¡Por eso no me agradan los abogados, puros artículos, palabras y nada se entiende! Es lo que me dijo Alicia cuando, siendo yo recién egresada, realizaba una notificación dirigida a su hijo. No era molestia, sino preocupación y frustración.

Como en todas las profesiones, la abogacía está llena de tecnicismos, terminología y muchos debates abstractos que a nosotros nos apasionan, pero −probablemente− para los demás nada significan.

Llega el momento en que los abogados necesitamos hacernos escuchar, no como un erudito teórico del derecho; sino como el profesional que diagnostica un problema y tiene el deber social de advertir su gravedad.

Así como un médico le dice a su paciente que si no se extrae el apéndice las consecuencias serían fatales; o cuando el ingeniero deja a un lado sus cálculos para decir sencillamente que el edificio tiene un daño estructural.

Desafortunadamente, en la abogacía hemos demostrado grandes limitaciones para cumplir ese deber social y ético. Lo estamos pagando muy caro.  

Desde hace más de dos años el Derecho, los abogados y, especialmente, la sociedad mexicana hemos recibido duros golpes por parte de quienes hoy están en el poder.

No estábamos preparados para algo así. Desde Palacio Nacional un charlatán utilizaba palabras como transformación, pueblo sabio, bienestar y abatir la pobreza; mientras los abogados hablábamos de preservar el estado de Derecho, el control constitucional, división de Poderes, independencia judicial y otros conceptos abstractos; sin lograr transmitir su impacto en la vida de las personas.

Así es como entre la apatía, la necesidad, la esperanza y el oportunismo, la sociedad mexicana −todavía sin darse cuenta− ha entregado sus derechos y libertades.

Accedió a ponerse la montura, el sudadero y la brida, al tiempo que se deja pegar con el fuete, bajo el engaño de ser guiado amorosamente por el jinete, sin darse cuenta de que, en realidad, ha sido domesticado y adiestrado, entregando su bien más preciado: la libertad.

Hoy nuevamente se lanza un ataque desde dos frentes: la inminente reforma electoral y la iniciativa de reforma a la Ley de Amparo.

Los que nos especializamos en estos temas tenemos claridad de la gravedad, el autoritarismo que encierra y lo vulnerable que deja a la población frente al Poder.

Sin embargo, estamos repitiendo la historia. Desde el púlpito presidencial justifican poner la montura y la cuerda alrededor de la cabeza diciendo que así se combatirá al crimen organizado y se recabarán más impuestos de los ricos; mientras los abogados debatimos sobre interés legítimo o la mutilada jurisprudencia que utilizan en la iniciativa.

Mientras ellos hablan de elecciones baratas, capitalizan el desprestigio de los legisladores “plurinominales” y avivan el resentimiento del pasado autoritario; nosotros no hemos sabido explicar que es justo ahí donde nos quieren llevar.

Lo que los abogados necesitamos decir a la sociedad de manera clara es que la reforma electoral robará su libertad para elegir a sus gobernantes.

Debemos decirles que, con la reforma a la Ley de Amparo, los enfermos no contarán con medicinas y un juez no tendrá herramientas para obligar al Estado a que las proporcione.

Debemos decirle a la población indígena, colectivos y grupos vulnerables que están en grave riesgo de perder por lo que han luchado.

Debemos decirles a los trabajadores que nadie podrá garantizar su patrimonio y prestaciones sociales cuando se las arrebaten.

Debemos explicar a los ambientalistas que no tendrán armas para detener ese megaproyecto que destruye ríos, bosques y la fauna.

El médico debe saber que cuando pretendan responsabilizarlo por la falta de insumos en el IMSS estará indefenso.

Es necesario que seamos capaces de explicar las consecuencias graves de estas reformas en la vida de las personas; pues es difícil esperar que salgan a defender la democracia y sus derechos cuando no perciben que se los arrebatan.

Debemos explicar que la justicia no es para el rico o para quien anda en malos pasos como insinúa la presidenta. De un momento a otro la vida cambia: se pierde un empleo, se cae en enfermedad, sufrimos un accidente de tránsito al ir al trabajo, o una madre termina en un juzgado para ver a sus hijos.

A los colegas abogados, en esta ocasión la responsabilidad de explicar a la sociedad sí recae en nosotros, ¿qué más necesitamos pasar para abrir los ojos, pero sobre todo nuestra voz?

La autora es abogada y consultora en materia electoral y constitucional

Web: defensaelectoral.com.mx

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