Cada año el mundo aguarda la decisión del Comité Noruego del Nobel de la Paz, con una mezcla de curiosidad y esperanza. El comunicado de este año, 2025, resonó con especial fuerza en América Latina. María Corina Machado, líder opositora venezolana, es la galardonada con el Premio Nobel de la Paz. El Comité Nobel la reconoce “por su trabajo incansable en la promoción de derechos democráticos para el pueblo venezolano y por la lucha por una transición justa y pacífica del autoritarismo hacia la democracia”, así como, “por su lucha pacífica y sostenida a favor de la democracia y los derechos humanos de Venezuela”.

El reconocimiento llega en un contexto mundial de tensiones políticas, guerras y desinformación. Se alza como recordatorio de que la defensa de la libertad no siempre se libra con armas, sino con convicciones.

El Premio Nobel de la Paz, instaurado por disposición testamentaria del inventor y humanista sueco, Alfred Nobel, quien consciente del poder destructivo de sus creaciones, quiso legar a la humanidad un símbolo de reconciliación. Junto con los premios en Física, Química, Medicina y Literatura, instituyó en 1895 esta distinción destinada, según sus propias palabras “a quien haya trabajado más y mejor por la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos permanentes y la promoción de congresos de paz”.

Premio que se entrega desde 1901, anualmente en Oslo, Noruega, con contadas excepciones durante los años de guerra. Es el único premio que no se otorga en Estocolmo. Ha distinguido a figuras tan diversas como Martin Luther King Jr. Rigoberta Menchú, Malala Yousafzai, Narges Mahammadi, entre otros. La característica de estos personajes, ha sido una constante: la defensa de la dignidad humana frente al poder.

Cada año, el Comité Nobel de Noruega evalúa nominaciones de países, organizaciones y personas. El proceso es deliberativo, secreto, exigente y en ocasiones controvertido. Ser galardonado significa que una voz ha sido reconocida como portadora de un ideal universal, en el que la justicia pacífica, la libertad colectiva y la dignidad humana merecen ser protegidas y celebradas.

El Nobel de la Paz se instituyó con el anhelo de que la humanidad aprendiera a sustituir la fuerza por el entendimiento, la guerra por la razón, los enfrentamientos, por soluciones pacíficas. Desde entonces cada galardonado representa la expresión viva de esa esperanza. La del líder que resiste, el pueblo que se organiza, la persona que no claudica.

El Comité Nobel enfatizó en esta edición, que la democracia no es un punto de llegada, sino un proceso que exige valentía cívica y compromiso ético. Y en esa travesía, la vida de María Corina encarna la persistencia de quien cree que la paz se construye con verdad y justicia.

María Corina Machado, nació en Caracas, Venezuela, en 1967, estudió la carrera de Ingeniería Industrial, se incorporó desde los albores de su juventud a la vida política venezolana. Fue Diputada de la Asamblea Nacional y una de las fundadoras de la organización civil Súmate, dedicada a promover la transparencia electoral. En 2023 fue precandidata a la presidencia de su país. En las elecciones primarias obtuvo la mejor votación para una mujer en la historia venezolana; sin embargo, no pudo participar en las elecciones presidenciales de 2024, por haber sido inhabilitada políticamente.

Su trayectoria ha estado marcada por la firme defensa del pluralismo político, la libertad de expresión y la alternancia política. Su pensamiento crítico ha enfrentado: inhabilitaciones políticas, detenciones temporales, campañas de descrédito y amenazas de todo tipo. Aun así, ha mantenido un liderazgo que el Comité describió como “pacífico, civil y de extraordinaria persistencia moral”.

Después de ser inhabilitada para participar en elecciones, decidió mantenerse activa pero oculta, respaldando movimientos ciudadanos y promoviendo la reconciliación nacional mediante medios no violentos. El Nobel de la Paz 2025 reconoce precisamente esa coherencia entre ideales y medios, condición sui generis en la política contemporánea.

El Comité Noruego del Nobel de la Paz destacó cinco razones principales para su designación: Defensa pacífica de la democracia y de los derechos humanos; símbolo de liderazgo femenino en contextos adversos; ejemplo de resiliencia frente a la persecución; puente con la comunidad internacional; y, reafirmación del valor de la esperanza cívica.

Mas allá de su nombre propio, María Corina Machado representa una idea que trasciende fronteras: la de la resistencia cívica. Su vida, como la de tantas mujeres que han luchado por causas imposibles, recuerda que el cambio social no surge del estruendo, sino de la persistencia de quienes creen que el futuro se conquista con principios.

El Nobel de la paz que hoy la distingue no canoniza una ideología, sino una actitud, la de mantener en pie la dignidad cuando la política se vuelve un riesgo. La de persistir en la palabra en vez de elegir el silencio.

La historia del siglo XXI se escribe en diferentes sitios. Se escribe, además de en la actitud cotidiana de autoridades y particulares, en los pasos silenciosos de quien sigue soñando en un país mejor. Ese es, quizá el mensaje más hondo del premio nobel de este año. La paz no es sólo un estado de cosas, sino una conducta, una manera de ser frente a la vida y sus adversidades. María Corina es la vigésima mujer en recibir el Nobel de la Paz.

Cada Nobel de la Paz es una invitación al mundo a mirar hacia su propia conciencia colectiva. En este 2025, esa invitación tiene acento latinoamericano y rostro femenino.

María Corina Machado, desde su exilio interior, encarna la fuerza del espíritu civil frente al poder desmedido. Su nombre se inscribe ahora junto al de quienes, con valentía y convicción, han elegido el camino de la palabra sobre la violencia y han recordado al mundo que la paz auténtica no puede existir sin libertad, ni la libertad sin la verdad.

La autora es ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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