En los dos escenarios a que he hecho referencia, hay algo que es evidente: ante la falta de partidos de oposición y de instituciones que equilibren el ejercicio de la autoridad, quienes resulten presidentes de la República de ahora en adelante estarán en posibilidad de usar y abusar del Poder Público. Se trata de una cuota excesiva de Poder; ésta es la que, de hecho y de derecho, derivó de las elecciones pasadas y de las reformas constitucionales de 2024,

Esos presidentes de la República, ante la falta de una oposición real, serán auténticos dictadores; podrán hacer y deshacer. No encontrarán barrera a su acción abusiva, ni quien les impida posibles inacciones criminales o quién les intente fincar responsabilidad.

En los tiempos actuales, en Occidente, es inadmisible la existencia de un partido hegemónico; se considera inaceptable imponer a los miembros de una organización política una disciplina partidista que los obligue a consentir acciones u omisiones que lleguen a los linderos de destruir las libertades y los derechos individuales y públicos.

Toda concentración excesiva de poder es peligrosa. El PRI, un partido hegemónico, a largo plazo, perdió el poder por una división interna. Morena, otro partido hegemónico, a corto plazo, tan corto como lo es el 2030, también lo pudiera perder. Ante la falta de un jefe; Adán Augusto López y Ricardo Monreal, por cuestiones de dinero y poder, como guajolotes, andan agarrados del moco y en público. Se han dicho de todo: hasta de lo que son.

El PRI, fundado por un bando revolucionario triunfador: el obregonista, se consolidó en el poder y lo retuvo durante ochenta años. Se desgastó por haber abandonado sus banderas nacionalistas, revolucionarias y de dádivas: reforma agraria, que implicó el reparto de tierras; y derechos de los trabajadores; también lo perdió por haberse dividido. Con Carlos Salinas se convirtió en neoliberal y privatizador. Hubo otras razones: haber perdido la permeabilidad que lo caracterizó, en el sentido de dar cabida a nuevos cuadros, ambiciosos y sin escrúpulos, como fue el caso de AMLO, o de un líder natural y comprometido, como lo fue Cuauhtémoc Cárdenas. Se convirtió en un coto cerrado y familiar. El PRI, al vicio de la corrupción, agregó el defecto del nepotismo

Morena, por ser obra de un solo hombre, pudiera desaparecer con él. Es evidente que Claudia Sheinbaum carece de carisma; no tiene la oratoria rupestre, falaz y demagógica de su amo; no muestra la falta de escrúpulos, desvergüenza y poder de convocatoria que tiene AMLO; por ello, al faltar éste y desaparecer el elemento aglutinador de las diferentes tribus que conforman Morena, al igual que el Sol y otras estrellas, por causas internas explotará, dando origen a muchas fracciones, con lo que dará causa al surgimiento de varios partidos políticos. En 2030 los líderes que ahora agachan la cabeza y besan la mano de la señora Sheinbaum, ante la falta de AMLO, reclamarán ser sus herederos legítimos y únicos.

En ese momento ya no habrá PAN, PRI y, mucho menos, PRD. Habrá un cielo, una tierra nueva y un estado absoluto, en el que la Constitución que lo consagra, por carencia de cohesión, será difícil y hasta imposible, reformar. El monstruo político todo poderoso que AMLO y Morena crearon pudiera haber llegado para quedarse y por mucho tiempo. Ante la imposibilidad de introducir cambios en la Constitución, por la falta de consensos, debido a la división, es factible que se intente introducir cambios al margen de lo que dispone el artículo 135 de la propia Carta Magna.

El político mexicano, por regla general, es pródigo en ambiciones, avaro en principios y carente de valores. No abundan los que tienen firmen convicciones. La convocatoria para ministros, magistrados y jueces lo ha demostrado. En las listas hay de todos: adversarios de la reforma al Poder Judicial, indiferentes a ella y partidarios de ella. Los que se inscribieron olvidaron los principios y guardaron las convicciones para mejor ocasión. El nombre de Jaime Cárdenas Gracia, que en otros tiempos correspondió a un jurista independiente, demócrata y con valores, aparece en la lista de candidatos a ministro de la Suprema Corte. Tengo la esperanza de que se trate de un error. De otra manera, sólo cabe decir: ¡Qué tiempos! ¡Qué costumbres! (Cicerón, Catilinaria, I, 2).

La experiencia ha demostrado que dentro de la administración de Morena hay lugar para todos los disidentes. AMLO y Claudia Sheinbaum están esperando que un opositor quede desocupado para ofrecerle una posición política. No faltarán embajadas, consulados o descentralizados vacantes, para quien esté dispuesto a cambiar de camiseta y renunciar a sus convicciones políticas. Morena es permeable; absorbe de todo: bueno, regular y malo. Los Yunes son una prueba. De ellos no digo que se ubiquen en alguno de esos rubros; me limito a decir: que fueron priistas. Con eso está dicho todo.

En los momentos actuales es imposible pensar en ser oposición y suponer que por vía de un nuevo partido se puede alcanzar el poder. Quien dentro de una nueva organización política haga punta o cabeza, pronto será reclutado por Morena. Este partido, por ser joven, todavía es permeable.

Es impensable suponer que es viable la formación de un partido de oposición y hacerlo con los restos que, en su agonía, han abandonado los partidos políticos que están en vías de extinción. Que por lucha no quede, en una de esas y hasta ganan una diputación. Así comenzó el PAN y, con el tiempo y paciencia, terminó ganando la presidencia de la República.

Ante la carencia de tribunales imparciales, los litigantes están buscando cómo sobrevivir.  Como decían los griegos para referirse a otros tiempos mejores: Fueron en otro tiempo los milesios varones esforzados, en el contexto mexicano podemos decir: en otros tiempos hubo gente de convicciones: José María Luis Mora, Francisco Zarco, Guillermo Prieto, los hermanos Flores Magón, Alberto Vázquez del Mercado, entre otros. Se rompió el molde, ya no los hacen. Espero estar equivocado, Emilio Álvarez Icaza y otros como él, son una esperanza en este México carente de principios y valores.

Insisto: el invierno político ha comenzado: amenaza con convertirse en una nueva glaciación, como aquella que, a decir de los científicos, en el estrecho de Bering, unió a Asia con América y que permitió el paso de los hombres de un continente a otro.