En el entramado de ética y justicia que teje el tapiz de nuestros espacios laborales, tanto públicos como privados, emergen con frecuencia dos conceptos diametralmente opuestos: nepotismo y meritocracia. Estos no constituyen una simple términología, sino, que en la distribución de responsabilidades y en el otorgamiento de recompensas, representan filosofías totalmente antagónicas. Cada uno dibuja una visión del mundo en la que los destinos de quienes forman parte de nuestras instituciones y empresas se ven marcados, bien sea por caminos de favoritismo o por sendas de reconocimiento al mérito y al esfuerzo.
La palabra nepotismo, según el Diccionario de la Real Académia, proviene del italiano “nepote” que significa sobrino, nieto y éste, del latín “nepos” que quiere decir sobrino, descendiente. Dícese de la “utilización de un cargo para designar a familiares o amigos en determinados empleos o concederles otros tipos de favores, al margen del principio de mérito y capacidad”. Se señalan como sinónimos: “amiguismo, favoritismo, enchufe, enchufismo, cuatachismo, parcialismo, favor, parcialidad, predilección, privanza”.
Julián Pérez Porto y María Merino (https://definicion.de/nepotismo/), señalan que el nepotismo tiene una larga historia. Proviene de la palabra “nepos” que en el griego antiguo significa sobrino. Otra versión es la del emperador romano Julio Nepote, a quien se le atribuye el uso de la palabra por ser sobrino de la emperatriz Elia Verina, esposa del emperador oriental León I el Magno.
Otros casos de nepotismo reportan los autores citados, como el de Pompeyo que nombró a su yerno Metelo Escipion para algunas altas responsabilidades militares, mismas que desconocía por completo, razón por la que fue denunciado ante el Senado por Marco Antonio. Pisístrato de Atenas fue un Tirano en el siglo VI a.C. y ante el temor de conspiraciones en contra de su gobierno, nombró en los cargos públicos más importantes a su familia y amigos de absoluta confianza. Napoleón hizo lo propio con su familia, el caso más criticado fue el haber procurado a su hermano José Bonaparte, mejor conocido como Pepe Botella, por su afición al alcohol, como rey de España. Así como las conocidas historias de algunos personajes de la alta jerarquía eclesiastica que en la edad media otorgaban cargos cardenalicios a sus sobrinos.
El nepotismo es una práctica donde los puestos de trabajo o los privilegios son otorgados a familiares o amigos de las autoridades que tienen las facultades de nombramiento, ignorando los méritos o habilidades de otros candidatos más calificados. Es decir, una persona en posición de poder favorece a sus conocidos por encima de otros, por lazos familiares o amistosos. La consecuencia es que el nepotismo puede llevar a una gestión ineficaz, ya que las decisones se basan más en relaciones personales que en competencia profesional.
El nepotismo tiene efectos muy negativos en una organización, pues desmoraliza al personal, disminuye su motivación y compromiso, cuando éste observa que las promociones se basan en relaciones personales y no en el mérito. Propicia la ineficacia, pues los individuos elegidos por nepotismo carecen de las habilidades necesarias para desempeñar sus funciones de manera efectiva y eficiente, lo cual acarrea errores costosos y pérdida de la productividad. Fomenta la corrupción, pues ostentar un cargo para el que no se tienen las habilidades requeridas, erosiona la integridad de las instituciones y perjudica a la sociedad.
La Meritocracia, por el contrario, es un sistema en el que las oportunidades y avances se basan únicamente en el mérito individual. En el cual, el conocimiento y las habilidades, propiciadas por educación, experiencia, nivel académico, desarrollo profesional con providad y honradez, son los criterios utilizados para tomar decisiones de contratación y promoción. En una verdadera meritocracia, cualquier persona, independientemente de su origen o relaciones personales, tiene la misma oportunidad de progresar si demuestra ser la más competente, honesta y capaz.
Los exámenes de oposición resultan ser una metodología importante para lograr los objetivos de la meritocracia. Sobre todo cuando el procedimiento se realiza con criterios estrictos de conocimiento, imparcialidad y transparencia. Con diversas formas de evaluación que reflejan de manera acertiva la preparación de los sustentantes. En los que ni siquiera se conoce el nombre de la persona examinada, sino que para quien o quienes califican es un número o un código de barras, con la finalidad de tomar en consideración los aciertos expresados, otorgandole la puntuación que le corresponde, sin identificarla.
Es común que el hijo o la hija de padre o madre médico, Contador Público, Arquitecto, abogado o de cualquier profesión no sólo tenga cariño por sus progenitores, sino, una admiración por su persona y por su profesión, que los motiva a querer algún día ser como ellos. Si esta aspiración se fomenta con el estudio, la dedicación y el empeño, no puede vedarse para los hijos la posibilidad de ejercer la profesión de sus padres. Lo que no debe permitirse es que por ser hijos de estos profesionales ocupen cargos para los que no están capacitados, pues esto es incurrir en nepotismo.
Sin embargo, no puede calificarse como nepotismo el que el familiar o el amigo de alguna autoridad que probadamente satisfizo los requisitos idóneos para el puesto y transitó por un procedimiento meritocrático, no sea nombrado, por el simple hecho de tener amistad o parentezco, pues este extremo conduce a la violación de un derecho ganado con dedicación y esfuezo, que se convierte en discriminación.
La meritocracia ofrece diversas ventajas: Optimización del talento, pues bajo este sistema se promueven a las personas más capaces y las instituciones funcionan a su máximo potencial. Fomenta la Imparcialidad, un sistema basado en el mérito ayuda a asegurar que todos sean evaluados por sus habilidades, lo que promueve la igualdad de oportunidades y por tanto incentiva la preparación. Propicia la Innovación, al valorar las capacidades, el conocimiento y la honestidad, la meritocracia impulsa la creatividad.
Consecuentemente, mientras el nepotismo favorece las conexiones personales, sobre la meritocracia que se esfueza por crear un entorno donde la competenica y el talento son reconocidos y recompensados. Adoptarla no sólo es más justo, sino, más beneficioso para el exitoso desarrollo de las instituciones y, por tanto, de la sociedad.
La autora es ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
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