– Bienvenido, Javier, hace más de tres meses que no te vemos.
– Buenas tardes; solamente vengo a despedirme de ustedes, agradeciéndoles su hospitalidad; he decidido, con el apoyo de mis padres, viajar a Europa para encontrar un lugar cercano a la universidad; me avergüenzo de ser parte de un pueblo “agachón”, resignado y fanático que junto con el INE, el TEPJF y los legisladores que han aprobado la reforma constitucional al poder judicial, se envilece ante un dictador que ha arruinado este país y seguirá “gobernando” a través de su incondicional títere; hemos perdido a México y a su democracia.
– Comprendo tu indignación; solamente aclaro que, siendo el padrón electoral de 98 millones en números redondos, si sólo el 37 por ciento del electorado votó por Morena, tu comentario no es aplicable a todo el pueblo mexicano.
– Helena y yo opinamos que es absurdo que la mayoría de electores vivan satisfechos con más de 200,000 homicidios dolosos, más de 100,000 desaparecidos, 800,000 muertos por negligencia oficial ante el COVID, la falta de medicinas y servicios hospitalarios, la mediocridad en la educación, millones de niños sin escuela, el irreversible daño a los recursos naturales, a la flora, la fauna, los ecosistemas, a la calidad del agua y al ambiente en Yucatán para satisfacer el capricho presidencial de un tren inservible, la construcción de una refinería que no funciona y cuyo costo, al igual que el tren maya, por lo menos se triplicó; la constante incitación del presidente al encono y al resentimiento contra los que se superan, logrando una peligrosa división del pueblo mexicano.
También el asumir el papel de un vulgar pendenciero con mentiras, intrigas, calumnias, difamaciones e injurias graves a los jueces, magistrados y ministros de la SCJN, repitiendo como cualquier bravucón que el poder judicial está podrido y corrompido;la imputación de delitos fiscales a periodistas y contribuyentes, la coalición o contubernio con los narcotraficantes, llegando al cinismo de exigir pruebas, como que hubiese firmado contratos y les hubiera expedido recibos; la total impunidad a los delincuentes, su increíble insensatez afirmando que no ha aumentado la violencia, solamente los homicidios, la absoluta ineptitud para impulsar la economía, aunada al espejismo de incrementos exagerados al salario mínimo para alardear que se redujo la pobreza, con la consiguiente triplicación del costo de la vida y de la canasta básica.
Además están las frecuentes violaciones a la Constitución y el desdén a la legalidad (“¡yo estoy por encima de la ley!”), la manipulación de los programas sociales con fines electorales, el infundio de que los beneficios se reciben gracias al presidente, las amenazas de cancelación de los mismos si votaban por Xóchitl Gálvez, la violencia política en contra de ella, el total abandono del campo, el desvergonzado enriquecimiento de los hijos del presidente, la evidente concentración del poder sometiendo a diputados y senadores como dóciles vasallos, sus falacias con apariencia de legalidad para reformar la Constitución y lograr la hegemonía sobre el Poder Judicial, militarizando todos los espacios y servicios públicos para reprimir al pueblo; ¡y la ignominiosa declaración de Claudia Sheinbaum de que ella continuará con la misma política de su padrino porque es un orgullo estar con Obrador! Damos la razón a quienes opinan que se ha dado un golpe mortal a la democracia y que vamos a estar como Cuba y Venezuela.
– Sólo agrego, a lo dicho por Livia, que si del mexicano se dice que es trabajador, chambeador e ingenioso, cómo pudo renunciar a su dignidad ciudadana por unos cuantos pesos? ¿O será que esta “idolatría” al actual dictador viene genéticamente como fatalidad desde la veneración que rendían los aztecas al huei tlahtoani?
– Conviene recordar que los ciudadanos habían llegado al hartazgo de la dictadura priísta, y los gobiernos panistas no lograron los cambios anhelados; por ende, motivados por el discurso del candidato López Obrador, que preconizaba la honestidad valiente, justicia, austeridad, educación de calidad, eficiencia, salud para todos y una política de bienestar y progreso, se volcaron en las urnas a su favor.
Sin embargo, de inmediato, y conforme avanzaba el sexenio, fue notoria su ineptitud para gobernar, su grave complejo de inferioridad, comprobable a través de su victimismo, su envidia y descomunal odio y rencor a los anteriores gobernantes del PRI y del PAN, inculpándolos de la corrupción y de todas las calamidades y flagelos que aquejaban a la población, su hipócrita discurso de que “los conservadores son corruptos, nosotros no somos iguales”, su indiferencia e insensibilidad hacia las víctimas, debiéndose también destacar el terrible aumento de la deuda externa, además de lo que han señalado Livia y Helena. Con sobrada razón la ciudadanía se arrepintió de haber apoyado a López Obrador. En cuanto a que México está perdido, preferiría oir la opinión de Nicéforo.
– Gracias, Patricio; no existe duda de que López Obrador, simulando ser un demócrata, se desenmascaró como un gobernante despótico y arbitrario, un innegable dictador; basta repasar la historia para corroborar que no pocos países han arrostrado temporalmente gobiernos dictatoriales; AMLO, perversamente, engañó a nuestro pueblo; y un dictador siempre encuentra adeptos tan nefastos como él; toda esa caterva se compone de traidores que anteponen sus ambiciones, pues carecen de lealtad al pueblo y a la Patria; ahí tenemos como prueba inequívoca la espuria aprobación de la reforma al poder judicial, aprovechando la mayoría calificada obtenida en las elecciones gracias al fraude electoral, al apoyo del crimen organizado, a la inexperiencia de muchos electores, a las mentiras reiteradas que pasan por verdad, o incluso al temor de perder los beneficios sociales.
Pero los traidores tienen sus días contados; el dictador tiene ya seguro su lugar en la sombra; México es inmortal, no está perdido; quienes lo amamos y le tenemos lealtad continuaremos la lucha; rechazamos una guerra civil, como pretende el dictador y sus secuaces, pero empeñamos nuestra vida en aras de la libertad, la legalidad y la democracia.