Y un sepulcro para ellos de honor
No habrá laurel de victoria para el heroísmo de Ucrania y tampoco para los invasores rusos. Para ninguno de los soldados ucranianos y rusos -y los mercenarios- habrá sepulcros de honor; y menos para las víctimas inocentes. En esta guerra interminable, tediosa, a la que hoy quita reflectores, luminarias, la estrepitosa caída del dictador sirio Bashar al Assad y la conformación de un gobierno presidido por el Yihadista Mohamed al Juliani, ¡que predica la tolerancia!
Los analistas internacionales destacan que la prioridad de la desordenada y personalista agenda del reincidente próximo inquilino de la Casa Blanca es, sin duda, la migración –que involucra directamente a México–; y, si diseñáramos una política inteligente al respecto, podríamos emplearla como elemento de presión sobre nuestro vecino, y también de enriquecimiento y fortaleza de él -los Estados Unidos- y de los inmigrantes. Pero ese es otro tema.
Destacan, asimismo, los analistas, como Piotr Smolar, corresponsal en Washington del diario francés Le Monde, que Donald Trump y sus consejeros tienen presente, al lado –“simultáneamente”- de la migración, el conflicto en Medio Oriente, Gaza ocupada y bombardeada por el ejército israelí, y el conflicto en Ucrania. En la inteligencia de que el conflicto el que tiene lugar en Oriente Medio es, según lo explicó el propio Trump entrevistado por la revista Time a fines de noviembre, más fácil de manejar que el de la guerra de Rusia contra Ucrania.
Respecto al conflicto en Medio Oriente, el enviado especial de Trump, ya “tocó base” en Emiratos Árabes Unidos y en Arabia Saudita, lo que permitirá acelerar la normalización de las relaciones entre los países árabes, en el marco de los llamados “Acuerdos de Abraham”, puestos en vigor durante la primera presidencia del neoyorkino. Pero en esta normalización árabe-israelí siguen sin aparecer el pueblo y los derechos palestinos y mucho menos la solución de dos Estados.
Por otra parte, Trump ha insistido varias veces -entre otras en la entrevista con Time- que Benjamín Netanyahu sabe de “su exigencia de terminar la guerra. Siria -sigue diciendo el norteamericano- “no le concierne a Estados Unidos”. Celebra la habilidad de la Turquía de Erdogan en la caída del régimen de Al-Assad. Y, en lo que hace a Irán, fuertemente golpeado y con sus apoyos: Hamas destrozado y Hezbola inhabilitado, Israel, de nuevo su verdugo, puede enviar mensajes a los iraníes, anunciándoles que “pronto serán libres”.
Respecto a Ucrania -y aquí vale la pena recordar que Zbigniew Brzezinski, el poderoso e implacable consejero internacional del presidente estadounidense Jimmy Carter, consideraba clave “geopolítica” a ese país para controlar a Rusia y China en sus apetitos hegemónicos- aunque Trump ha declarado reiteradamente durante su campaña que resolvería la guerra con Rusia “en 24 horas”, ya como presidente electo parecería conformarse con la congelación del conflicto y, al contrario del todavía presidente Biden, se opone totalmente a los bombardeos ucranianos a profundidad sobre territorio ruso.
Lo cierto es que la congelación, y más aún, el cese definitivo de la guerra, pasa por conversaciones de paz, propuestas y exigencias a negociar y protección a Ucrania durante y al fin de la negociación. ¿Significa eso que el neoyorkino ha conversado ya con su amigo Putin y concertado con él los términos de la negociación? Muy probablemente, aunque no se aceptara la existencia de tal conversación de amigos.
Lo que es, en cambio una realidad, es el hecho de que Ucrania y otros países europeos vecinos, en riesgo frente a Rusia, tendrían la protección de la OTAN, pero Kiev, de ninguna manera -subrayo- se incorporará a la Alianza Atlántica, pues ello es furiosamente rechazado por Moscú.
Recuérdese, de paso, que Trump amenaza con dejar de financiar y desligarse de esta Alianza -la OTAN- si los socios europeos no elevan sustancialmente el hoy mínimo aporte financiero a esa transnacional de defensa. Que Putin aborrece y nos recuerda las épocas de la guerra fría entre la Unión Soviética y sus satélites -más China- y el so-called Mundo Libre, liderado por Washington.
En lo que hace a los contenidos el do ut des que se propone negociar son cesiones de territorio de Ucrania a Rusia: la Península de Crimea y los territorios de sur y el este -el Donbás- de población ruso hablante o rusa simplemente. Esto es lo que quiere Putin; y, en algún momento planteó el propio Wolodymir Zelenski, mandatario ucraniano, pero condicionado.
Hago notar sobre el particular, que la situación que, en mi opinión, fortaleció el separatismo de las provincias de población ruso hablante o simplemente rusa, fueron las decisiones de gobierno y leyes que prohibieron, de facto, el uso del idioma ruso en documentos y en la comunicación verbal oficial.
El presidente norteamericano electo cuenta ya con un grupo de asesores y ejecutivos, muy disímbolo, que lo apoyarían en sus tareas vinculadas a la política exterior. Como consejero de seguridad nacional a Mike Waltz, que es de los que, en opinión de expertos, da tranquilidad a las posibles contrapartes de Estados Unidos. Pero aparentemente es el único de tales cualidades, que además estará en estrecho contacto con el tema de Ucrania -y el de Medio Oriente.
Otro personaje es Tulsi Gabbard, directora de información, muy pro Kremlin y que fue defensora del régimen de Al-Assad en Siria. El ya mencionado por mi en algún artículo anterior, Marco Rubio, un verdadero halcón, como secretario de Estado -secretario de Relaciones Exteriores. Y Richard Grenell, ex embajador en Alemania, “millonario, brutal y perverso”. Elon Musk, a quien se ha llamado “vicepresidente oficioso”, se reunió en Nueva York con el embajador de Irán, lo que ha causado extrañeza.
Al lado del apoyo de la OTAN y del, displicente, que daría Estados Unidos con Trump, Europa -la Unión Europea- se prepara para brindar siempre su propio apoyo al vecino ucraniano. El secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rute, ya se entrevista y otros líderes europeos, aprovechando la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas; y también se ha entrevistado con Zelenski.
Desde luego entre los presentes a estas reuniones sobre el dossier ucraniano se encuentran, con especial interés, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y Antonio Costa, presidente del Consejo. Y, de los jefes de Estado y de Gobierno, el canciller alemán Olaf Scholz, la primera ministra Giorgia Meloni de Italia y el premier polaco Donald Tusk. Macron, de obligada presencia en el tema, viajó de urgencia hasta el archipiélago francés de Mayotte, devastado por el ciclón Chido.
Tema clave de estas conversaciones ha sido precisar cómo sería el auxilio europeo a Ucrania tras un alto al fuego, ventilándose entre algunos gobernantes la idea de enviar fuerzas de paz extranjeras, que ha sido muy bendecida por Macron. Pero el polaco Tusk paró en seco la propuesta.
En estas discusiones mucho se ha comentado que, no obstante la presencia bélica de ucranianos en Rusia, Moscú está ganando la guerra. Ucrania solo puede dar golpes espectaculares como el asesinato de Igor Kirilov, general de alto rango, que dirigió las fuerzas de defensa nuclear, biológica y química de Rusia. También -por cierto- se ganó la reputación de difundir desinformación.
Concluyo mi artículo citando a la respetada analista Nina L. Khrushcheva, quien después de afirmar que todas las propuestas de paz prescriben el desmembramiento de Ucrania, previene sobre la creación de “guerrillas” ucranianas, tan feroces como las de los chechenos. “Ya en 2022, los ucranianos prometieron una guerra de guerrillas contra Rusia”.