En TikTok, en años recientes la atención de los usuarios se dirigió a los llamados narcoinfluencers quienes difunden lo que para muchos es una glorificación de la narcocultura, mostrando armas y artículos de lujo, así como dinero. Un par de ellos en Sinaloa fueron asesinados en medio de sospechas de una relación con facciones del Cártel de Sinaloa en 2024 y 2025.
En 2019, luego del fracaso del operativo para detener a Ovidio Guzmán, el conocido “Culiacanazo”, el Cártel de Sinaloa difundió videos en los que se aprecian acciones violentas como parte de la presión que hicieron en contra del gobierno para evitar la detención de uno de sus líderes.
En 2020, con motivo de la pandemia y los efectos económicos que trajo, tanto el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) como el de Sinaloa difundieron videos en redes sociales en los que se mostraban repartiendo despensas como un acto de solidaridad con la población, como señalaban en sus mensajes.
En julio de 2021, el CJNG publicó un video mostrando decenas de vehículos blindados y hombres armados marchando en Aguililla, Michoacán, mostrando su poder de fuego y desafiando a sus rivales.
En agosto de ese mismo año, el CJNG amenazó en otro video a la periodista Azucena Uresti por la cobertura que había hecho de sus acciones, acusándola de atacarlos.
En 2023, la Familia Michoacana secuestró a un par de periodistas y publicó un video en redes sociales para demostrar su control y disuadir a otros de informar sobre sus actividades; el mensaje difundido junto a las imágenes fue “para que vean que tarde o temprano damos con los culeros”.
En marzo de 2025, el CJNG difundió un video negando que el rancho Izaguirre fuera un centro de exterminio o reclutamiento. Este caso es notable por su tono defensivo y su intento de desacreditar a los colectivos de búsqueda, lo que sugiere una respuesta directa al impacto mediático del hallazgo de restos óseos y objetos personales por parte de Guerreros Buscadores de Jalisco. Llamó la atención las palabras con las que se cierra el video: “Somos el pueblo, servimos al pueblo y estamos con el pueblo”.
Junto a las narcomantas y el uso de redes sociales para reclutar nuevos miembros, los cárteles del narcotráfico en México han desplegado una estrategia de comunicación precisa que les empieza a dar frutos.
Los objetivos detrás de esta narcoestrategia son claros: legitimación social, por un lado –como en el caso del reparto de despensas o las menciones al pueblo–, en tanto que también buscan contrarrestar narrativas negativas como se aprecia en el video relativo al Rancho Izaguirre.
Pero también buscan proyectar poder y control territorial –como se ejemplifica con el video del desfile en Aguililla– y promover el reclutamiento de nuevos miembros.
No puede faltar el aspecto de intimidación y disuasión hacia periodistas, con lo cual pretenden que no se informe de sus acciones.
Esta práctica no es nueva ni aislada, sino que forma parte de un patrón más amplio que los grupos criminales han adoptado para influir en la percepción pública y alcanzar objetivos específicos, como los mencionados en párrafos anteriores.
Los cárteles mexicanos han integrado las redes sociales y los videos como herramientas clave en sus estrategias de comunicación, adaptándose a la era digital para amplificar su alcance. Esta práctica, que algunos especialistas llaman “narcomarketing” o “narcopropaganda”, busca aprovechar las plataformas digitales para transmitir mensajes dirigidos a audiencias diversas: rivales, autoridades, comunidades locales y, en algunos casos, a la sociedad en general.
La estrategia se basa en la accesibilidad y viralidad de las redes sociales, que permiten a los cárteles llegar a grandes audiencias sin depender de medios tradicionales, los cuales podrían filtrar o rechazar sus mensajes. Además, el uso de videos —con encapuchados armados, discursos leídos y escenografía intimidante— añade un elemento visual y emocional que refuerza su impacto.
No hay que olvidar que también estos cárteles aprovechan redes como Facebook, TikTok o Snapchat para vender drogas en Estados Unidos, como fentanilo y pastillas adulteradas, como denunció Excélsior en 2021.
Esta práctica ha evolucionado desde los primeros videos violentos en YouTube en la década de 2000 hacia mensajes más elaborados y dirigidos a ciertos sectores sociales, aprovechando la inmediatez y el alcance de plataformas como Facebook, X (Twitter), TikTok y WhatsApp.
Así como los cárteles han adoptado a los drones como parte de sus arsenales, aplicando tácticas aprendidas en otros conflictos armados y con la asesoría de especialistas de otros países, también han hecho lo mismo con las redes sociales para crear estrategias de comunicación que les permitan alcanzar ciertas metas.
El hecho de que haya jóvenes que vean a los cárteles como una opción laboral o que aspiren a formar parte de sus filas nos habla del éxito que están teniendo en este campo.
Los ejemplos muestran que, lejos de ser meros actos de propaganda, estos esfuerzos reflejan una adaptación deliberada del crimen organizado al entorno digital, desafiando a las autoridades y a la sociedad a responder en un terreno donde aún hay vacíos legales y regulatorios significativos.
X/Twitter–Threads: @AReyesVigueras • BlueSky areyesvigueras.bsky.social