Una vez más el crimen conmocionó a la Nación entera, el sábado pasado durante la celebración de las velas de los muertos en Uruapan, Michoacán, el Presidente Municipal Carlos Manso fue asesinado en la plaza pública frente a su esposa y sus dos pequeños hijos y frente a toda la comunidad que celebraba.
Durante todo el fin de semana los ciudadanos en las redes sociales expusieron su indignación señalando al Gobierno Federal por omisión en la comisión del delito al haber hecho caso omiso a la petición de apoyo de seguridad que hiciera el Alcalde victimado. Incluso Donald Trump habló sobre el tema y los funcionarios del gobierno norteamericano como el subsecretario Landeau y el secretario Marco Rubio expresaron su pesar por tan terrible crimen.
Estos recientes acontecimientos nos muestran descarnadamente varias de las más espinosas aristas de la política pública en materia de seguridad y la vorágine de violencia en que se encuentra inmerso nuestro país.
La señora Presidente el lunes en su sesión informativa mañanera, trató de endosar la responsabilidad señalando que la violencia en Michoacán es culpa de la “guerra contra el narco” emprendida por Calderón; culpó a los expresidentes y acusó a los periodistas, a los “comentócratas”, a los medios y a los empresarios, regañó a los twiteros y señaló que actuaron como buitres, solicitó que se revisaran las listas de los jóvenes, a la oposición y a la prensa en general, en lugar de indignarse en contra de los integrantes de los cárteles y de la delincuencia organizada, como si sus enemigos fueran los críticos y no quienes perpetraron el homicidio.
Para dar una respuesta al exabrupto de quien gobierna las cifras son muy claras y frías:
Del 2000 al 2006 el total de los homicidios dolosos en el gobierno de Fox fueron 60 mil 280.
En el gobierno del Presidente Felipe Calderón Hinojosa del 2006-2012, los asesinatos fueron 120 mil 463.
Con el Presidente Enrique Peña Nieto del 2012-2018 los asesinatos sumaron 156 mil 066.
Según cifras reportadas por el INEGI el sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador, ha sido el más violento de la historia reciente al acumular 202 mil 336 asesinatos en el país, de diciembre de 2018 a septiembre de 2024.
En la mañanera del día 7 de octubre del 2025, Marcela Figueroa titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública informó que los siete estados que concentran el 51% del total de homicidios dolosos son, en primer lugar Guanajuato representó el 11.13% del total de homicidios a nivel nacional; en segundo lugar Chihuahua con 7.4%; en tercer lugar Baja California con 7.3%; en cuarto lugar, Sinaloa con 7.1%; quinto lugar Estado de México con 6.6%; sexto lugar, Guerrero con 5.8%, y séptimo lugar, Michoacán 5.6%.
Según los datos oficiales de la titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante el primer año del presente gobierno, el promedio de los homicidios dolosos diarios, fue de 58.5 entre septiembre de 2024 y 2025, lo que hace un total de 21,352 homicidios en el primer año de gobierno, argumentando que el número de homicidios ha disminuido, pero sin aclarar que el número de desaparecidos aumenta cada vez más.
La cantidad de personas desaparecidas continúa en niveles extraordinariamente altos. Según las cifras oficiales de la Secretaría de Gobernación, para el año 2018 se reportaron 40.000 personas desaparecidas. Al 7 de enero del 2020 en México había 61,637 personas desaparecidas. Al 28 de abril de 2025 el total de personas desaparecidas fue de 127,478, cifra que sigue aumentando, y que lamentablemente, al encontrar las fosas clandestinas, se deberán sumar a la cifra total de los homicidios.
Las masacres en diversos estados del país que cobran la vida de muchas personas, infunden miedo y terror en la población y también generan polémica entre la propia Presidente y sus seguidores que quieren minimizar el estado de violencia que impera en todo el territorio nacional, y cuestionan a quienes, desde algunos medios de comunicación y sus editorialistas, pero sobre todo en redes sociales, relatan los hechos sangrientos cada semana. Así las cosas, prevalece la disputa política, por sobre la gravedad de los hechos, por la pérdida de vidas humanas, que finalmente es lo importante, y que cada vez se narra el último suceso de una muy larga cadena de horror, violencia y fuego que llena de sangre el territorio nacional.
El problema no es de guerra de cifras o de quien interpreta mejor las estadísticas. La realidad que tenemos y debemos enfrentar con valentía, con firmeza y decisión inquebrantable, es cómo detener y erradicar el baño de sangre que lejos de disminuir, aumenta. Por eso es importante, conocer la nueva estrategia con la que se pretende enfrentar el narcotráfico y la delincuencia organizada, y erradicar de una vez por todas, los abrazos y el contubernio entre delincuentes y gobernantes.

