El PRI se ha vuelto irrelevante en la política nacional y su presidente en la caricatura más grotesca de la tragicomedia mexicana. En la agenda política nacional e internacional hay muchos temas relevantes, por eso dudé en dedicarle estas líneas a este partido y, al parecer, a su dirigente hasta el 2032. Sin embargo, hay dos aspectos que merecen atención y análisis: primero, la actitud de un conjunto de personajes priístas que no me explico por qué no rompen con el PRI de Alito. Segundo, cómo la cultura política priísta y los priistas ganan espacio en Morena.
Que Alito tenga sus incondicionales, lo entiendo. Lo que no entiendo es por qué los gobernadores de Coahuila, Manolo Jiménez, y de Durango, Esteban Villegas, permiten que un personaje como éste haga y deshaga lo que quiera con los despojos de su partido. Veo a un Manlio Fabio Beltrones, de más de 70 años, pero aún vital, sin su bigote y sin el halo de poder con el que se movía en ambas cámaras del Congreso de la Unión.
Una cosa es un Beltrones como gestor de poder y comandante de un partido de cuyo apoyo dependía la gobernabilidad y la aprobación de reformas en el Congreso; y otra cosa es un Beltrones sin las herramientas del poder, lo que confirma que en política es más importante el control que el dinero.
¿De verdad, Rubén Moreira piensa que Alito, al integrar a Carolina Viggiano en la Secretaría General, tiene un lugar en la mesa en donde se reparten los restos del partido? ¡Qué capacidad de autoengaño! El deterioro no tiene límite.
Dejemos al PRI en paz por unos momentos. Miremos lo que ocurre en Morena. Por ejemplo, en el foro de reforma al poder judicial que se realizó en Puebla el 23 de julio. Fue un evento totalmente priísta, fue como una vuelta al pasado. ¿Cómo no serlo, si el gobernador en funciones, Sergio Salomón Céspedes, y el gobernador electo, Alejandro Armenta, tienen el ADN priísta incrustado en el alma? Por supuesto que se tiran al piso en elogios y apoyos a Claudia Sheinbaum y casi lloran cuando se menciona el nombre de Andrés Manuel López Obrador, porque su astucia y sentido de oportunidad, diría oportunismo, les permitieron seguir y escalar en el poder. En este foro fue evidente el contraste con la presencia, el discurso y la actitud de Ernestina Godoy, Gerardo Fernández Noroña y Nacho Mier, quienes han acompañado a López Obrador y a Sheinbaum desde el inicio de su movimiento. Nacho Mier fue priísta, y no lo niega, pero es muy diferente optar por López Obrador en tiempos de vacas flacas y muy flacas, a cuando el péndulo de la historia va a favor.
Ojalá que Claudia Sheinbaum tenga la virtud de distinguir a los leales de los mercenarios y Luisa María Alcalde, como dirigente partidista, tenga la fuerza y el carácter para evitar que el huevo de la serpiente se incube en Morena. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.
@onelortiz

