En el solemne recinto de la justicia constitucional mexicana, el 6 de agosto de 2025, se marcó el fin de una era. La Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación celebró su última sesión, cerrando con dignidad, orgullo y pertenencia, una página insigne en la historia del derecho mexicano. Con este acto final, se extingue una estructura jurisdiccional que durante décadas encarnó la voz serena, técnica y humana de la justicia.

Desde su nacimiento, como parte del sistema de salas del Máximo Tribunal, la Segunda Sala conoció de importantes y trascendentes asuntos para la vida jurídica de nuestro país. A través de sus resoluciones, se delinearon criterios fundamentes en materias de enorme complejidad, importancia y trascendencia. Tales como la administrativa, fiscal, agraria, ambiental, propiedad intelectual, laboral, seguridad social. Cada una de estas ramas del derecho constituye un pilar esencial en la organización del Estado y en la protección de los derechos de las personas frente al poder público.

La Sala con rigor técnico y al propio tiempo con visión garantista, contribuyó a fortalecer el principio de constitucionalidad, convencionalidad y legalidad en la actuación administrativa, la justicia tributaria, la seguridad en el campo, la preservación de los derechos de los ejidos, de las comunidades y de la propiedad privada; en la conservación del medio ambiente; el respeto a los derechos de los trabajadores y de los patrones; el acceso efectivo a la salud y a la seguridad social; la protección del conocimiento y la creatividad, así como en la aplicación de la perspectiva de género.

La importancia de estas materias radica en que impactan de manera directa en la vida de nuestra población, regulan relaciones fundamentales entre gobernantes y gobernados y condicionan el desarrollo económico, la estabilidad institucional y la vigencia de un auténtico estado de derecho. La Segunda Sala no se limitó a resolver controversias, sino que moldeó en cada sentencia, el rostro normativo de la justicia en México.

Tuve el honor y el privilegio de formar parte de este cuerpo colegiado de abril de 2004 a febrero de 2019. Fueron quince años de deliberaciones intensas, de búsqueda incansable de decisiones jurídicas justas, de respeto a la constitución, a los tratados internaciones y al derecho doméstico. A lo largo de este tiempo, la Segunda Sala fue cuna de precedentes memorables, de criterios valientes, de disensos y consensos ilustrados: con el perfecto conocimiento del caso, de la norma jurídica, de la jurisprudencia, de la doctrina.

Recuerdo aquellas mañanas de los miércoles de cada semana, en que los expedientes llegaban a la Sala de sesiones, cargados de historias que aguardaban una respuesta fundada no sólo en la norma, sino, en la sensibilidad de juzgadores comprometidos con el país. En cada sesión se debatía con rigor, se disentía con altura y se resolvía con responsabilidad. En esas discusiones jurídicas vivía la República.

Hoy, la Segunda Sala del Máximo Tribunal ha dejado de existir. Se ha cerrado una etapa fundamental de la justicia especializada, colegiada. No es un final cualquiera, es el epílogo de una forma de impartir justicia que durante su vigencia luchó con denuedo por la consolidación del Estado de Derecho en nuestro país.

La historia de la Segunda Sala no se borra con el acto de su extinción. Permanece en las jurisprudencias que moldearon generaciones de abogados, en las sentencias que transformaron vidas, en los criterios que fortalecieron la legalidad y en la huella indeleble que deja en la vida institucional de la Nación.

Suprema

Con emoción y serenidad, el Ministro Presidente de la Segunda Sala, Javier Laynez Potisek, pronunció palabras de despedida que resonaron como eco de dignidad en el recinto y en la conciencia jurídica nacional:

Señoras Ministras.

Señor Ministro.

Hoy la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación celebra su última sesión. Esta sesión representa el fin de una etapa que marcó sin duda, el orden jurídico federal y, a través de los criterios obligatorios, el orden jurídico local. Desde su creación, la Sala asumió con responsabilidad la tarea de resolver asuntos de altísima complejidad en la vasta materia administrativa, que incluye la fiscal. En la materia laboral, de Seguridad Social y Agraria, lo hizo siempre con apego a la Constitución, buscando la aplicación estricta del derecho y de la justicia.

Aquí debatieron y debatimos, resolvieron y resolvimos asuntos que impactaron la vida de muchas ciudadanas y ciudadanos mexicanos. Particularmente a partir de la reforma de 2011, que vino a modificar el paradigma de la defensa de los derechos fundamentales y la protección de las minorías, de los grupos vulnerables, se elaboraron criterios que favorecieron estos derechos y que creemos, de alguna manera, cambiaron la vida de muchas mexicanas y mexicanos.

Como presidente, expreso mi más profundo reconocimiento a quienes han integrado la Segunda Sala a lo largo de los años: Ministras y Ministros, pero sobre todo a los Secretarios de Estudio y Cuenta, al personal jurisdiccional, al personal administrativo, que es el que no se ve, pero que está detrás de todos nosotros para apoyar en la revisión de engroses, en el correcto manejo de los expedientes y en la preparación de estas sesiones, que no es una tarea fácil.

A nombre de esta presidencia, agradezco a todos los que han hecho de esta Sala un referente de profesionalismo y honor en la historia judicial de México.

Con respeto y gratitud, declaro cerrada la última sesión de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Gracias.

Las palabras del Presidente Laynez, cargaban el peso simbólico de una época que concluye. Su voz se quebró al pronunciar la declaración de cierre de la última sesión de la Sala. En su emoción se percibió el eco de tantas voces que han formado parte de esta Sala, el murmullo de miles de expedientes resueltos y el susurro firme de los votos razonados.

Como en los antiguos tribunales de la República Romana, donde al término de una audiencia se rendía homenaje a la palabra justa, hoy es momento de hacer una pausa reverente, de mirar hacia atrás con gratitud.

Como alguna vez dijo Calamandrei: “Los jueces hablan poco, pero cuando lo hacen dejan huellas que no se borran fácilmente”. Así han sido las voces expresadas en la Segunda Sala de la Suprema Corte, que hoy baja el telón en el escenario de su actuación, pero el legado de su historia pervive callada y firme, en sus sentencias, en sus criterios, en las venas del derecho mexicano.

La autora es ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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