores”. Nicolás Petro es diputado en la Asamblea del Atlántico y ha estado bajo investigación desde la publicación de la entrevista a Day en Semana.

El fiscal Mario Andrés Burgos, encargado de la investigación,  declaró que Petro no podría justificar gastos de hasta 1,600 millones de pesos (aproximadamente 400,000 dólares) en 2022. Los únicos ingresos registrados son los de su sueldo como diputado en la Asamblea Departamental del Atlántico que le aporta 200 millones en todo el año (unos 56,000 dólares). No ha declarado préstamos, viáticos o actividades financieras que expliquen la diferencia. “Para justificar los gastos que usted realizaba tenía que ganarse 200 millones de pesos por mes. Creo que todos nos haríamos elegir como diputados. ¿200 millones de pesos mensuales? ¡Por favor!!, remarcó Burgos.

Los gastos mencionados, continúa Burgos, incluye la compra de dos casas y de productos de lujo como Salvatore Ferragamo y Carolina Herrera. “No queda duda de que usted está inmerso en una conducta de enriquecimiento ilícito de servidor público. Se estaba comportando como de clase media arribista (aspiracional, cómo me recuerda esa palabrita, BGS)”, acusó el fiscal. Según él, las pruebas son tan contundentes que no hay manera de ignorarlas.

Triste historia. Pero así es la vida. Los padres no pueden ignorar a los hijos, y éstos no pueden hacer lo propio con sus progenitores. No se puede ocultar lo innegable. Gustavo Petro cumple el 7 de agosto un año en el poder. Muchos meses han sido convulsos, en los que no han faltado los escándalos, desde un supuesto abuso de poder que le costó el cargo a Laura Sarabia, jefa de Gabinete, y a Armando Benedetti, embajador en Venezuela, hasta una reestructuración de su gobierno por el estancamiento en el Congreso de sus principales reformas sociales.  Y por si algo faltara, no cuenta con mayoría legislativa para lograr la aprobación de sus reformas en el Congreso.

En fin, como dice el ex presidente de Colombia, Alvaro Uribe: “Mis padres me enseñaron a jamás alegrarme del dolor o del mal del prójimo”. Allá, acá y acullá: “que con su pan se lo coman”. VALE.