El Premio Nobel de la Paz a la venezolana María Corina Machado da testimonio y es homenaje de su lucha pacífica por el restablecimiento de la democracia en su país. Una lucha, sin embargo, en claro oscuros, pues la activista tiene en el pasado remoto una mancha, al apoyar un golpe de Estado y manifestarse pro Estados Unidos sin reservas.
El que María Corina, además de dedicar al pueblo de Venezuela el premio, lo haya dedicado a Donald Trump, ha sido una hábil maniobra -sincera o no- para acogerse a la protección y ayuda del poderoso personaje, desilusionado – ¿furioso? – por no haber sido el premiado con el Nobel, ¡que sí obtuvo Obama, su enemigo político jurado!
De hecho, la Casa Blanca, poco después del anuncio oficial del premio a María Corina, condenó inequívocamente -dice The New York Times- tal concesión cuando el director de comunicaciones de la propia Casa Blanca escribió en redes sociales: “el Comité Nobel ha demostrado que antepone la política a la paz”.
Aunque, en este sainete de contradicciones, el propio Times hace notar que el secretario de Estado Marco Rubio había firmado en 2024, en su carácter de senador por Florida en aquel entonces, una carta al Comité Nobel en la que él y otros legisladores apoyaban la candidatura de Machado al premio.
Adicionalmente a tales dimes y diretes, podría decirse que Trump ha estado “ayudando” a María Corina al bombardear y destruir lanchas venezolanas y su tripulación que, según el mandatario, se dirigían cargadas de droga a Estados Unidos. Acciones criminales las del mandatario, que asesinan personas, ante la acusación, sin prueba alguna, de narcotráfico y sin derecho a defenderse legalmente. Y, ya que hablamos de acciones estadounidenses contra el gobierno de Maduro, los medios – de nuevo el Times- informan de la autorización a la CIA para llevar a cabo “operaciones letales dentro de Venezuela”.
Tales acciones que amenazan al dictador -así lo califico- Nicolás Maduro, también preocupan en México, que padece la presencia de cárteles de la droga, más de uno declarados por Washington organizaciones terroristas.
El mencionado The New York Times, publicó el 12 de octubre el artículo titulado “Tras atacar embarcaciones frente a Venezuela, ¿Trump tiene en la mira a los cárteles mexicanos?” Aunque tan alarmante título no correspondería completamente al contenido de un artículo que, sin ignorar los riesgos vinculados a la volatilidad e irresponsabilidad de Trump, hace notar, en primer lugar, la celosa, “intransigente” defensa de su soberanía por México, por el gobierno y la inmensa mayoría de los mexicanos.
Además, la cooperación entre ambos gobiernos en materia de seguridad, es “la más estrecha que hemos tenido nunca” -dice Marco Rubio- y la eficacísima cooperación de nuestro gobierno para reducir la migración ilegal la ha reducido al nivel más bajo en años.
Pero no solo eso, el Times añade textualmente: “Hay otra razón, de casi un billón de dólares, por la que muchos creen que Estados Unidos no atacará a México: ambas naciones son profundamente interdependientes, y cada año fluyen entre ellas unos 950.000 millones de dólares en bienes y servicios”.
Doy fin al comentario sobre el Nobel de María Corina y el régimen de Maduro con este comentario de mi amiga Beata Wojna, exembajadora de Polonia, y brillante catedrática universitaria y analista internacional en medios: “Revisé una veintena de personajes que recibieron el Premio Nobel de la Paz por su lucha contra gobiernos autoritarios y, en más de la mitad de los casos, el autoritarismo cayó después del otorgamiento del galardón.” Ojalá, digo yo.
Pero hoy, la verdadera guerra de Trump es la que ha librado protegiendo a Netanyahu en su brutal, desmedida e interminable represalia al infame ataque de Hamás a Israel, del 7 al 9 de octubre de 2023. Cúmulo de infamias cuando Hamás, el grupo terrorista gobernante de Gaza, se adentró en territorio israelí, asesinó a 1400 personas y aprehendió, en calidad de rehenes a 247. Pero, además, la represalia israelí, totalmente desproporcionada, está dejando un saldo de 65,000 asesinatos, más hambruna, falta grave de medicamentos y la ciudad literalmente destruida.
Como se sabe, la búsqueda de la paz en Gaza, dio lugar a un plan de 20 puntos, deshilachado -vale decir, incompleto- que Trump ha impuesto, hoy cuenta con el acuerdo, a regañadientes por las partes “en guerra”: Israel y Hamás y el apoyo de importantes valedores internacionales. En el sitio turístico Sharm el-Sheik, Egipto, se firmó el acuerdo de paz para la Franja de Gaza, por el presidente estadounidense, acompañado en la mesa por los presidentes Abdel Fattah el-Sissi, de Egipto, el turco Recep Tayyip Erdogan y el qatarí Tamim bin Hamad Al Thani.
En esta que se ha bautizado Cumbre para la Paz oo estuvo Netanyahu, que se disculpó por tener que participar en una fiesta religiosa judía. Sí fueron, en cambio, “testigos de honor” mandatarios europeos -la primera ministra Giorgia Meloni fue piropeada por el incorregible Trump- y de otras regiones, una veintena de líderes mundiales… ¡y hasta Gianni Infantino, presidente de la FIFA y fan del presidente estadounidense!
El acuerdo de paz avanza, con logros importantes, pero, al mismo tiempo discutidos, como es el caso de la liberación de rehenes, entrega de cadáveres y liberación de presos palestinos: Hamás ha entregado a los 20 rehenes vivos, pero solo 11 de los 28 cuerpos de cadáveres, indicando lo difícil que es recuperar otros, sepultados bajo las ruinas de la destruida Gaza. Con la indignación de Israel, y su amenaza de reanudar la guerra, mientras Washington considera que no hay incumplimiento.
No omito el tema, que provoca dudas, inquietud y a veces sonrisas burlonas, recordando a los lectores que Trump obligó a Netanyahu -diríase que le tiró de las orejas- a disculparse por teléfono con el emir de Catar, Tamim bin Hamad Al Thani, por el ataque homicida perpetrado en el emirato contra la plana mayor de Hamás. En compensación, el neoyorkino, en su aplaudida alocución en el parlamento israelí -la Kneset- pidió al presidente Isaac Herzog. ¡que indultara a Bibi (Netanyahu) de los delitos de corrupción y otros!
Concluyo el tema haciendo notar que la paz en Gaza se traducirá, indudablemente en gruesos negocios para el clan Trump, por eso los analistas hacen ver que el equipo negociador del neoyorkino para la paz no fue de diplomáticos, sino de financieros y negociantes, encabezados por su yerno Jared Kushner, ya con negocios en países del Golfo y su amigo Steve Witkoff, inversor y propietario inmobiliario. Ya decía, sarcástico, un periodista francés, que si se aplicara la disposición que tiene en la cárcel a Sarkozy, Trump, su familia y socios también estarían en prisión.
Ahora analistas y políticos se preguntan si llegó la hora de Ucrania, mientras el neoyorkino, héroe, villano y burla de políticos, analistas y la opinión pública, sigue santificando a incondicionales: Milei, presidente argentino, acompañó hace un par de días en Washington a Trump a un acto de homenaje a Charlie Kirk, el activista trumpista asesinado el mes pasado en Utah.
Y el país, dicen analistas escépticos, pero con serios indicios: la alarmante polarización, el racismo, se encamina a una guerra civil, no tan tarde: diez años. ¿Catastrofismo?