Las elecciones del pasado 2 de junio, mostraron que no tenemos una oposición digna de llevar ese nombre, los partidos que se inscriben en dicho bando dejan mucho que desear.

Tanto analistas, articulistas y ciudadanos coinciden en que la autocrítica nunca llegó a las fuerzas políticas —ni en 2018 ni en 2024—, además de señalar que se desdibujaron ideologicamente, que los líderes buscan un puesto y monopolizan los primeros lugares en las listas plurinominales, así como los evidentes errores estratégicos que se cometieron en la pasada campaña electoral

Dirigentes como Marko Cortés y Alito Moreno —aunque Alberto Anaya del PT y Dante Delgado de MC también se colocaron en uno de los primeros lugares de las listas plurinominales— son calificados como sin autoridad moral y con una pésima imagen.

Pero si hacemos a un lado la crítica a partidos, dirigentes y candidatos por lo que sucedió en el proceso electoral que tuvo su punto culminante el 2 de junio, lo que queda es la pregunta de qué oposición necesita México.

En una democracia como la mexicana, el papel de los partidos de oposición debe ser crucial para mantener un equilibrio de poder y garantizar la transparencia y la rendición de cuentas del gobierno en turno. Los partidos de oposición deben ser capaces de:

  1. Realizar una crítica constructiva: No se trata solo de señalar errores, sino de proponer soluciones viables y alternativas que beneficien a la ciudadanía.
  2. Defender los derechos y libertades: Ser vigilantes constantes de que no se vulneren los derechos humanos y las libertades fundamentales.
  3. Fomentar el debate público: Promover un diálogo abierto y respetuoso sobre las políticas públicas y las decisiones gubernamentales.
  4. Representar a sus votantes: Asegurarse de que las necesidades y preocupaciones de sus electores sean escuchadas y atendidas.
  5. Proponer políticas: Desarrollar y presentar propuestas de ley y políticas que enriquezcan el debate legislativo y contribuyan al desarrollo del país.
  6. Transparencia y ética: Mantener altos estándares de transparencia y ética en su actuar, para recuperar la confianza de la ciudadanía.

En resumen, los partidos de oposición deben ser una fuerza política activa y propositiva, que contribuya al fortalecimiento de la democracia y al bienestar de la sociedad mexicana.

Las pasadas campañas electorales mostraron que los partidos de oposición —tanto los aliados en Fuerza y Corazón por México o Movimiento Ciudadano— no cumplieron con ninguno de estos puntos, incluso el número 6 se vio como parte del discurso oficialista en su contra por los casos de corrupción que exhibian a candidatos opositores.

Como en un meme que ha circulado en redes, en el que podemos leer que hay que vivir en teoría, porque en teoría todo está bien, en este mismo supuesto los partidos políticos dirán que cumplen con lo esperado, aunque la percepción ciudadana —y la realidad— indiquen que esto no es cierto.

Pero en la perspectiva de lo que viviremos en el país con el renacimiento de un partido hegemónico a la usanza del PRI de los años 60 del siglo pasado, lo que requiere el país es una oposición que recupere credibilidad, que sea propositiva y actue de acuerdo a la expectativa del electorado, porque lo que tenemos por el momento es una oposición corrupta, dedicada a lucrar con candidaturas y presupuestos, sin atractivo o propuestas para los votantes.

Pero también hay que cuestionar si los partidos políticos que tenemos son un reflejo de la sociedad que somos, pues al ver como muchos de los candidatos ganadores con el partido oficial son políticos “de carrera” que brincan de puesto y de partido, olvidando la congruencia entre lo que declaraban en el pasado y lo que ahora dicen —y hay muchos casos que ejemplifican esto— o como pasan de ser del PRIAN a Morena olvidando su responsabilidad en lo que a partir de su cambio acusan, tal vez deberíamos reflexionar acerca de si lo que necesitamos más que una mejor oposición es una mejor sociedad que vote revisando antecedentes, proyectos y propuestas, en lugar de estar esperando dinero para decidir sus sufragios.

Y es que en lugar de denostar a los abstencionistas por no acudir a las urnas, deberíamos pensar que esto es reflejo de la falta de atractivo de los partidos, de todos, para un electorado que busca propuestas y un proyecto viable de país y no las lamentables actuaciones a las que nos han acostumbrado en tiempos recientes, de dirigentes y candidatos peleando por detalles sin importancia o exhibiendo su riqueza escondiéndose en un discurso de supuesta pobreza, mientras colocan a sus familiares en puestos bien pagados.

Necesitamos una mejor oposición, pero también mejores políticos y mejores ciudadanos.

Texto escrito con la colaboración de la IA de Notion.

Imágenes: Freepik.

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