Con el Maestro don Ramón Cedillo Rodríguez y el jurista don Jorge Tapia Loyo hemos escrito, y ahora ha salido a la venta, el primer tomo de una obra a la que titulamos: Danzones, danzoneras y danzoneros, bajo el sello editorial de Tirant lo Blanch y con el patrocinio del H. Tribunal Superior de Justicia del Estado de México.

La generosidad, que mucho estimamos y agradecemos, del señor doctor don Ricardo Sodi Cuellar, Presidente del Honorable Tribunal Superior de Justicia del Estado de México y la comprensión de los miembros que lo integran: magistrados, jueces y demás personal, hicieron posible la edición de la obra, tan ajena a sus quehaceres ordinarios, pero cuyo contenido es tan cercano a ellos y a los mexicanos, en general: los danzones; éstos, a no dudarlo, son una parte muy valiosa e importante de nuestra cultura y del arte de la Música.

Los autores de la obra Danzones, danzoneras y danzoneros, al iniciar, concluirla y entregarla para su edición, pretendimos que fuera, si no la definitiva sobre el tema, cuando menos tuviera el reconocimiento de ser señera de parte de quienes, como bailadores o intérpretes, dedican buena parte de su vida a entender la técnica para bailarlo o el arte de tocarlo. Reconocemos, de inicio, que ambas son tareas de difícil realización. Nos esforzamos en cumplir nuestro cometido.

Fue nuestro gran amigo el Maestro don Ramón Cedillo Rodríguez, -quien conoció a los compositores de danzones, directores de danzoneras de los años cincuenta del siglo pasado a la fecha-, nuestro principal informante. Él nos refirió vida y milagros de ambos. Por su prudencia, que es proverbial, se suprimieron datos que pudieran redundar en perjuicio del buen nombre de algunos músicos y danzoneros, tanto vivos como ya ausentes. Por sus indicaciones eliminamos los apodos de la mayor parte de los músicos y bailadores. De los que ya se han ido, como los muertos no traman venganza, según lo afirma Nicolás Maquiavelo, no estuvieron a salvo de nuestra maledicencia: la del Maestro Tapia y mía.

La Maestra doña Lilia Aguilar Iriarte nos auxilió en la formulación de una lista tentativa de los bailadores contemporáneos de danzón. Ella, aparte de ser una gran maestra de baile, conoce a los danzoneros y los lugares en donde ellos bailan. También es una generosa patrocinadora de eventos en los que se baila danzón y se canta música de todo género. Su espíritu bohemio, además de ser contagioso es endémico; llega para quedarse.

El Maestro Ramón Cedillo, con su Big Band Cinco Estrellas ha demostrado que la interpretación de los danzones, si bien es una tarea que muchas orquestas intentan, por tener muchos secretos, no todos lo logran; para él y sus músicos resulta aceptable el reto y alcanzable la meta. Él, como conocedor de su Arte, ha enseñado a los músicos y, sobre todo a los directores de danzoneras, a buscar y entender la idea del compositor y matizar los pasajes musicales, cuando ello es necesario. Así lo han reconocido los directores de otras orquestas.

En nuestra obra: Danzones, danzoneras y danzoneros, hacemos referencia a los antecedentes de ese género musical tanto en Cuba, donde nació, como en México, donde se aclimató y llegó a ser una parte de la cultura.

Hacemos mención de los géneros musicales de los que derivó el ritmo, de la primera obra que llevó el nombre de danzón: Las alturas de Simpson, de su autor: Miguel Fialde y del lugar en donde por primera vez se ejecutó: Matanzas, Cuba. El ritmo, el autor y los primeros bailadores fueron matanceros; éstos fueron los que inventaron los pasos fundamentales, las vueltas y los altos. En México fueron los yucatecos y los veracruzanos los que introdujeron la practica de que en los estribillos las damas se abanicaran y los hombres, usaran sombrero, y de que, con su paliacate, se limpiaran el sudor, práctica que aún se observa en ciudades como México, Puebla y Jalapa, a pesar de no existir la misma causa: el calor. También son los responsables de que se grite: Zacatlán de las manzanas, vámonos o Danzón dedicado a la Sierra Madre y cerros que la acompañan.

También fueron los mexicanos a los que se les ocurrió poner títulos originales a sus composiciones: Emilio amarra tu perro, Aunque usted no lo crea, El Diablo me quiere tentar, ¿Qué pasó Mariano?, Don Guillermo Tell, Por un cerro mejor, Caldo de oso, Arroz con pescado, Pulque para dos, ¿Por qué llora el niño?, Zacate para el Caballo y otros.

En la obra hacemos referencia a los más sobresalientes las partes integrantes de un danzón, tanto el clásico o tradicional, como las variantes: danzonete, danzón cha y danza; mencionamos a los bailadores de danzón, los salones de baile, las orquestas que los ejecutan y, de manera ejemplificativa, intentamos elaborar un esbozo de discografía existente. Ésta es incompleta.

Nuestra obra pudiera contener muchos errores y no pocas deficiencias; en lo posible quisimos estar a salvo de ambos; nos atenemos al juicio de nuestros lectores para que, en forma definitiva e irrevocable, lo determinen. De observarse la presencia de esos vicios, prometemos enmendarlos en próximas ediciones.

En un segundo volumen, que aparecerá próximamente, se incluirán las partituras de un poco más de sesenta danzones, los más representativos del género, a juicio de los conocedores: los directores, miembros de las orquestas y los exigentes bailadores.

En la segunda parte de esta colaboración se transcribirá, in extenso, el análisis musical, que llegó a descuartizamiento, que hizo el Maestro don Ramón Cedillo Hernández, del que en México se considera como el REY de los danzones: Nereidas, de don Amador Pérez Dimas, oaxaqueño, militar y político, que fue nativo de Xaachila, lugar de donde fue presidente municipal. El Maestro Cedillo tuvo el privilegio de conocerlo y de oírle la frase que lo caracterizaba cuando se enfrentaba a una partitura difícil: Poca madre de Beethoven.

El análisis musical de ese danzón, que se publicará en una segunda entrega, dará una idea de la profundidad y acuciosidad con que los autores y, sobre todo el Maestro Cedillo, asumieron la tarea de investigar, exponer y analizar el material musical que es objeto de la obra que ahora reseño.