Cuando esta columna se publique solo faltarán 37 días para que se decida buena parte del futuro político de la Unión Americana y, por ende, de gran parte de Occidente e incluso de Oriente. En términos claros las siguientes elecciones presidenciales estadounidenses no serán tan tersas como sucedía en otras ocasiones. El resultado de las mismas preocupa a propios y extraños, México entre ellos pese al respeto a la soberanía nacional del vecino de norte.

En esta ocasión no solo se trata de ver si triunfa el tradicional candidato republicano blanco, de tipo nórdico y de polendas aunque sea motivo de una fama muy discutida como es el caso de Donald John Trump, primer ex presidente que es enjuiciado por decenas de cargos que incluso pueden ponerlo en la cárcel, y una mujer demócrata descendiente de padre jamaicano y madre de la India, de condición humilde, y de ideas político sociales nada conservadoras.

Además, Kamala Harris, la vicepresidenta de EUA, no era la candidata original del Partido Demócrata, sino que lo sustituyó, de última hora (por impedimentos distintos del presidente Joe Biden), por decisión obligada del mandatario estadounidense. La elección del octogenario residente de la Casa Blanca resultó acertada, pues inmediatamente Trump empezó a perder su hegemonía en las encuestas de campaña. Eso le dio un viraje al proceso electoral estadounidense. Sin embargo, el tercer intento del magnate para retornar al gran poder ha estado cargado, más aún de lo que parece, de insultos, polarización y amenazas de todo tipo que afectan tanto a la ciudadanía local como a los vecinos del sur, en temas como la migración que el republicano ha endurecido a grados increíbles y en lo económico.

Trump ha polarizado la idea de que retornará a la Unión Americana plantas industriales y manufactureras que se han ido del país, mientras más grandes mejor. La última amenaza la lanzó contra la marca John Deere, fabricante de maquinaria agrícola si esta cambia sus planes a México. Solo como ejemplo. Las tendencias en las encuestas han cambiado tanto desde que Kamala Harris se convirtió en la abanderada demócrata que el domingo 22 de septiembre el paladín de los republicanos acepto, por primera vez, que podría perder las elecciones y que, en tal escenario, no volvería a postularse a la primera magistratura.

A menos de seis semanas de los comicios -martes 5 de noviembre—, el magnate aseguró en una entrevista televisada que se retiraría de la vida pública y no buscaría la Presidencia por tercera ocasión si pierde ante la vicepresidenta Harris. “Creo que eso sería todo. No lo veo en absoluto (volver a postularse)”, dijo al programa Full Measure a pregunta de la conductora Sharlyl Attkisson.

Mientras llega el día de la verdad, y dado el sistema electoral tan diferente al de México, por lo menos, los analistas políticos no hacen de lado el hecho de que Trump ganó los comicios de 2016 contra la ex primera dama Hillary Diane Rodham Clinton gracias a una mayoría en el Colegio Electoral, aunque el magnate inmobiliario perdió el voto popular por más de tres millones de votos. En 2020 fue por más de siete millones de sufragios contra Joe Biden y perdió el Colegio Electoral. Si el ex presidente pierde, de nueva cuenta las elecciones, cumpliría 82 años para el ciclo electoral de 2028.

De tal forma, Harris aceptó este fin de semana la invitación de la cadena CNN para un debate presidencial el 23 de octubre. Pero el adversario no piensa lo mismo. Sin embargo, la directora de campaña de la vicepresidenta, Jen O ´Malley Dillon, dijo que “Donald Trump no debería tener ningún problema en aceptar este debate”. “Es el mismo formato y configuración que el debate de CNN al que asistió y dijo que ganó en junio, cuando elogió a los moderadores, las reglas y los índices de audiencia de la cadena noticiosa”.

Pero, el empresario neoyorquino inmediatamente negó la posibilidad bajo el argumento  de que sería demasiado tarde y de que algunos estados ya empezaron a votar por correo, a pesar de que en 2020 sí acepto debatir con Biden en octubre, cuando también ya habían empezado las votaciones tempranas.

Su negativa coincide con dos nuevos encuestas nacionales que muestran una consolidación de la ventaja de Harris a nivel nacional; uno de los sondeos, realizado por la cadena NBC, encontró que Harris aventaja con 49 por ciento de apoyo frente a 44 por ciento de Trump entre los electores probable, mientras que en las encuestas de The Hill/Decision  Desk HQ, Harris tiene 55 por ciento de posibilidades de ganar las elecciones.

Aunque los sondeos confirman que se trata de una carrera apretada, la tendencia confirmada que Harris se encuentra en ascenso, en comparación con los números que tenía el presidente Biden antes de renunciar a la candidatura mientras que Trump registra un ligero descenso.

Por muchas razones, el futuro del escenario mundial podría complicarse si Trump recobrara el poder. En el caso concreto de México respecto a la revisión del Tratado de Comercio y la suerte de las inversiones estadounidenses en nuestro país, según las nuevas reglas de un probable gobierno republicano hay que irse con tiento, sobre todo porque se desconoce el corta miento de la nueva presidenta de México. Sin duda, frente a un Trump con renovado poder ya no estará un López Obrador “hablador” que a la hora de la hora recule ante las exigencias de un Trump todavía peor que el anterior. Además, el problema migratorio entre ambos países continuará vivo, más allá de quien gane la contienda entre republicanos y demócratas. Algo sucederá y nadie sabe hasta qué punto puede ser grave.

De acuerdo con otra encuesta de la Universidad de Massachusetts Amherst se sabe que, “por una parte la mayoría de los sobrinos del Tío Sam, la mayoría de los estadounidenses apoya la propuesta de la ciudadanía (57 por ciento) y permitir el reasentamiento temporal y el empleo de refugiados y solicitantes de asilo (51 por ciento)”.

“No obstante, una mayoría también quiere construir un muro a lo largo de la frontera sur (50 por ciento) —el viejo sueño de Trump—, y una pluralidad (49 por ciento) está a favor de la deportación de la población inmigrante indocumentada de la nación. Dadas las posiciones diversas que los candidatos demócratas y republicanos a la presidencia tiñen sobre este tema, las elecciones de 2024 serán un eferente sobre el futuro de la reforma migratoria con la nación”.

En tales circunstancias, según periodistas estadounidenses de filiación izquierdista, como algunos corresponsales de periódicos nacionales, el actual debate político de la campaña estadounidense está a la baja. Mientras que las versiones falaces de Trump provocan enojo, temor y desprecio, su compañero de fórmula, James David Vance declara, sin recato, que si tiene que inventar historias para atraer a los medios, lo hará las veces que sea necesario.

Por ejemplo, en Springfield, Ohio, amenazas de bomba y el despliegue policiaco en las escuelas públicas fueron resultado de que el magnate y su compañero de fórmula, que hasta hace no mucho tiempo era uno de sus principales enemigos, esparcieran informaciones falsas de que inmigrantes haitianos roban y comían las mascotas de los ciudadanos locales, provocando enojo y escándalo pero también desprecio ante lo absurdo de este tipo de infundios en la pugna por la presidencia por la nación más poderosa del planeta.

Hace un par de semanas, el empresario ex presidente declaró que “estos migrantes haitianos ilegales, que nadie sabe de dónde vienen”, al referirse a la comunidad de unos 20 mil migrantes autorizados de manera provisional, de uno de los países más pobres del mundo, sobre todo de Haití, en Springfield. Días más tarde, Trump parecía tener la respuesta: “Haremos grandes deportaciones, vamos a sacar a esta gente, los vamos a devolver a Venezuela”, manifestó en un mitin a sus seguidores.

Por su parte, J.D. Vance, egresado de la prestigiosa Universidad Yale, parece no estar mejor enterado que Trump de cuestiones geográficas. En otra concentración masiva, declaró que esos 20 mi migrantes son “principalmente de Haiti, de Venezuela o serán de un tercer país que aún no hemos identificado”. Algo absurdo. Y concluyó: “Seguramente escucharemos más sobre estos migrantes, de estos los más expertos más destacados sobre Haití”.

La pregunta más grande y más seria alrededor de estos disparates, es ¿cómo es que estos políticos, un expresidente y un senador en este caso, pueden hacer repetidamente declaraciones que son tan absurdas, realmente ignorantes y en algunos casos sabiendo que son mentiras?

Vance “explicó” por qué repitió sus afirmaciones de que los haitianos comían perros y gatos aún después de ser desmentidos por las autoridades del pueblo y los medios de comunicación. “Si tengo que hacer historias para que los medios pongan atención al sufrimiento del pueblo estadounidense, lo voy a hacer”, comentó en entrevista con MSNBC News la semana pasada.

De hecho, los republicanos no tienen el monopolio de mentira y falsedades, como repetía el periodista Isidor Feinstein, famoso por sus investigaciones, “si quieres saber sobre los gobiernos, todo lo que necesitas saber son tres palabras: todo gobierno miente”.

Pero, en la contienda de 2024 este “arte” de los políticos ha escalado a nuevas alturas. Y parte de eso se exhibe en el deterioro casi infantil de lo que ahora es parte del debate político nacional de EUA, dicen los corresponsales estadounidenses. Por ejemplo, inmediatamente después de que primero se informó que un pistolero se había detectado en uno de los campos de golf de Trump, con la intención de asesinar al ex presidente, Vance responsabilizó a demócratas y a progresistas: “la izquierda necesita bajar el tono de su retórica…No le podemos decir al pueblo estadounidense que un candidato es fascista y que si es electo eso será el fin de la democracia estadounidense”.

Así están las cosas en la Unión Americana. Pero, los mexicanos no podemos presumir de presidentes y funcionarios veraces. Según SPIN, el fundador de la Cuarta Transformación en la República Mexicana dijo, en casi todas sus mañanera, la pequeña cantidad de cien mil mentiras. Y todavía le quedan cuatro o cinco días de su régimen. VALE.