Esta semana ocurrió un artero crimen en la Ciudad de México en medio de la Ciudad Judicial un prestigiado abogado litigante de asuntos civiles de nombre David Cohen, quien fue victimado por dos disparos de arma de fuego afuera del edificio de los juzgados civiles de la Ciudad Capital cuando salía de sus audiencias, frente a la multitud de personas que cotidianamente se congregan en dicho lugar.
Este 2025, la percepción de inseguridad en México aumentó a un 63.2% a nivel nacional, siendo el problema más grave para la población, seguido por la salud y el aumento de precios. Las mujeres se sienten más inseguras que los hombres, y los lugares percibidos como más inseguros incluyen cajeros automáticos en la vía pública, transporte público y carreteras.
La violencia y la inseguridad relacionadas con actividades criminales exponen a la población nacional a numerosas violaciones de los derechos humanos, como homicidios, ejecuciones extra-judiciales, tortura y tratos crueles o degradantes, desapariciones forzadas, violencia contra la mujer y detención arbitraria.
El gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador concluyó con 199 mil 619 personas asesinadas durante el sexenio, un promedio de 94 por día, la cifra más alta en la historia reciente del país. Este año entre enero y julio de 2025 se registraron 439 son homicidios dolosos.
En 2025, los índices de violencia en México muestran tendencias dispares, si bien la tasa de homicidios ha disminuido, el número de desaparecidos va en aumento, y la percepción de inseguridad ha aumentado, especialmente en áreas urbanas, el 63% de la población considera la inseguridad como el problema más grave, la violencia de género sigue siendo un problema, con una mayor percepción de inseguridad entre las mujeres que entre los hombres. En 2018 se presentaron en promedio 100.5 víctimas diarias de homicidio doloso y en 2025 se registran 71.6, de acuerdo con datos preliminares reportados por fiscalías o procuradurías estatales.
Durante estos siete años del gobierno de Morena, a nivel nacional, ya suma más de 250 mil homicidios. El país se encuentra inmerso en una crisis de violencia sin precedentes. La cantidad de personas desaparecidas continúa en niveles extraordinariamente altos. Según las cifras oficiales de la Secretaría de Gobernación, para el año 2018 se reportaron 40.000 personas desaparecidas. Al 7 de enero del 2020 en México había 61,637 personas desaparecidas. Al 28 de abril de 2025 el total de personas desaparecidas fue de 127,478, cifra que sigue aumentando. Tal pareciera que a la par de que disminuyen las cifras de homicidios dolosos aumenta en mayor proporción la cifra de personas desaparecidas, que con el tiempo serán encontradas en las fosas clandestinas que se encuentran sembradas a todo lo largo de nuestro territorio.
México se encuentra inmerso en una crisis de derechos humanos con altos índices de violencia e impunidad desde hace más de una década, en lugar de registrar avances en el respeto y protección a los derechos humanos se registra un grave retroceso, las violaciones a los derechos humanos son una historia lejos de terminar.
Según el informe del centro de análisis “México Evalúa” sobre la impunidad en México, asegura que 94,8 % de los casos denunciados en ese país quedan impunes como resultado de un sistema que no cuenta con los mecanismos ni capacidades suficientes. Las fiscalías del país y sus funcionarios están rebasados y cada vez se inician menos investigaciones. En promedio a nivel nacional, existen 11 fiscales, 9 peritos y 14 policías ministeriales por cada 100.000 habitantes.
Cuando observamos estas cifras llegamos a la conclusión de que es tiempo de que la señora presidente deje a un lado la demagogia y de que se tome en serio la seguridad de todos los mexicanos sin distinción, por lo que se hace necesario y urgente plantear una estrategia debidamente estructurada para atender y contener la violencia e inseguridad.
Las masacres en diversos estados del país que cobran la vida de ya muchas personas, infunde miedo y terror en la población y también genera polémica entre la presidente y sus seguidores que quieren minimizar el estado de violencia que impera en casi todo el territorio nacional, y cuestionan a quienes desde algunos medios de comunicación y sus editorialistas, pero sobre todo en redes sociales se relatan los hechos sangrientos cada semana. Así las cosas, prevalece la disputa política, por sobre la gravedad de los hechos, por la pérdida de vidas humanas, que finalmente es lo importante, y que cada vez se narra el último suceso de una muy larga cadena de horror, violencia y fuego que llena de sangre el territorio nacional.
La espiral de violencia que padecemos inició con estas características, a finales del sexenio foxista, a pesar de que el fenómeno delincuencial puede rastrearse y retrotraerse hasta la década de los 70s, desde entonces ha ido creciendo de manera exponencial, los combates en el norte tamaulipeco, en Zacatecas, Jalisco y Michoacán y Guerrero, que revelan la verdadera magnitud del potencial de fuego de las bandas del narcotráfico.
La respuesta institucional consistió en utilizar a las fuerzas armadas para resistir, atacar y destruir a las agrupaciones delincuenciales y hacer prevalecer la fuerza del Estado. Ocupar al Ejército y a la Marina en estas tareas pese la flagrante violación de la normatividad constitucional; se entendió y justifico por la corrupción hasta la medula de todas las policías en todos los ámbitos de gobierno.
Y a lo largo de todos estos años, lo que se pensó como una intervención coyuntural, temporal y acotada a determinadas regiones geográficas, se ha prolongado y cubre casi todo el País. Los resultados en muertos, heridos y desaparecidos se reflejan en las estadísticas, así como, en los números de decomisos, plantíos y laboratorios destruidos, armas decomisadas y un largo etcétera, pero eso de suyo importante, no tiene la relevancia en lo que hoy enfrentamos.
El problema no es de guerra de cifras o de quien interpreta mejor las estadísticas. La realidad que tenemos y debemos enfrentar con valentía, con firmeza y decisión inquebrantable, es como detener y erradicar el baño de sangre que lejos de disminuir, aumenta. Por eso es importante, conocer la nueva estrategia con la que se pretende enfrentar el narcotráfico y la delincuencia organizada.
En este sentido reafirmamos nuestra convicción de que todos juntos los mexicanos que amamos a nuestra Patria, habremos de superar los tiempos aciagos y de que confiamos en que exista la inteligencia, la serenidad de ánimo y la voluntad republicana de corregir y reorientar el rumbo.


