Para que se hayan amparado los hijos del expresidente López Obrador, dueño del Movimiento y según sus devotos el mejor y más honesto presidente en la historia del país, es que la confrontación al interior del régimen es mucho mayor a lo visto desde afuera. Nadie pudo imaginar que, al año de haber entregado el poder, sus hijos Andrés y Gonzalo pediría la protección de la justicia, en previsión de ser enjuiciados. Trágame tierra, los holgazanes en apuros con la justicia y su señor padre guardando silencio. Se amparan junto con otros catorce, presumiblemente temerosos de ser alcanzados por la defraudación del huachicol fiscal, en esas los bodoquitos.

Los efluvios nauseabundos desbordan al régimen que prometió no robar, no mentir y no traicionar, haciéndolo implosionar aceleradamente. ¿Quién prevalecerá cuando la mierda (perdón por el concepto escatológico, pero nada describe mejor la situación presente) se asiente y tome su nivel? Porque ahora no hay duda, es la presidenta Claudia Sheinbaum, forzada por Trump, contra el expresidente, sus hijos, el senador y una soberbia pandilla que se asumió dueña del país. Cuando recibieron la constancia de mayoría, la tomaron como escritura a su nombre, pensando que estaban autorizados para malversar en su favor los bienes del país.

Si los hijos del “líder amadísimo” están llegando a esas acciones desesperadas, es que la presión del gobierno norteamericano vuelve loca a la presidenta, la obligan a ir por ellos. A los farsantes engreídos y a su padre les ha de parecer una humillación inconcebible el tener que ir, como cualquier justiciable, ante un juez en busca de amparo legal que los proteja de la Fiscalía General de la República, a cuyo titular tenían por mandadero del expresidente. Deben estar arrojando espuma por la boca mientras maldicen mil veces los nombres de Sheinbaum y de García Harfuch. Cómo ellos, los herederos del “movimiento”, obligado al amparo “por si acaso”. Imagino su conciliábulo en Palenque y los veo fuera de sí, pidiendo a gritos un plebiscito revocatorio contra la presidenta, a la que deben tachar de traidora y mal agradecida.

Y luego está el otro tema, que también toca las puertas de Palenque, la expulsión de Hernán Bermúdez Requena, mano derecha de Adán Augusto y cómplices en negocios oscuros desde sus tiempos priistas. Este sujeto, acusado por el gobernador morenista de Tabasco, Javier May, y por un hermano del expresidente que ocupa la secretaria general del mismo gobierno, quiso prolongar su estancia en Paraguay, pero el gobierno lo expulsó, entregándolo a la Secretaría de Seguridad mexicana sin mayor trámite. Esta noche dormirá en el penal de máxima seguridad, del Altiplano.

Adán Augusto, quien ha traído cara de zombi en los últimos meses, con toda seguridad entró en pánico. Ya no tiene para dónde hacerse, quedó cercado por los cuatro costados: la sociedad con el presunto líder de “La Barredora”, filial del cartel Jalisco Nueva Generación, ya radicado en México; su vinculación con el empresario Saúl Vera Ochoa, señalado como defraudador del huachicol fiscal, y quien patrocinó su precampaña presidencial; su relación con los holgazanes hijos del expresidente, hoy amparados; y la campaña ilegal de la senadora Andrea Chávez, con las clínicas móviles que pagaron supuestos empresarios de los que jamás dijo sus nombres.

¿Hay algún delito de alto perfil donde no estén involucrados el senador Adán Augusto López y los hijos del expresidente? El tema del huachicol y La Barredora ya están siendo investigados por la Fiscalía General de la República, sus nombres obran en autos. Pero de ellos se dice que también hicieron negocios chuecos en la refinería Dos Bocas, el Tren Maya, las aduanas del país, la proveeduría en dependencias federales y gobiernos estatales de Morena. Lo que antes eran versiones periodísticas, ahora están siendo investigadas en expedientes ministeriales y, como los males nunca llegan solos, mañana las carpetas de investigación podrían ser engrosadas con las versiones de Dos Bocas, el Tren Maya y otras.

Al ver como el régimen se desgarra desde adentro por la espantosa corrupción, los mexicanos somos testigos de la historia en movimiento, vivimos ahora mismo uno de los momentos estelares de la historia; la sorda confrontación de dos facciones pertenecientes a un régimen que soñó con mil años de poder. En el corazón de ese régimen populista y demagogo con vocación dictatorial está el expresidente Andrés Manuel López Obrador, cuya capacidad corruptora es sólo equiparable a la propensión compulsiva de mentir. Quiso pasar por honesto pero terminó haciendo de la estructura gubernamental una compleja organización criminal. La corrupción, en su sexenio tocó, al menos, a un secretario de la Marina, al secretario de gobernación, a sus queridos hijos y de ahí desplántese hacia abajo, la telaraña de complicidades es enorme.

Estamos viendo apenas los primeros síntomas de la descomposición, pronto veremos las consecuencias políticas. Es la lucha brutal por el poder, en el caso de los moralmente superiores, batidos en sus deyecciones.

 

Rompeolas

El derecho de amparo era una de las pocas garantías del mexicano contra abusos de la propia justicia, pues no conforme con hacer del Sistema Judicial un chiste, el populismo

madrugó presentando una iniciativa para quitarnos, reducirnos al menos, ese derecho. Avanzan en la devastación institucional, desesperados por establecer la dictadura antes de que revienten por dentro. Es una carrera contra ellos mismos; en un carril la confrontación interna, en otro la agenda destructiva de instituciones. Su vocación autoritaria les gana.