Cuatro años después de haber sido sometido al impeachment (que terminó en absolución) acusado de dirigir el violento ataque al Congreso el 6 de enero de 2021, por parte de una muchedumbre de sus seguidores; cinco meses después de ser sentenciado por varios delitos en Nueva York y a tres meses de haber sobrevivido a un intento de asesinato, el ex presidente Donald John Trump, de 78 años de edad, está listo para su regreso a la Casa Blanca el próximo mes de enero de 2025, como el cuadragésimo séptimo presidente de la Unión Americana.

Anticipándose al anuncio oficial de su triunfo, Trump en un primer discurso dijo a sus seguidores: “Nunca olvidaré que este día (martes 5 de noviembre) fue la fecha cuando el pueblo americano (sic) recuperó el control de su país” y “puede arreglar todo”. “Hicimos historia, viene una época de oro para Estados Unidos”. Y en las primeras horas del miércoles 6, el magnate celebró el éxito con estas palabras: “Hemos logrado lo más increíble, políticamente hablando, una victoria política que nuestro país nunca había visto antes, nada como esto”.

De hecho, solo una vez antes un ex mandatario estadounidense había recuperado el poder como lo logró Trump: Grover Cleveland hizo lo conducente en las elecciones de 1892. Además, será también el primer delincuente convicto elegido presidente. En forma arrolladora, para que nadie lo ponga en duda. Una vez más, las encuestadoras se equivocaron en su pronóstico de que los comicios de 2024 serían muy ajustados. Equivocación absoluta.

El resultado de estas elecciones hace recordar la frase medieval española que dice; “Llegaron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos”. Los sarracenos estadounidenses del siglo XXI, los republicanos de Trump, molieron a palos a “los buenos” demócratas de Kamala Harris que no volvió a dar la cara a sus seguidores hasta el día siguiente de la derrota, después de llamar por teléfono de Trump y decirle que no olvidara ser el presidente de todos los habitantes de la Unión Americana”. A sus desilusionados seguidores les pidió que la apoyaran a “seguir la lucha”, no especificó cuál, pero así lo demandó.

Trump se adelantó a Harris y dijo: “Tenemos un país que necesita ayuda. Necesita demasiada ayuda. Vamos a arreglar nuestras fronteras, vamos arreglar todo acerca de nuestro país”. Cuando los datos le aseguraron que su regreso a la residencia presidencial era prácticamente un hecho, cambió el semblante del Trump perseguido en los últimos tiempos por la justicia.

El extravagante empresario y comunicador estadounidense sabía que su situación jurídica había dado un giro de 180 grados: de ser un posible acusado a sufrir pena de cárcel por sus innumerables delitos, el destino le deparaba ocupar en próximos días quizás el puesto político más importante del mundo: titular del Ejecutivo del gobierno de EUA.

Algo está mal en la democracia de la Unión Americana. La sociedad del vecino del norte pisa en falso. De no ser así, quién es el guapo que puede explicar porqué un personaje encontrado culpable por la falsificación de registros comerciales en el Estado de Nueva York; que enfrenta varios procesos judiciales incluyendo conspirar para tratar de impedir la transferencia pacífica del poder en 2020, como Donald Trump, se abre paso en una campaña en la que sufre dos atentados y en la que mantuvo su característico tono agresivo, ilegal, racista e insultante, y al final de cuentas resulta ganador con el apoyo del voto de la comunidad latina a la que tanto ha denigrado.

De no entenderse. Y lo anterior es solo un ejemplo de la carrera delictiva del magnate. Hay mucho más.

El martes 5 de noviembre sin duda ya pasó a la historia. Lo sucedido en EUA no es cualquier juego de la Serie Mundial de Béisbol. El triunfo de Trump tendrá repercusiones en muchas partes del globo. No solo en USA. El pasado día de los comicios —el tradicional primer martes del mes de noviembre, aprobado desde 1845, obedeció a las condiciones en que vivía la mayoría de la población, en granjas porque se dedicaban a la agricultura y para el primer martes del penúltimo mes del año, ya se habían levantado las cosechas y los pobladores tenían más tiempo para poder asistir a los centros de votación que en aquellos tiempos estaban muy alejados unos de otros —, el ambiente fue tenso durante muchas horas, y pasado el mediodía los nervios y la incertidumbre del inicio de la tarde dieron paso a un mayor optimismo, a medida que las cadenas de noticias anunciaron los primeros resultados positivos para el magnate frente a la ex fiscal general de California.

Los votantes notaron que el proceso se desarrollaba como en 2016, en las primeras presidenciables ganadas por el magnate. Más de uno declaró que si así seguían por el mismo camino hacia la victoria. “Trump va a a ganar”, empezaron a decir muchos votantes convencidos de las razones del empresario: “Nacido para rodar” (“Born to Ride”). Electores mayores de 50 años declararon “Necesitamos eso porque nuestro país ahora mismo no tiene fronteras, el crimen es alto, la bolsa está mal, los precios de las gasolinas y los alimentos son altos, y Kamala (Harris) no hizo nada durante cuatro años”. Postura que compartían otros votantes de la misma edad críticos de la Vicepresidenta: “no creo que Trump se deje influenciar demasiado desde afuera y creo firmemente que Harris está en realidad bajó control y manipulada. No tengo fe en ella”.

De hecho fueron muchas las razones por las que Trump recibió el apoyo de votantes que hace cuatro años lo hicieron por Joe Biden. El hombre de la extraña cabellera y de las corbatas gigantescas se benefició de cambios políticos basados en clase, raza y edad, así como en votantes frustrados en la economía, para conseguir su regreso a la Casa Blanca. Los estadounidenses registrados como votantes elegían entre la que podía ser la primera mujer Presidenta del país —incluso de origen afro hindú—, o el primer mandatario con una condena por varios delitos graves en su contra.

Como decía Harris en su campaña: “se trata de elegir a un presidente o a un delincuente que puede ser mandatario”. Es decir, Trump demostró el 5 de noviembre que su fuerza política no solo fue una moda sino que sobrevivió a través del caos, y aunque hace cuatro años muchos de sus correligionarios marcaron distancia, sus actos y procesos judiciales en contra le acarrearon pocos costos políticos. Algo inexplicable.

De acuerdo con un análisis de la agencia AP, conocido como Votecast, el apoyo a Trump entre los electores latinos habría sido de apenas 40%, pero aún así significa que la estrategia de la campaña republicana para atraer a varones latinos habría tenido resultados no obstante su discurso xenófobo.

En otras palabras, la campaña del magnate apostó que reduciría la ventaja tradicional de los demócratas con los votantes negros y latinos, con el ex presidente participando en podcasts (serie de archivos de audio o video que se transmiten en línea y que pueden ser descargados o reproducidos en la misma forma) centrados en hombres, con apelaciones raciales explícitas para ambos grupos.

En fin, según las encuestas a boca de urna, Trump recogió mucho más apoyo también entre los hogares de rentas más bajas, que han notado mucho la subida de precios desde las elecciones de 2020.

De una u otra forma, los resultados dados a conocer poco antes de terminar de redactar esta ISAGOGE, Trump rebasó, con demasía, el número mágico de 270 votos electorales suficientes para ser declarado ganador de los comicios, mientras que Kamala Harris completó su cosecha con apenas 224 votos electorales. Y, hasta el momento no ha expresado ninguna inconformidad con el proceso electoral.

El reconocimiento del triunfo de Donald Trump empezó a darse desde la noche del día de los comicios. Canadá y varias capitales europeas fueron casi inmediatas, aunque la mayoría no dejaban más que una constancia diplomática, pero oportuna. En el caso de México, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, muy a la costumbre de su antecesor López Obrador, que retrasó el reconocimiento al presidente Joe Biden hasta el extremo, confía en que habrá buena relación con el próximo gobernante gane quien gane. Esperaría el momento oficial de la declaratoria del vencedor o de la vencedora.

Sheinbaum debe caminar rápido y segura. EUA no es ni Cuba, ni Venezuela.

Cuestionada sobre la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles de 25 por ciento a todos los productos si México no frena la ola de criminalidad, dijo que a veces se desconocen los esfuerzos que se han hecho para combatir el trasiego de drogas.
“En el momento que se determine quién es el ganador o ganadora, tiene que haber reuniones, información de alto nivel para que se conozca lo que se ha hecho en nuestro país tanto en términos de combate al narcotráfico, de evitar que llegue fentanilo a EUA y en migración”, explicó en la acostumbrada reunión mañanera.

Por otra parte, durante el conteo de votos en EUA, el peso mexicano cayó a 20.78 unidades por dólar, en su cotización Forex, con una marcada depreciación por el
nerviosismo del mercado ante la inminente llegada de Donald Trump al poder en la Unión Americana. Asimismo en las casas de cambio del aeropuerto y en la frontera norte, la moneda nacional llegó hasta los 20.80 por cada billete verde.

Con esa tendencia el dólar vuelve a anotar un máximo No Observado desde agosto de 2022 cuando la moneda mexicana se cotizó en un máximo de 20.77 pesos. Así, el peso mexicano se convirtió en la divisa más depreciada frente a las monedas de Polonia, República Checa y el rand sudafricano.

En fin, los sustos ya pasaron. Trump regresará a la Casa Blanca. Apenas comienza la segunda parte de la “era Trump”. Por una u otra razón, México sentirá el cambio y tendrá que actuar con pies de plomo, algo que seguramente provocará roces con la administración del magnate. La migración, el tráfico de drogas y los otros miles de conflictos que surgen todos los días a lo largo de la larguísima frontera con USA, recuerda la famosa frase atribuida a Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de Dios, tan cerca de Estados Unidos.

Como escribió el historiador David A. Bell, catedrático estadounidense de la Universidad de Princeton: “Trump ha hecho más que ningún otro político en la historia de EUA para transformar un partido político en un vehículo personal, impulsado por una base fanáticamente leal. Y ha hecho más que ningún otro político en la historia de EUA para socavar y amenazar los cimientos democráticos del país y del Estado de derecho . Nos guste o no, este capítulo de la historia estadounidense bien podría considerarse la era Trump”. La suerte está echada. Ya no hay retorno. VALE.