Un viejo dicho da por bueno que los “pueblos tienen los gobernantes que merecen”, lo cual como todas esas afirmaciones gratuitas cuentan con algo de verdad y mucho de mentira, o al revés, todo depende de cómo se digan o quién haga la aseveración. Las últimas elecciones celebradas en Estados Unidos de América —las que llevaron al poder a Donald Trump en primera instancia, cuando derrotó a la ex primera dama Hillary Clinton y la más reciente, frente a la apabullada demócrata Kamala Harris, candidata emergente que sustituyó como abanderada al octogenario Joe Biden que no superó sus fallas de ancianidad—, y en la República Mexicana, cuando la izquierda finamente pudo aupar a uno de sus militantes al Poder Ejecutivo, el ex priista tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, pueden servir de ejemplo para comprobar la veracidad de que “los pueblos tienen los gobernantes que merecen”.
Nadie puede asegurar que el dicho se apegue a la “verdad”, el hecho es que dos populistas (como Trump y López Obrador, que eso son en realidad: populistas en el sentido más liberal del término), se hicieron del poder en forma apabullante; el primero en su segundo mandato, piensa que es el sumo pontífice con poder universal para disponer aranceles y expropiaciones urbi et orbi ; y el segundo logró elegir, para el proceso de sucesión, a su “corcholata” preferida, que asumió la presidencia con una gran votación, que le ha hecho creer que recibía una “patente de corso” y no un mandato popular. Esa creencia ya le permitió actuar como autócrata sostenida por el Poder Ejecutivo y el Legislativo, haciendo a un lado al Judicial, porque éste “no respeta a sus pares”, dejando a su titular fuera de la centésima octava ceremonia del Día de la Constitución que rige al país y que dispone que México es una República gobernada por tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Nada más, nada menos. Pese a esto, es difícil aseverar que EUA y México “tienen los gobiernos que merecen”, sean o no de “segunda o de cuarta transformación”.
Mientras la 4T celebra, con bombos y platillos, que Claudia Sheinbaum Pardo es la “triunfadora” de la primera vencida entre ella y el mandatario estadounidense Donald John Trump, éste en su primer día de retorno a la Casa Blanca, el 20 de enero pasado prometió (y cumplió) hacer lo que ningún otro Ejecutivo había hecho jamás: “Vamos a hacer cosas que dejarán impactada a la gente”, declaró.
De hecho, en contra de las normas tradicionales, el empresario neoyorquino especialista en programas de TV, por lo menos sí logró impactar ese primer lunes de gobierno, gracias a sus demostraciones de poder personal que desafían a los tribunales, al Congreso y a las líneas éticas de gobierno que mantenían atadas las manos de los presidentes anteriores. Gestos que indujeron a que muchos analistas hicieran comparaciones con los “perros que ladran mucho y muerden poco”. Gestos que no deberían engañar a los adversarios del republicano que entre otras cosas, también ha logrado controlar a los políticos de su partido. Algo poco común.
Atolondrados —electores y nuevos funcionarios—, en la Unión Americana después de los comicios presidenciales favorables a los republicanos, pero muy al tanto de los propósitos de Trump, como cuentan David Brooks y Jim Cason, excelentes reporteros en New York y Washington, “apenas arrancó el torbellino del nuevo gobierno —incluyendo actos de venganza, purgas, amenazas, mentiras, reformas derechistas y, pues, a propósito caos— y ya hay una iniciativa para aumentar la ley con el fin de permitir que esto continúe aún más, con un tercer periodo de Donald Trump en la Casa Blanca”. Sin duda, en todas partes hay vivillos que no desperdician el tiempo. Y Trump, como dice una de sus innumerables portavoces: “no desperdician el tiempo”. Sabe que cuatro años se van como agua entre los dedos.
Lo prometido es deuda y ya sacó de atrás de las rejas hasta sus seguidores más violentos, los que atacaron el Capitolio estadunidense en su nombre el 6 de enero de 2021. Le quitó los guardias de seguridad a antiguos asesores que fueron amenazados de ser asesinados. Es más, haciendo a un lado una ley (“act” llaman en EUA), aprobada por republicanos y demócratas y ratificada por la Corte Suprema, permitió que la aplicación TikTok, china, continuará utilizándose en la Unión, no obstante los pruritos de seguridad nacional.
Para evitar cualquier sorpresa, el Ejecutivo ordenó denunciar a cualquier sospechoso de no actuar sus órdenes (deseos), de lo contrario podría enfrentar “consecuencias adversas”. Por lo menos cesó a 12 inspectores generales que monitorean las dependencias en busca de corrupción, saltándose una ley que le asigne avisar al Congreso con 30 días de anticipación y ofrecer razones.
Claro que algunas de estas órdenes podrán ser nulificadas por los tribunales, pero, según explica Brenda Nyhan, catedrático de la materia de Gobierno en la Universidad Dartmouth College, en New Hampshire, “el nivel de obediencia anticipada que seamos viendo por parte de empresas, universidades y medios de comunicación no se parece a nada que haya visto en mi vida”.
El primer mandato “preparó” al magnate, algo de lo que carecía antes. En gran medida, su novatez le impidió ejercer su voluntad. Washington lo desconcertaba. Ahora, está llevando a cabo sus ideas con asistentes de ideas más afines. Por ejemplo, cambió la 14a. Enmienda de la Constitución para declarar que no garantiza la ciudadanía automática a todo niño nacido en EUA. EN tres días un juez federal bloqueó temporalmente la medida, pero la disputa llegará, sin duda, a la Suprema Corte.
Lo más hilarante ha sido el nuevo bautismo del Golfo de México por Golfo de América. Los Clinton y Barack Obama, amén de no pocos republicanos, testigos del discurso de Ascención, todavía no paran de reír. Por no resaltar la presión que ha hecho sobre Canadá y Justin Trudeau para que Canadá se convierta en el Estado número 51 y su baladronada de recurrir al uso de la fuerza para apoderarse de Groenlandia y regresar al dominio del Canal de Panamá.
Los respectivos mandatarios ya le contestaron como correspondía. Trudeau ha sido el más perjudicado. Ya anunció su salida del gobierno después de una década de ejercerlo. Obvio, los canadienses no comulgan con la idea de convertirse en estadounidenses. Respecto al Canal de Panamá, aunque el presidente José Raúl Mulino declaró que “la Soberanía del canal no estaba a discusión”, también manifestó después de una visita del secretario de Estado de EUA, Marco Rubio, que no renovará el memorando de entendimiento con China sobre la “ruta de la seda” para ampliar el intercambio comercial que fue firmado con Pekín en 2017 y que estudia la posibilidad de terminarlo antes de su vencimiento.
Más aún, Mulino ofreció a Washington el uso de una base militar en el Darién, luego de que Rubio le advirtió que la Casa Blanca adoptará “medidas” si no “hay cambios inmediatos en el Canal en cuanto a la presencia del gigante asiático. EUA no ha descartado el uso del ejército para recuperar la vía de comunicación construida por el Tío Sam y entregado a Panamá en diciembre de 1999, gracias a tratados internacionales de 1977, al alegar que la administración panameña cobra peajes muy elevados a USA y que soldados chinos están desplegados en la vía interoceánica, lo cual, por cierto, es falso.
Durante el encuentro entre el mandatario panameño y el secretario de Estado, se habló sobre el problema migratorio con destino a EUA, y se reconoció a Panamá como país de tránsito y ofreció su territorio como puente para recibir a indocumentados deportados de Colombia, Venezuela, Ecuador y otras nacionalidades, sin es necesario, siempre y cuando los gastos de los no panameños sean cubiertos por EUA. Incluso se trató el tema del narcotráfico, de los cárteles mexicanos en la zona del canal y de la organización criminal venezolana Tren de Aragua, sin proporcionar mayores detalles. En la reunión, Panamá cedió en muchos puntos. Una reunión desnivelada.
Aparte de las negociaciones —así las llama la presidenta de la 4T—, entre la administración Trump y México, el magnate se ha enfrentado verbalmente con Europa (la Unión Europea), con China y con organismos internacionales que no son de su agrado como el Acuerdo de París, e incluso ha ordenado la desaparición de oficinas estadounidenses que proporcionaban ayuda a muchos países e instituciones internacionales. Empieza, además, incursiones militares con ataques aéreos contra el grupo Estado Islámico (ISIS), en el norte de Somalia. Trae el machete desenvainado.
Por otra parte, Gustavo Petro Urrego, presidente de Colombia, trató de enfrentarse del tú a tú con Trump, con los resultados que ya se conocen. En general el magnate todavía no sufre derrotas evidentes. Aunque, es probable que pronto, más de lo que él imagina, empiece a probar algunos fuertes tropiezos que podrían tener consecuencias tanto en el continente americano como en Asia. Por ejemplo, el martes pasado la República Popular China anunció que a partir del 10 del mes en curso, impondría aranceles adicionales del 15 por ciento al carbón y al gas natural licuado procedentes de EUA, y de un 10 por ciento al petróleo, la maquinaria agrícola, vehículos de gran cilindrada y las camionetas.
Estas disposiciones no se deben a que Xi Jinping quiera ser la competencia personal del magnate. Dos Personajes radicalmente diferentes. Sino como respuesta al aviso del republicano de imponer, a partir del propio martes 4 de febrero, un 10% de gravámenes a las importaciones chinas —aunque en un principio amenazó con el 60%, algo totalmente inusitado—, en represalia por el fentanilo (potente fármaco opiáceo sintético, cien veces más potente que la morfina) que según el sucesor de Joe Biden es ilegalmente introducido a EUA por las fronteras de Canadá y México.
Ante las amenazas del mandatario americano, Jinping actuó rápidamente y llevó más lejos la prevista contraofensiva arancelaria al anunciar una investigación antimonopolio contra Google —la famosa empresa tecnológica multinacional, con sede en California—además de otra arma más novedosa, pero que marcará el futuro de las dos superpotencias por la hegemonía mundial: el control y el comercio de las tierras o minerales raros, esenciales para la nueva tecnología, cuyas mayores reservas mundiales se encuentran nada menos que en territorio chino. ¡Qué casualidad!
En suma, Pekín anunció en plenas fiestas por el Año Nuevo Lunar, simbolizado por la serpiente, controles de explotación sobre cinco metales críticos (17 son los elementos de las tierras raras): tungsteno, molibdeno, indio, bismuto, telurio, que son esenciales para diversas industrias modernas, desde la defensa y la electrónica hasta las energías limpias. Dichos controles buscarían retrasar los procesos de exportación a EUA de estos materiales dado que a partir del miércoles 5 de febrero las empresas interesadas deberán solidaridad licencias primero. EUA no es el principal productor de estos metales por lo que se verían afectadas varias empresas de sectores como la electrónica, las energías renovables y la automoción que afrontarían aumentos en los costos de producción en caso de que no logren las nuevas licencias requeridas.
Primero los “intereses nacionales”, dicen los chinos. Y el gobierno de Trump, sigue navegando con su lema de “hacer grande otra vez a EUA”. Ese es el tenor de los tiempos del Nuevo Año. Trump piensa que tiene el control del mundo por el mango, quizás la realidad muestre lo contrario. Ya se verá muy pronto. VALE.