Comienza el 2024 y seguimos en elecciones en este país donde parecen nunca acabar. En un México donde el representante del Poder Ejecutivo lleva cinco años en campaña. Nos esperan una ola de spots, bardas, espectaculares, entre otros de miles de candidatos, donde poco más de 19 mil cargos se elegirán.  Pero no nos sintamos únicos; en más de 60 países, donde vive más de la mitad de la población (8 mil millones) se tendrán elecciones.

Se podría decir que es el año de la fiesta democrática, pero realmente estamos muy lejos de eso. Alrededor de 30 países elegirán a su presidente: México, Venezuela, Estados Unidos, etc., y en más de veinte se prevén elecciones legislativas. En medio del conflicto entre Rusia y Ucrania y la Franja de Gaza se llevarán a cabo los comicios, es más Ucrania y Rusia forman parte de estas elecciones, donde Vladimir Putin busca reelegirse por ¡quinta ocasión!

Personajes como Nicolás Maduro (de Venezuela que lleva desde 2014) y Narendra Modi (de la India que lleva desde 2014 en el poder) o países como Irán donde no existen libertades son ejemplos claros de como el voto ciudadano no limpiará el mal manejo o corrupción de un Estado. Las urnas no purifican o generan los cambios necesarios; se necesita mucho más que “propuestas” sin sustento para lograrlo.

Regresando a la elección en México, donde el inquilino de Palacio Nacional tendrá un reemplazo  y será por primera vez una mujer; Xóchitl Gálvez ha dado un indício en enfocar su campaña en la falta de seguridad y en el gran miedo en que vive la población todos los días ante los asaltos, secuestros, asesinatos, cobro de piso y una lista interminable en donde la delincuencia se mantiene impune y con la confianza de poder pasearse a lo largo de la Repúclica sin tener que enfrentar ninguna consecuencia. Mediante una carta dirigida a Andrés en donde le pide dejar de tomarse a la ligera la seguridad de los mexicanos, se empieza a ver una estrategia y no la improvisación que todos los días se basaba en atacarlo junto con la 4T. Por más que tenga pésimos resultados en seguridad, economía (que se ha mejorado, pero no dejará de ser uno de los peores sexenios), la corrupción de sus funcionarios e inclusive los conflictos de interes que salpican a sus hijos, el sector salud que es un desastre y las obras o mejor dicho elefantes blancos, sigue siendo un presidente popular. Ya sea por las incontables mentiras que predica desde su mañanera, los programas sociales/electorales o algún otro factor que lo posiciona favorablemente ante la población, no es ninguna buena idea y mucho menos una estrategia atacarlo.

Los mexicanos quieren soluciones, no ver como unos políticos (que ni les interesan) se pelean y dicen una cosa del uno y otro. Se debe aterrizar con propuestas viables y explicadas: ¿cómo? ¿quién? ¿cuándo? ¿cuánto? entre otras… se va a llevar a cabo la política pública que regira al país por los próximos seis años. Xóchitl debe captar al votante y al ciudadano asqueado de que las cosas no cambien, de la opacidad e indiferencia de quienes llegan al poder despúes de haber prometido y mostrado empatía llena de falsedad. Impedir que se genere un partido de Estado, hegemónico, autoritario y sin contrapesos.