La semana pasada, Colombia vivió un episodio que quedó marcado como uno de los momentos más humillantes en su historia reciente. Todo comenzó con una declaración desafiante del presidente Gustavo Petro, quien rechazó la llegada de dos aviones militares cargados de migrantes deportados desde Estados Unidos. En un giro irónico y devastador, la “defensa de la dignidad” se transformó en una capitulación total ante las represalias brutales de Donald Trump. Lo que siguió fue un recordatorio escalofriante de cuán frágiles son las economías dependientes.

 

Inicio: Petro Contra el Gigante

El 22 de enero de 2025, Gustavo Petro anunció con tono desafiante que Colombia no permitiría que aviones militares estadounidenses transportaran migrantes deportados. “Un migrante no es un delincuente,” proclamó, exigiendo vuelos civiles y condiciones humanitarias.

Pero estas palabras, que parecían dirigidas al corazón de los derechos humanos, desataron una tormenta. La respuesta de la Casa Blanca no se hizo esperar. Liderada por un Donald Trump en busca de reafirmar su poder, Estados Unidos contraatacó con una ferocidad calculada.

 

Golpe: Aranceles y Visas

Trump dictó un castigo ejemplar: aranceles inmediatos del 25 por ciento a todos los productos colombianos, incluidos café, flores y textiles. En cuestión de horas, sectores enteros de la economía comenzaron a tambalear. Caficultores, quienes dependen de Estados Unidos para el 40% de sus exportaciones, predijeron pérdidas de hasta 300,000 empleos. Las flores, orgullo nacional y generadoras de más de $1,000 millones de dólares anuales, también quedaron en riesgo.

Pero Trump no se detuvo ahí. En un movimiento que heló la sangre de millones, ordenó la suspensión de la emisión de visas en la embajada de Estados Unidos en Bogotá. De inmediato, más de 500,000 colombianos que aplican anualmente a visas de turismo, trabajo y estudio quedaron atrapados. Historias desgarradoras inundaron los medios: estudiantes que perdieron becas, familias separadas, sueños truncados.

 

Caída del peso y Caos

El impacto económico fue tan implacable como inmediato. Entre el 22 y el 25 de enero, el peso colombiano se desplomó un 5%, alcanzando un histórico 5,100 pesos por dólar. Esto encareció los bienes importados y golpeó duramente a las clases medias y bajas, que vieron cómo su poder adquisitivo desaparecía ante sus ojos, en cuestión de horas.

En las calles y aeropuertos, el pánico era palpable. Familias desesperadas cancelaban vuelos, estudiantes quedaban varados y los negocios que dependían de importaciones tambaleaban. Era como si una sombra de desesperación colectiva se hubiese apoderado del país.

 

Reacción de los colombianos

El pueblo colombiano no tardó en expresar su indignación. En redes sociales, las etiquetas #PetroHumillado y #ColombiaEnCrisis se volvieron tendencia. Protestas espontáneas surgieron en varias ciudades, con ciudadanos acusando al gobierno de falta de estrategia y de exponer a la nación a un castigo innecesario. “¿Esto es lo que significa dignidad? Estar a merced de un tirano extranjero,” gritó un manifestante en Bogotá. Mientras tanto, analistas políticos criticaron el manejo del conflicto, calificándolo de “una improvisación que nos costó caro.”

 

Reacción en redes sociales: burlas, ironías y el reflejo del miedo colectivo

El discurso de Gustavo Petro en redes sociales, más cercano a un pésimo soliloquio que a una declaración de liderazgo, se convirtió en un espectáculo viral. Su afirmación de que “Estados Unidos es aburridor” resonó como una burla no solo para Trump, sino para los cientos de miles de colombianos que ahora enfrentan la realidad de no poder viajar, estudiar o trabajar en ese “aburrido” país. Las redes sociales no tardaron en reaccionar. El reconocido estratega Fernán Martínez lanzó una frase que encapsuló el sentir de muchos: “Estados Unidos es tan poderoso que logró lo imposible: poner a Petro a trabajar un domingo” (@FernanMartinez). En cuestión de horas, su comentario acumuló decenas de miles de likes y compartidos, consolidándose como una de las críticas más ingeniosas y punzantes.

Mientras tanto, las referencias de Petro a Sacco y Vanzetti, Noam Chomsky y las “mariposas amarillas” de García Márquez provocaron una oleada de respuestas críticas. El periodista Leonardo Pizarro (@PizarroLeonardo) compartió: “En lugar de explicar cómo va a responder a los aranceles y al bloqueo de visas, Petro nos da una clase de literatura. Señor presidente, ni Chomsky ni Sacco y Vanzetti van a ayudarnos a pagar el arroz más caro”. Este tuit se viralizó rápidamente, generando más de 30,000 interacciones en pocas horas. Por su parte, la frase de Petro sobre el “aburridor” Estados Unidos fue reinterpretada irónicamente: “Qué privilegio tener gastritis y no necesitar una visa para buscar oportunidades”, comentó @CarolinaGomezC, acompañando su mensaje con la etiqueta #PetroNoMeRepresenta.

El hashtag #PetroEsclavoDeMaduro también cobró fuerza, reflejando la frustración de quienes veían su discurso como una narrativa más alineada con la ideología bolivariana que con las necesidades urgentes de los colombianos. Incluso las alusiones a Bolívar y la “tierra de las mariposas amarillas” fueron ridiculizadas: “Al menos las mariposas no necesitan visa, porque los colombianos ya no pueden ni volar”, comentó @DianaMemes, quien utilizó su perfil para compartir decenas de memes sobre el tema.

 

Reacción de otros países

El episodio también generó reacciones en el ámbito internacional. Gobiernos latinoamericanos como los de México y Argentina expresaron su preocupación por las represalias de Estados Unidos, calificándolas como “una señal alarmante de intervencionismo”. Por otro lado, potencias como China y Rusia observaron con interés, considerando cómo este desequilibrio de poder podría servir a sus narrativas sobre el dominio hegemónico estadounidense. En contraste, países europeos como Alemania y Francia guardaron silencio, subrayando cómo el pragmatismo económico suele superar los principios diplomáticos.

 

Rendición: Colombia Doblegada

El 25 de enero, ante la amenaza de un colapso económico total, Gustavo Petro no tuvo otra opción que rendirse, la deshonra es total, ahora pende sobre su cabeza la posibilidad de juicio político y alguna que otra revuelta en el país que ya no gobierna. O sea, Trump lo expulso del poder y lo dejó en la presidencia, en un comunicado oficial, anunció que aceptaría los vuelos militares con deportados, poniendo fin a su breve resistencia. Intentó justificar la decisión como “pragmática,” pero para la opinión pública, la imagen era clara: Colombia había sido humillada.

 

Victoria de Trump

El 26 de enero, la Casa Blanca anunció con bombos y platillos la cancelación de los aranceles y la reanudación de visas. “Hemos demostrado que Estados Unidos no tolerará la falta de cooperación,” declaró Trump, con la arrogancia de quien sabe que acaba de doblar a una nación entera.

 

¿Qué pudo haber hecho Petro?

En retrospectiva, el manejo de Petro evidencia la falta de preparación para un enfrentamiento de esta magnitud. Una estrategia alternativa podría haber implicado una coalición diplomática regional, en la que otros países latinoamericanos respaldaran la postura colombiana frente a las represalias de Estados Unidos. La negociación previa y discreta también habría sido clave: dialogar con Washington antes de anunciar públicamente la negativa a recibir los vuelos pudo haber evitado la escalada. Adicionalmente, fortalecer los lazos con potencias emergentes como China y Rusia para diversificar mercados habría permitido amortiguar el impacto de los aranceles. Petro apostó por una narrativa moral, pero careció de los cálculos pragmáticos necesarios para sostener su postura.

Además, no puede ignorarse un factor clave: las relaciones estratégicas e informativas entre Colombia y Estados Unidos. Petro, como exguerrillero, enfrenta un estigma histórico que probablemente lo excluya de ciertas cadenas de inteligencia compartida con Washington. Esto podría haberlo dejado aislado por su propio entorno en términos de información crítica sobre las intenciones y límites de Estados Unidos. Asimismo, la cooperación militar entre ambos países, aunque sólida en el pasado, pudo haberse visto afectada por la falta de confianza en su liderazgo. Estas barreras podrían haber minado su capacidad de anticipar las represalias, dejando a su gobierno sin las herramientas necesarias para una respuesta efectiva.

 

Lección de miedo

Este episodio no solo deja una cicatriz profunda en la economía colombiana, sino también un mensaje aterrador para el mundo. Estados Unidos puede paralizar economías enteras con un chasquido de dedos. Petro, quien comenzó la semana como defensor de los derechos humanos, terminó como un líder que aprendió a la fuerza que desafiar a un gigante tiene consecuencias brutales.

Ahora, millones de colombianos viven con una inquietud latente: si esto pasó en una semana, ¿qué podría pasar la próxima vez? El miedo, como siempre, sigue siendo la herramienta más poderosa en este juego de poderes.

@DrThe