Escribo contra la reforma judicial desde que la presentaron como respuesta del pueblo ante la “Corte corrupta y vendida”. Falso, es la Corte de un hombre rencoroso con apetitos de venganza, aprobada por una mayoría parlamentaria espuria, macerada en la tómbola de vergüenza y los acordeones del fraude y sancionada por un Tribunal Electoral sometido cobardemente al poder. No es la Corte de los pueblos originarios, ni de los justiciables, ni siquiera de Claudia Sheinbaum, es la Corte de López Obrador. Él apuntó, en riguroso orden de importancia a sus intereses, el nombre de los nueve ministros de sala y los cinco del órgano disciplinario, la censura del Poder Judicial. Ministros, magistrados y jueces del fuero federal nacieron podridos y la única forma de ganarse respeto es actuando con independencia al poder, honrando la Constitución y las leyes.
El Supremo Tribunal de Justicia Estatal tiene los mismos pecados de origen; la reforma local está empatada con la federal, sus juzgadores también son producto del acordeón fraudulento. Con un arrebato de buena fe, haré observaciones generales en este caso particular, intentando establecer diferencias. Me remonto al atracón de César Duarte, quien batió el Tribunal local con el pretexto de “oxigenarlo”, cuando en realidad pretendía colar entre los magistrados a varios de sus amigos e incondicionales, algunos sin mérito ni capacidad profesional mínima para desempeñar el cargo. Esa oxigenación fue un exceso de poder, lograda con la participación de la entonces diputación panista, quien recibió su parte del botín.
Si Duarte la batió colocando a sus amigos, Javier Corral defecó en ella. Permitió que Luz Estela Castro, una mujer sin compromiso con Chihuahua, manipulara los resortes del poder Judicial desde el Consejo de la Judicatura, cargo al que llegó pisoteando la ley, por edad estaba legalmente impedida para desempeñarlo. Con autorización del gobernador, volteó el Tribunal al revés, manipulando jueces y magistrados en una persecución política ordenada por Corral contra sus adversarios. Juntos hicieron de la justicia local su instrumento personal de venganza y, en el camino, Castro malversó el poder al crear un coto personal de jueces, manoseando impúdicamente un proceso de selección. En esos dos sexenios desquiciados fuimos testigos de un Supremo Tribunal atrofiado, con la mala suerte de que la última presidenta antes de la reforma, Myriam Hernández, en vez de ayudar a profesionalizarlo, desahogó sus pequeños rencores de duartista resentida.
Con todo, en Chihuahua el resultado de la reforma puede ser diferente. Están puestas las condiciones para que el nuevo Tribunal Superior de Justicia conjure los viejos entuertos y se comprometa con la Justicia. A diferencia de lo que sucede con la Suprema Corte de la Nación, donde llegaron ministros comprometidos ideológicamente con el régimen y antes de tomar el cargo hicieron una ceremonia encomendándose al espíritu de los nahuales, en Chihuahua los beneficiarios del acordeón son abogados profesionales, pongamos que tienen experiencia para desempeñar el cargo. Quite usted a Rubén Aguilar y el resto, más que bien cumple con los requisitos, algunos con expedientes sobresalientes.
Los ata, desde luego, el pecado de origen; la elección fraudulenta. Si ellos y los jueces tienen la voluntad de respetarse como profesionales del derecho y como personas, la reforma podría ser de beneficio para Chihuahua. Malo si, por el contrario, se atrincheran en los radicalismos ideológicos que carcomen al país, decidiendo atender a “quien me puso en el acordeón”. En ese caso la Justicia local será del tipo “este asunto viene de parte del diputado fulano, aquel del senador mengano, debe salir en estos términos”. Los abogados serían redactores de expedientes al servicio de coyotes cabildeando “en nombre de…”. Así la Justicia sería igual o peor a la que ofrecieron durante los gobiernos de César Duarte y Javier Corral.
Entre los magistrados, ahora mismo está generándose la narrativa con carácter de “verdad”, en el sentido de que unos son del PAN y otros de Morena. Es cierto en tanto que unos, la mayoría, fueron apuntados en los acordeones del PAN (mire con qué facilidad describimos ahora la esencia del fraude) y otros en los de Morena. Los nuevos magistrados, jueces, funcionarios del Tribunal y quienes ofician en el gremio de la litis y la chicana deben abandonar inmediatamente esas categorías reduccionistas con tinte de partido. Mantenerlas como habitual recurso argumentativo para justificar acciones, los obligaría a partidizar la justicia; yo soy de Morena, yo soy del PAN, por tanto, mi obligación es sentenciar en consecuencia. Es lo que hay y lo que hay puede ser positivo, dependerá en mucho del compromiso que asuman los nuevos juzgadores, otorguemos un voto de confianza.
Rompeolas
De manera casi natural, resultó el magistrado (con o) más votado y en dos años será presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Yamil Athié asumió el liderazgo de un grupo relevante de magistrados presumiblemente identificados con el régimen, sin ser miembro de Morena. Será un interlocutor confiable, conoce las circunstancias en las que llegó y seguramente cumplirá compromisos, pero es un profesional sensato con dotes de negociador y además muy bien calificado. Importante, no carga con las telarañas ideológicas que suelen complicar la vida pública y de pilón guarda una relación de amistad personal con la presidenta, Marcela Herrera. Otro es Emmanuel Chávez, con carrera judicial, formación priista pero excelentes relaciones con prominentes personajes del régimen. Si piensan que llegó por Duarte, es que simplemente no lo conocen. Son dos magistrados que podrían facilitar el gobierno interno del Tribunal.
El empresario Víctor Cruz, ahora en el escrutinio público por su matrimonio con la gobernadora Campos, se hizo un video para mostrar públicamente su voluntad de superar el cáncer que lo aqueja. Es un hombre maduro con todas las ganas de vivir y la primera señal de carácter personal es precisamente el video que subió en sus redes, prometiendo salir de ésta. Con el favor de Dios te mejorarás, Víctor, y derrotarás al cáncer, como dices en el video. Macizo y no te rajes, hay mucha vida por delante.


