Con la llegada de la electricidad, no faltaron quienes anunciaron múltiples desgracias ante algo que seguía causando asombro por la falta de comprensión por la manera en que hacía funcionar ciertos aparatos.

Más tarde, con el arribo de los automóviles a las calles de las ciudades del mundo, también no tardaron en aparecer críticas ante los posibles problemas que surgirían, incluso denunciando que la velocidad podría afectar al cuerpo humano, además de apreciar como ciertos empleos –como los encargados de los caballos– se perdían, aunque surgieron nuevos.

Décadas después, con la masificación de Internet, no faltaron voces que denunciaban las afectaciones que vería la sociedad mundial por una nueva tecnología que provocaba suspicacias y no eran completamente entendida.

No puede faltar en esta relación la manera en que en su momento también fueron condenados avances tecnológicos como el cine o la televisión, que originaron advertencias de quienes las veían como perniciosas para la gente.

Ahora, la Inteligencia Artificial se suma a estas tecnologías que cuando aparecen provocan condenas, preocupaciones y advertencias, incluso en ocasiones fatalistas, de quienes en lugar de comprenderlas las utilizan para asustar a otros que no están bien informados.

Como el caso de la llegada de la electricidad o los autos, hay empleos que se perderán, pero otros se crearán compensando y con creced esas pérdidas, algo que no se comenta mucho entre los agoreros del desastre.

Así, la electricidad, los autos, la Internet y ahora la Inteligencia Artificial han provocado advertencias que al paso del tiempo se comprobó que eran exageradas.