El discurso sobre la aceptación de Morena en el poder y la supuesta felicidad de los mexicanos se desmorona bajo una crisis estructural y multifacética.
La desesperación en el campo, el colapso del sistema de salud, la mayor violencia de la historia reciente y los mayores escándalos de corrupción salieron a la luz. Estas son apenas algunas de las razones que llevaron a varios sectores de la población a expresar su hartazgo contra el régimen actual.
Frente a la debacle, Morena no solo se ha mostrado sumamente desarticulado, sino ajeno y petrificado. Han sido muchos años de esparcir un discurso de polarización en México, donde se aplasta y se invalida a quien cuestiona, para que, desde la tribuna de la “Mañanera”, se nos coloque en el centro como un enemigo a perseguir.
Lo peculiar ahora es que, muchos de los reclamos están surgiendo de grupos que han apoyado a Morena y se sienten defraudados. A pesar de ello, su discurso no cambió: al campesino lo llamó minoría, al que lloró la muerte de un líder lo llamó carroñero, al estudiante lo llamó “Bot”.
La respuesta sigue siendo la misma: Morena no escucha, no dialoga, solo visualiza enemigos. No importa cuán válida y justa sea la causa, asumir su responsabilidad y entender que son gobernantes de una nación les es tan ajeno como la congruencia y los principios.
No obstante, tras esa fachada furiosa y desarticulada, se oculta la desesperación de un discurso divisorio que se debilita. Por ello, han puesto sobre la mesa su siguiente y más peligrosa carta: la manipulación electoral.
De forma exprés, introdujeron a la agenda legislativa una reforma sobre la revocación de mandato, para darle base constitucional −y legal− al mayor fraude electoral que se haya conocido.
Básicamente, la reforma radica en adelantar la fecha para solicitar la revocación de mandato de la Presidencia de la República y, lo más importante, que la votación se realice en la misma fecha que las elecciones intermedias.
De esa manera, viciarán la posibilidad de un voto libre e informado, pues se legalizará una movilización anticipada de sus bases electorales con una abierta intromisión del poder público y político que ahora participaría activamente desde la revocación de mandato.

Además, la cantidad de cargos volvería inaccesible la información a la ciudadanía y sobrepasará la capacidad de cualquier autoridad para organizar elecciones auténticas.
Esto, porque en 2027, la revocación de mandato estaría inmersa en elecciones donde se renovarán: 500 diputaciones federales, 17 gubernaturas, 680 ayuntamientos, 1088 diputaciones locales y cerca de 800 cargos del Poder Judicial Federal, más cientos de cargos en los poderes judiciales locales.
Es decir, juntarán elecciones donde no deben participar partidos (elecciones judiciales) con aquellas elecciones entre partidos y sumarán la revocación de mandato que también debe mantenerse ajena a los partidos. Todo en el mismo periodo y en la misma jornada electoral: ¡UN DISPARATE!
Sin embargo, la gravedad no solo es esa. La revocación de mandato es un instrumento que nació viciado desde que con Andrés Manuel se incorporó a la Constitución. Realmente jamás se diseñó para que la población tuviera un poder de decisión; sino que se creó un mecanismo de autopropaganda para legitimar a gobernantes desde la manipulación populista.
La historia de América Latina lo anticipó. Los líderes que incorporaron la revocación de mandato a nivel presidencial fueron Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia) y Rafael Correa (Ecuador); a ellos les siguió Andrés Manuel.
Tal como ahora es en México, aquellos líderes solo usaron ese mecanismo para “legitimar” el poder y volverse cada vez más represivos.
En México, existía un límite sobre el uso clientelar de este instrumento y su incidencia directa en los resultados electorales. Ese límite —insuficiente, pero importante— era mantener en fechas distintas las elecciones y la revocación de mandato.
Esta semana, lo que hará Morena con las modificaciones a la Constitución sobre Revocación de Mandato, será adelantar una reforma electoral que legitimará el fraude y la manipulación del proceso electoral intermedio, obstaculizando gravemente el derecho de la ciudadanía a equilibrar el Poder o votar por una alternativa.
Así, nuevamente, seguimos caminando por senderos que, la historia ya nos ha demostrado, solo dejan crisis humanitaria, económica y represión.
A los incrédulos: La República no se pierde de un solo golpe. La democracia no se destruye en un día. Cada atentado contra nuestra libertad, cada golpe a nuestros derechos es un paso más hacia el autoritarismo. En los países donde ocurrió esto, les resultó evidente hasta que todo se había perdido, cuando ya no había derechos y libertades, y las elecciones se mantuvieron como una fachada.
A quienes advertimos esta situación: la única manera que tenemos de rescatar al país es defendiendo lo que todavía queda de nuestra democracia.
La revocación de mandato será la herramienta con la que Morena tratará de acercarse a inconformes ofreciéndoles la alternativa de “votar por quitarles el poder”; pero será el Caballo de Troya que afianzará el poder de Morena.
Con esto Morena nos lleva a una crisis mayor, que nos cierra las vías institucionales. Nuestra única defensa es la UNIÓN y alzar la voz de forma organizada y coordinada, antes de que el silencio nos cueste la vida o la libertad.
La autora es abogada y consultora en materia electoral y constitucional
Web: defensaelectoral.com.mx
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