Por Mauricio Díaz Escalona 

Arteba, la Feria de Arte Argentina en su edición 2024 da cuenta de ello. Las casas de subastas Sotheby’s y Christies’s siguen muy de cerca a la mundialmente conocida artista argentina Marta Minujín.

Minujín se ganó una reputación internacional como voz artística clave a una edad temprana. Nacida en 1943 en Buenos Aires, Argentina, en una familia judeo-rusa, Minujín comenzó su carrera a fines de la década de 1950 creando construcciones de cartón y pinturas toscamente talladas. A principios de la década de 1960, había comenzado a experimentar con colchones, creando esculturas suaves y coloridas que definirían su estilo característico. También comenzó a viajar y vivió en varias épocas en París y Nueva York, donde conocería y colaboraría con miembros de la vanguardia estadounidense y francesa, entre ellos Niki de Saint-Phalle, Christo, Charlotte Moorman y Andy Warhol.

Minujín fue una creadora temprana y prodigiosa del arte de performance participativo. Su primer gran evento tuvo lugar en París. Para La Destrucción (1963), invitó a otros artistas a que la ayudaran a prender fuego a sus esculturas en un terreno baldío. Minujín pronto se ganó la reputación de producir eventos participativos que eran lúdicos y desafiantes, a menudo colocando a las personas en situaciones inesperadas destinadas a “intensificar la experiencia”.

A mediados de la década de 1960, Buenos Aires era un próspero centro cultural, con espacios de arte experimental como el Instituto Torcuato Di Tella que brindaban un apoyo crucial a los artistas de vanguardia. Minujín presentaría allí algunas de sus obras de arte experiencial más icónicas, incluidos los ambientes de varias salas La Menesunda (Mayhem, 1965) y El Batacazo (The Long Shot, 1965-66); la tecnológicamente compleja Simultaneidad en simultaneidad (Simultaneity in Simultaneity, 1966); e Importación-Exportación (Import-Export, 1968), que reflejaban su creciente interés en la contracultura revolucionaria de los Estados Unidos.