– Buenas tardes, Helena, Livia y Javier, quisiera saber quién de ustedes nos puede decir lo que entiende por maquiavelismo.
– Solamente sé que se deriva del nombre del escritor NICOLÁS MAQUIAVELO.
– Precisamente Livia y yo nos preguntábamos hace poco, porqué esa palabra se usa con un sentido negativo, como para referirse a alguien que actúa con cierta maldad.
– Es pertinente aclarar que dicho vocablo adquirió especial importancia a partir de la publicación del libro El Príncipe, en el que el autor citado por Javier hace diversas recomendaciones sobre el arte de gobernar al Estado, y específicamente al Principado. Al hablar de los principados mixtos, en los que se incorpora un Estado nuevo a otro anterior, dice que el príncipe “se halla obligado a vejar a sus súbditos recientes” ; al agregarse al Estado anterior, si son del mismo país y de la misma lengua, para retenerlos con seguridad “basta con extinguir la dinastía antes dominante, manteniendo en todo lo demás sus antiguas tradiciones y formas de vida”; Debe ser norma a seguir “que a los hombres se les ha de ganar -bien por los hechos, bien por las palabras- o aplastar, pues se vengan de las leves ofensas pero no de las grandes” (El Príncipe, primera edición 2018, Editorial Dante S.A. de C.V. Cap. III págs. 29, 31, 32 y 33).
Mostrando cabal conocimiento del ser humano, más adelante afirma: Si vale más ser amado que temido o viceversa, es mejor ser ambas cosas,” en caso de que sea necesario renunciar a una de las dos, (vale más) ser temido que amado. Los hombres tienen menos consideración en ofender a quien se hace amar que a quien se hace temer; logre, al menos evitar el odio, porque puede muy bien ser, al mismo tiempo, temido y no odiado” Pero, por encima
de todo,” absténgase de tomar los bienes ajenos, porque los hombres olvidan con mayor rapidez la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio”. (Op. cit.Cap. XVII págs. 106 y 107).
Desde la publicación de El Príncipe llovieron críticas reprobatorias a Maquiavelo, quien afortunadamente ya no las oyó porque él murió el 21 de junio de 1527 y el libro se publicó en Roma en 1531, mismas críticas que siguen en la actualidad, habiéndose acuñado el término maquiavelismo, definiéndolo como una doctrina política que promueve la astucia, la doblez y la perfidia o la inmoralidad.
Siempre se ha polemizado sobre Maquiavelo; no es el tema hacer una férrea defensa de su doctrina, pero no podemos soslayar el afirmar sin ambages que la causa de tales controversias estriba en pretender enjuiciar sus tesis o su doctrina mediante enfoques equivocados; dicha afirmación no cae en la frivolidad, sino en la irrefutable validez de la tesis aristotélico- tomista, consistente en la duplicidad de la virtud por excelencia, que es la justicia política o legal y la justicia particular, concerniente la primera al bien común, cuya consecución, impartición y ejecución compete al Estado, mientras que la segunda, particularmente la conmutativa, atañe al individuo, y por lo mismo jerárquicamente ocupa el segundo lugar. Es, por ende, incorrecto juzgar la obra de Maquiavelo a la luz de la ética o moral individual, o lo que es igual, de la justicia particular, y no de la justicia política, pues nadie puede cuestionar que el Estado es la institución de máxima jerarquía y de orden público, llegándose a la conclusión de que por incurrir ese error se le ha anatematizado injustamente.
Sin embargo, utilizando así sea analógicamente el mismo vocablo maquiavelismo, y a reserva de que con la Semántica se deje de malinterpretar y de vilipendiar al ilustre Nicolás Maquiavelo, sí debemos determinar que existen pésimos políticos como Andrés Manuel López Obrador que demagógicamente, buscando sólo su beneficio personal y exacerbar su dictadura a fin de perpetuarla por sí o a través de sus títeres y cómplices, realiza diversos actos, incluso de aparente beneficio a la comunidad, con el doloso propósito de ganarse la voluntad de sus gobernados para que apoyen a su partido y a sus candidatos en las elecciones.
Es del dominio público que, entre otras artimañas, desplegó a miles de jóvenes como servidores de la Nación, con la expresa encomienda de convencer a los ciudadanos para que apoyaran en las urnas a la corcholata Claudia Sheinbaum, amonestando a los electores en el sentido de que, si votan por Xóchitl Gálvez, dejarán de recibir los beneficios sociales que actualmente les entrega el presidente de la República,
La reforma por la que se adicionó el artículo 4o de la Constitución, relativa a los apoyos a los discapacitados, a la pensión no contributiva para los adultos de la tercera edad y a la pensión de becas para los estudiantes, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 8 de mayo de 2020, no fue cumplimentada en el plazo allí establecido, sino en el año 2023, estando ya próximo el período electoral, siendo evidente el objetivo político del presidente, quien además con desfachatez adelantó las pensiones tres meses previos a la fecha de las elecciones para ganar votos .
Ante su total fracaso en las finanzas públicas, y manipulando a los integrantes de la Comisión de Salarios Mínimos incrementó el salario mínimo en un 110 por ciento ufanándose de que salieron de la pobreza más de cinco millones de trabajadores y de que México es el sexto país en América Latina en tener el sueldo más alto, poniendo de manifiesto por enésima ocasión su completa ignorancia en elementales conceptos como el valor del dinero, los factores de la producción y la oferta y la demanda; los trabajadores “beneficiados” ya lanzan gritos de desesperación y maldicen al dictador porque los aumentos al sueldo han traído como consecuencia natural la inflación y una mayor carestía.
En sus mañaneras, tribuna de las mentiras, del rencor, de la envidia y de la autojustificación, ha llegado a la vileza de decir que con los pobres no hay pierde; mientras más ignorantes son, más “te apoyan”, te agradecen las pensiones votando por Morena.
Joven, ¡no te dejes engañar! ¡Que no te manipulen!