Entré a la Libre de Derecho cuando ella contaba con 43 años de existencia; eso fue hace casi setenta años. Esa circunstancia me permitió conocer a algunos de los alumnos fundadores: a don Emilio Portes Gil y a don Ezequiel Padilla, a quienes traté y admiré.
Vi, pero no lo traté, a un Maestro fundador de la Libre: don Eduardo Pallares Portillo. Lo recuerdo con la cabeza totalmente blanca, caminar inseguro, cargando con el peso de los años y con la responsabilidad de ser un excepcional jurista. Sus méritos eran reconocidos en el foro y en la academia. Sólo entreví una vez a don Joaquín Méndez Rivas, primer egresado de la Libre; él, durante algún tiempo, fue responsable de un programa de radio, popular en su tiempo, que se llamaba “Los niños catedráticos”.
Conocí y traté a otro alumno fundador: don Manuel Herrera y Lasso; él fue uno de los líderes que encabezaron la huelga de 1912; su voz como orador, era requerida por los alumnos rebeldes. En 1930, a la muerte de don Emilio Rabasa Estebanel, Maestro fundador de la Libre, titular de la Cátedra de Derecho Constitucional y considerado como el más grande especialista en Derecho Público que ha dado México, don Manuel asumió la responsabilidad de impartir la cátedra; la sirvió durante más de medio siglo. A su muerte tuve el gran privilegio de heredar su cátedra.
El curso de don Manuel era disperso y desordenado; no hacía una exposición sistemática de los temas. Con el pretexto de que seguía el método socrático, a través de dialogar con los alumnos, se limitaba a guiarnos para encontrar la verdad; por ello había que suplir las deficiencias con la lectura obligada del texto de don Felipe Tena Ramírez: Derecho constitucional mexicano. Tenía muchas virtudes; el Maestro dominaba la historia política de México, había conocido al más grandes del derecho constitucional: a don Emilio Rabasa; y a los más selectos juristas: Luis Méndez, Agustín Rodríguez, Miguel S. Macedo, entre otros; conoció y trató a los grandes de la oratoria forense y política: Demetrio Sodi, Luis Cabrera, Aquiles Elorduy y Federico Sodi; a los miembros del famoso cuadrilátero: José María Lozano, Querido Moheno, Nemesio García Naranjo y Francisco de Olaguibel.
Don Manuel era bohemio. Fumaba cigarros Delicados. En alguna ocasión don Renato Leduc, el gran escritor, periodista y también bohemio, nos refirió que estando sentado en una de las bancas de la Alameda Central, pasó enfrente de él don Manuel y le pregúntó:
– ¿Que haces Renato? Acompáñame.
– ¿A dónde vas Manuel y para qué quieres que te acompañe?
– A la cantina; acabo de cobrar unos honorarios en la Secretaría de Hacienda –me mostró las monedas de oro que le habían entregado– y voy a pagar una deuda que tengo con el cantinero.
Llegando a la cantina, se apersonó con el administrador de ella, pidió conocer el monto de su adeudo, lo pagó; y enseguida le pidió cerrara el local y se declarara cantina libre para todos. Nos refirió don Renato que él, don Manuel y los parroquianos estuvieron encerrados tomando hasta que se hastiaron.
Cuando tuve la fortuna de ser su alumno, don Manuel sufría de sordera. Si teníamos alguna duda, nos levantabamos de nuestros pupitre, nos acercábamos al Maestro y le gritábamos en el oído izquierdo la pregunta. Al escucharla, nos daba una palmadita en la mejilla y enseguida nos decía: ya te oí hijito, siéntante; entonces daba la explicación pertinente.
Merece un reconocimiento especial y aparte, mi Gran Maestro don Jerónimo Díaz, un civilista excepcional. Lo recuerdo con una voz grave, exposición precisa, clara y hasta lapidaria; sin desperdicio ni reiteraciones. Entraba al salón de clases en forma apresurada, rengueando de la pierna izquierda; sin mayores preámbulos exponía el tema del día. Terminando su exposición, no preguntaba si había alguna duda, pues no la había. Quienes habían entrado a cursar la licenciatura por no tener más alternativa, con la exposición del Maestro Díaz definían su destino por el Derecho y su preferencia por el Civil.
De Derecho escribió poco. Su pensamiento era conservador. Fue defensor del concepto de familia propio de la iglesia católica de a mediados del siglo XX. Como lo he dicho en otra parte, criticaba a quienes consideraban el matrimonio como un contrato y el divorcio como solución a los disensos familiares. Censuraba la Ley de relaciones familiares expedida por Venunstiano Carranza.
Escribía en algún diario una columna bajo el epígrafe: Temis en pantuflas, en la que censuraba instituciones de su tiempo y exponía su pensamiento conservador. Le echaba pasión a todo lo que emprendía.
En alguna ocasión me refirieron que a mediados del siglo XX el Maestro Díaz tuvo un enfrentamiento con un notario que, como él, también era egresado de la Libre de Derecho: don Rogerio R. Pacheco. El enfrentamiento, de verbal, pasó a vías de hecho: el Maestro Díaz obtuvo una orden de aprehensión respecto del notario Pacheco.
La emisión de la orden de aprehensión coincidió con la fecha en que se celebraba la comida de aniversario de la fundación de la Libre de Derecho. Como era costumbre, en ella hizo uso de la palabra el Rector Honorario: don Manuel Herrera y Lasso; éste, sabiendo del enfrentamiento y del estado de cosas existente, con la autoridad moral de que gozaba y que le era reconocida por todos, estando presentes en el banquete las partes en conflicto, en su discurso, en un pasaje, se limitó a decir: Rogerio, en tus manos pondría el prestigio de mi familia y el mio propio. Todos entendieron el mensaje. Con eso se acabó el conflicto.
Practican el periodismo, con elegancia y autoridad, otros egresados de la Libre: Ignacio Morales Lechuga, ex Procurador General de la República, embajador y notario: Luis Pasos de la Torre, economista y promotor; Gabriel Reyes Orona y Miguel Ángel Rosillo.
También de la Libre son escritores de fondo y forma: mis queridos amigos Rafael Estrada Michel, gran historiador del Derecho y promotor de la cultura jurídica; Ramón Sánchez Medal, Javier Alba Múñoz, Laura Trigueros Gaisman, Fausto Rico Álvarez, Martín Díaz y Díaz, Fauzi Hamdan Amad, Jaime Bolaños Cacho, Rodolfo Cárdenas Félix, Ambrosio Michel, Felipe de la Mata Pisaña, Salvador Ochoa, Sergio Charbel Olvera Rangel, Ricardo Sodi Cuellar, Álvaro Castro Estrada, Ricardo Martínez Rojas, José Manuel Villalpando César, Fernando Vázquez Pando, Francisco de Icaza Dufour, Jaime Salvador García, María del Carmen Carmona Lara, Gabriel Larrea Richerand, entre otros.
En nuestra Revista Siempre colaboran, y la enriquecen de manera regular, algunos egresados de la Libre de Derecho: entre ellos están mis queridos amigos don Morelos Canseco Gómez, Eduardo Macías Garrido y Tarsicio Castañeda Salgado. También colabora en ella doña Claudia Aguilar Barroso. Y, por qué no reconocerlo, de igual manera, está identificado con la Libre, por afinidad y parentesco, otro colaborador de nuestra Revista: mi amigo Alejandro Zapata Perogordo; él fue sobrino, nada menos, que del gigante del Derecho Constitucional y de la oratoria: don Manuel Herrera y Lasso.