El pasado 19 de junio se conmemoró en los Estados Unidos la abolición de la esclavitud. Uno de los acontecimientos más importantes en la historia de ese país, pues marcó el fin de una era de opresión y el inicio de un camino hacia la igualdad y la justicia. Este proceso culminó en la adopción de la Decimotercera Enmienda de la Constitución en 1865, la cual proscribió la esclavitud en todo el país estadounidense.

El signo de la época decimonónica fue marcado en el vecino país del norte, por la división entre los estados esclavistas y los estados libres. En una publicación de American Battlefield se señala que Abraham Lincoln, quien no provenía de una familia adinerada, fue un profesional del Derecho, producto de la cultura del esfuerzo y era conocido por su convicción antiesclavista. Cuando llega a la presidencia en 1960, al año siguiente de su elección, siete estados del Sur: Carolina del Sur, Mississippi, Florida, Alabama, Georgia, Luisiana y Texas, se separaron de la “Unión” y cuatro más los siguieron: Virginia, Arkansas, Carolina del Norte y Tennessee.

El nombre oficial del país “The United States of America”, de forma abreviada, Estados Unidos, o las siglas EUA o EE. UU, tiene su origen precisamente en los estados de la “Unión”.

Este desacuerdo entre los estados parte de la Unión y la Confederación desembocó en una sangrienta guerra civil que se prolongaría cuatro años. Inició en el año 1861 y culminó en 1865. En plena guerra civil, el presidente Abraham Lincoln emitió la “Proclamación de Emancipación”, que declaraba libres a todos los esclavos en los estados rebeldes. Declaración que por un buen tiempo se quedó plasmada en el papel, pues los esclavos no fueron liberados. Fueron las tropas de la “Unión”, las que tiempo después lo lograrían.

La declaratoria de “Proclamación de Emancipación” trató de ser difundida por todo el país, especialmente en los estados rebeldes, sin embargo, el problema bélico en que se encontraban y la lejanía entre los estados de la Confederación dificultó el conocimiento de esta noticia. Fue dos años más tarde, hasta el mes de junio de 1865, cuando el General de la “Unión”, Gordón Granger, hizo el anuncio oficial de la Orden General número 3, en la ciudad de Galveston Texas, el estado más lejano de la Confederación, para comunicar que el presidente Lincoln había declarado la libertad de todos los esclavos.

La celebración de la emancipación se remonta a este acto específico que ocurrió el 19 de junio de 1865, conocido como “Juneteenth”. Esta denominación surgió de la combinación de las palabras “june”, que traducida al español significa junio y “nineteenth” que quiere decir decimonoveno.

Una fecha con gran simbolismo, pues marcó la completa implementación de la libertad para todos los esclavos en los Estados Unidos, por eso es celebrado como la verdadera culminación de la esclavitud en ese país. Desde entonces se ha convertido en una gran festividad que rinde homenaje a uno de los derechos más preciado del ser humano, la libertad. Así como, al gran logro de los afroamericanos, su resiliencia y su continua lucha por la igualdad.

En 2021, el Congreso de Estados Unidos, en reconocimiento oficial a la gran importancia de esta fecha para la historia de su país, aprobó una legislación que convirtió el “Juneteenth” en un día feriado federal.

Las celebraciones de este día se presentan de formas muy diversas, pues lo importante es resaltar el significado de este histórico acto. Así encontramos ceremonias con discursos que hacen remembranza de la lucha por la libertad y los derechos civiles, desfiles, festivales, comidas al aire libre, entre otros. Se ha entendido como la oportunidad para reflexionar sobre la historia y el significado de la esclavitud, sobre todo para educar a las nuevas generaciones sobre la importancia de la igualdad y la justicia.

Este día se ha convertido no solamente en el final de toda una era de opresión, sino, en el símbolo de la resistencia y la perseverancia de aquellas personas que lucharon por la libertad. Es también un emblema para los desafíos que ese país tiene con la justicia racial.

La historia de los derechos de la humanidad ha sido una lucha continua contra la opresión de unos seres humanos respecto de otros, algunos ejemplos: la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud babilónica o faraónica, las revoluciones: francesa, rusa, y la propia mexicana; y desde luego, el “Juneteenth”, son algunos de tantos hechos que tristemente han marcado con sangre y lágrimas las contínuas batallas por la libertad, la igualdad, la justicia.

En última instancia, “Juneteenth” nos recurda que la libertad y la justicia no son destinos finales, sino caminos que debemos recorrer y mejorar constantemente. En nuestro país, la lucha por preservar el respeto a los derechos humanos es una llama que nunca debe apagarse, una brújula que guía nuestro compromiso con la dignidad de cada individuo.

Un país que respeta estos derechos es como un roble robusto, firmemente arraigado en el suelo fértil del Estado democrático de Derecho, en el que se respetan los principios de supremacía constitucional, convencionalidad, legalidad y división de poderes. Donde cada hoja simboliza un ciudadano viviendo en plena libertad y equidad, en un auténtico estado de derecho. Al recordar el “Juneteenth, reafirmamos nuestra promesa de cuidar y nutrir ese árbol de justicia, asegurando que sus ramas se extiendan hacia un cielo de progreso que redunde en igualdad, paz y oportunidades.

La autora es ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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