– Y tú, qué concepto tienes de la idiosincrasia, Carlos?
– Como su nombre lo indica, creo que es algo que se refiere a la idea u opinión que se tiene sobre una persona, similar a la ideología, Nicéforo. ¿es correcto?
– No es un vocablo de uso frecuente, por lo que es excusable tu imprecisión; por cierto, ¡mis parabienes!, porque me dicen que reanudaste tus estudios de Latín y Griego; te aclaro que ideología e idiosincrasia son de extracción griega ciertamente, pero ideología proviene de idea, as (espíritu suave en la iota y acento agudo en la épsilon)=forma, idea, y logos, ou (acento agudo en la primera ómicron)=palabra, estudio, tratado, es decir estudio de las ideas; idiosincrasia viene de idios a on (espíritu suave y acento agudo en la primera iota) = propio, especial, particular y sugkrisis eos o también sugkrasis eos (ambas con acento agudo en la ú(i)psilon y el genitivo con omega en lugar de ómicron),=mezcla, reunión, del verbo sugkerannumi ( acento agudo en el alfa ) =juntar, mezclar, trabar amistad con; voz media: unirse con, familiarizarse con alguien; luego, no literalmente para evitar el laconismo, pero tampoco literariamente, podemos definir la idiosincrasia, ad sensum, como el carácter o rasgos o características peculiares y propias de una colectividad, comunidad o sociedad política ( pueblo ) que distinguen su mentalidad y su comportamiento familiar, social y político; por el significado de sugkerannumi, aunque implique un pleonasmo decirlo, nadie traba amistad ni se familiariza consigo mismo, sino con terceras personas, por lo que es una anfibología aludir a la idiosincrasia de una sola persona; no lo es, en cambio, si se atribuye a una colectividad.
Hemos de evitar escribir “ideosincrasia” o “idiosincracia”, porque insistimos, su primer componente no es idea, sino el adjetivo “idios” y cualquier palabra que aceptemos como étimos= verdadero, auténtico= etimología, sea síncrisis o síncrasis, al romancear las palabras griegas y latinas, la t se convierte en c y la s sigue igual, como s; por eso lo correcto es idiosincrasia, así como acertado es, de democratia decir democracia, de dimissio –nis dimisión, de oratio – nis oración, de gratia gracia . Pero debo hacer un alto, pues ya los fastidié con temas que se cursaron en la Preparatoria.
– Al contrario, Nicéforo, has aclarado muy puntualmente los conceptos anteriores, bien que nos hacían falta; y si nos referimos a los políticos actuales, que destacan por su mediocridad ( mientras más ignorantes, más leales, dice su guía ) se arroja alguna luz entre tanta obscuridad. Pero como una vez dijo Patricio, en México todos los políticos, de cualquier partido que sean, al tomar posesión del cargo, se creen seres transfigurados como si una diosa los hubiera parido con una sabiduría mítica, y en forma altanera, pero haciendo el ridículo, se yerguen como la voz la verdad, así vociferen vergonzosas estolideces; todos hemos sido testigos de los inconcebibles dislates de L.O. y de su aleccionada discípula autovalorándose como los supremos intérpretes de la Constitución y mofándose de los Ministros de la SCJN calificándolos de ignorantes, además de corruptos; como resultado de ello, fluían a cántaros las burlas del pueblo hacia los santones citados, o mejor dicho contra los petulantes dictadores.
También queremos oír tu opinión, Patricio.
– Gracias, Carlos; al dirigirnos a esta reunión, comentábamos Nicéforo y yo,( lo que motivó la pregunta que él te hizo sobre la idiosincrasia) si el silencio, la indiferencia, el conformismo y la apatía de la población ante esta verdadera catarata de tropelías, arbitrariedades y destrucciones de esta dictadura que nos ha tocado enfrentar, encabezada por el corifeo de Macuspana, autodesenmascarado ya como un enemigo del pueblo y de la democracia, puede catalogarse o determinarse como una parte de la idiosincrasia del pueblo mexicano.
La resignación consciente e incondicional, el sometimiento voluntario a la abyección, vejación y envilecimiento, al extremo de sufrir estoicamente ( cfr. Diccionario Oxford ) el deshonor y la traición de esta horda insaciable de poder y arrasadora de la justicia, de la legalidad y de las instituciones, que busca fortalecer la dictadura implantada en forma artera y maquiavélica por López Obrador y como verdugos impulsados por la venganza, exterminan la independencia, la sabiduría y la imparcialidad del Poder más noble y eminente de la Federación como impartidor de justicia, eliminan los Órganos Autónomos encargados de moderar la tiranía del Presidente, proscriben los derechos humanos y garantías individuales, incluso el juicio de amparo, con la embozada y perversa asesoría de Arturo Zaldívar, no son compatibles con la tradición, el espíritu ni el patriotismo del mexicano.
Si, aparte del dictador, de su espuria sucesora y de sus legisladores lacayos, aún perviven sectores del pueblo capaces de abjurar de su dignidad, su integridad y amor patrio a cambio de unas monedas procedentes de nuestras contribuciones, prefiriendo acariciar la mano del déspota que los encadena, mancillarán su propio nombre y el de su familia y quedarán señalados por el índice de fuego del inmortal Madero, apóstol de la democracia, que con razón reprochaba al pueblo que cuando no se rebela ante el dictador, tan culpable es éste como el propio pueblo que ante él se inclina.
Es cierto, lamentablemente, que no todo el pueblo lucha en contra de la dictadura, pero también debemos reiterar que no es verdad que la apatía, el abatimiento, la desesperanza, la postración o docilidad ante el poder, sean parte de la idiosincrasia de este pueblo.
¡MEXICANO!: si, como lo suponemos, aún tienes dignidad, libertad, honor que defender y amor a tu Patria, ¡no claudiques, sigue luchando! Resuena en nuestra alma la apodíctica voz de Solón cuando hace 26 siglos prevenía a los atenienses que ”La indiferencia del pueblo es la ruina del Estado”, y no menos lapidaria fue la orden de que “Aquellos que en las revueltas permanecieran neutrales, perdieran su ciudadanía” (Will Durant, LA VIDA DE GRECIA, Editorial Sudamericana Tomo I Pág. 185).
Nuestro pueblo, en cuyo corazón vibra indeleble el espíritu libertario de Cuauhtémoc y de Francisco I. Madero, ha sido engañado por ese grupo de apátridas nefastos que blandiendo el pendón de la democracia para llegar al poder, son ahora un puñado de palafreneros que “tienen a honor” servir a Obrador, traicionando al pueblo que los eligió, pero que inexorablemente, al haber provocado el TRASTORNO PÚBLICO que vivimos, en aplicación del artículo 136 de nuestra Constitución, recibirán el castigo y el desprecio que merecen.