Sheinbaum se puso el dedo en los labios para exigir silencio a quienes gritaban desesperados por haber perdido a sus padres, hijos, amigos y patrimonio arrastrados por el desbordamiento de los ríos en Veracruz.

Ese gesto instintivo confirmó la estampa de una política autoritaria. La que milita en las ideologías más dogmáticas y representa a un régimen que da continuos golpes a la Constitución para destruir las estructuras democráticas del país.

Con el dedo índice en la boca, la Presidenta ratificó y firmó la esencia despótica de su gobierno. La imagen es desafortunada: ella trepada en un carro militar, con soldados resguardándola, fría ante los gritos de los más pobres y ordenando: ¡Silencio!

¡Silencio! Que significa: ¡Cállate México!

Para la 4T el silencio es vital para ocultar su derrota y garantizar su permanencia en el poder.  Las lluvias torrenciales hicieron que la pobreza hablara más que nunca y dejara exhibida la mentira y la corrupción del régimen.

Cadáveres flotando, sobrevivientes en harapos, casas totalmente destruidas, rostros famélicos por el hambre desafiaron las estadísticas oficiales: la pobreza sólo ha disminuido en la propaganda tramposa de un gobierno donde el pobre es una mera tuerca indispensable para sostener los fierros del poder.

La Presidenta quiere que México calle ante la destrucción del país. Llamó “ruines” y “comentócratas” a los periodistas y conductores que criticaron a esos gobernadores de Morena que llegaron al poder de la mano del crimen organizado y no han hecho nada para prevenir desastres y resolver la pobreza endémica en sus estados.

¡Cállate México!, que no se sepa que gobierno y crimen organizado son uno y lo mismo. ¡Cállate! Para que el silencio entierre la violencia y los asesinatos incontenibles, al sicariato a sueldo que hoy mata por 5, 20 o 50 mil pesos en las calles.

El silencio es crucial para que el obradorato sobreviva. Las “mañaneras”, los llamados a escuchar y no hablar desde un vehículo militar buscan ocultar y negar su ineptitud, que están rebasados y que hoy el país paga las consecuencias de sus errores, de su corrupción, y de la destrucción institucional perversamente fraguada desde hace siete años.

Adán Augusto López, decadencia moral de Morena, salió a decir que “revivir el Fonden sería regresar al pasado de corrupción”. Ahí sí, valdría la pena que la Presidenta mandara callar a quien hoy no está calificado para hablar de buenas costumbres.

Los tiranos siempre le tienen miedo a la palabra. Exigen silencio para impedir y reprimir la protesta, para fomentar el miedo, la apatía y la obediencia. Quieren súbditos obedientes, mentalmente castrados, siervos que les permitan avanzar en la consolidación del totalitarismo.

¡Cállate México! No hables. Que la 4T está terminando de desmembrar a la nación.

El desbordamiento de los ríos arrebató padres a hijos e hijos a padres. Y el régimen trató también de quitarles la palabra para que la verdad no se sepa.

Sheinbaum ordena callar a México, pero la corrupción de los hijos de López Obrador, de un Andy identificado como operador de la red para traficar combustible, del atraco más grande a la nación, es un alarido que difícilmente podrá silenciar el dedo de la Presidenta.