Cada día que pasa es más frecuente encontrarnos con personas que nos expresan su descontento con lo que está pasando en México y nos dicen que ellos votaron por López Obrador y Claudia, pero jamás lo volverán a hacer porque están desencantados. Son trabajadores, gente de clases medias y no pocos profesionistas con títulos universitarios que incluso promovieron el apoyo a Morena y defendieron eufóricamente al “cabecita de algodón” y a su heredera.
Hoy están decepcionados. “No fue eso por lo que votamos”, dicen unos. “Nos engañaron”, dicen otros. Lo cual quiere decir que el “voto duro de 30 millones de personas” que dieron su apoyo a esos candidatos ya no existe, por más que insistan en que con sus programas sociales de corte clientelar electoral ya tienen asegurados sus triunfos para 2027 y 2030 y así gobernar el país 6 años más (hasta 2036).
¿De dónde vienen el desencanto y la desilusión? Hay varias vertientes explicativas. Los numerosos y crecientes escándalos de corrupción han generado que este rubro se coloque en la percepción ciudadana como el principal problema nacional. Adán Augusto, “Andy” y sus hermanos, Noroña, el “huachicol fiscal”, la Marina, Segalmex, el sector salud, las aduanas, el gobierno de Rocha Moya y muchos más son expresión de la visible pus oficial de un proyecto gobernante que ganó en 2018 y 2024 con la bandera de erradicar la corrupción.
De la mano y a la par de ese cáncer, está el de la inseguridad. Más del 75% de las personas se sienten inseguras en su entorno cotidiano, revelan diferentes encuestas, incluidas las oficiales del INEGI. Más allá de los datos triunfalistas gubernamentales de que se han bajado en 27 por ciento los índices delictivos, la verdad es que la gente tiene razón en sus percepciones, ya que los números alegres del gobierno son resultado de una perversa manipulación de los datos porque una gran cantidad de homicidios dolosos (muertes violentas) se catalogan como “culposos” o “por causas indeterminadas”, cuya suma -las de estas últimas- supera a la primera. Además de que aquí no se agregan las casi 14 mil desapariciones tan solo en el 2024.
Pero, más allá de las interpretaciones, veamos solo algunos de los acontecimientos de los últimos días: los asesinatos de líderes citricultores en Michoacán y Veracruz por negarse a pagar “derecho de piso”, la ejecución de presidentes municipales o las más de 40 muertes violentas en 6 días en Sinaloa, por sólo mencionar unos cuantos hechos macabros.
La falta de oportunidades para la gente, en cuanto a empleos y mejores condiciones materiales debido al estancamiento de una economía que continúa sin crecer, y un campo abandonado que ya ha salido a protestar porque lo que producen para alimentar al país no les da para recuperar la inversión. “Sin maíz, no hay país”, dijo Sheinbaum hace unos días, pretendiendo arrebatar una bandera a los campesinos mexicanos, pero su gobierno los tiene abandonados y hoy están montados en sus tractores en las carreteras del país protestando contra este gobierno, mientras que de paso les mientan la madre a López Obrador… y a Claudia.
El estancamiento económico va de la mano con la inseguridad jurídica generada por el comportamiento de un gobierno autoritario que usurpó el poder judicial y ahora le arrebata derechos de protección a la sociedad con la reciente reforma a la Ley de Amparo. Sumemos a ello los nuevos impuestos como expresión de la desesperación obradorista por sacar dinero de donde sea para seguir comprando votos.
En fin, la lista es de un largo etcétera que documenta la desgracia en la que estos dos gobiernos de la supuesta “4T” han sumido al país. Esa es la causa fundamental del creciente descontento de los decepcionados de Morena. Empiezan a darse cuenta de que es mayúsculo el daño que ya se ha ocasionado para adueñarse de la riqueza nacional y para destruir las instituciones de la república democrática con el propósito de establecer una autocracia, una “dictadura a la mexicana”.
Afortunadamente hay indicios significativos de que el hartazgo social ya está tocando a la puerta. Ojalá y las oposiciones democráticas sean sensibles a esta nueva realidad y entiendan la urgente necesidad de sumar esfuerzos y crear un gran movimiento de resistencia democrática nacional rumbo al 2027 y 2030.
No perdamos la esperanza que revitaliza las almas guerreras y patrióticas.


