Creada el 21 de noviembre de 1962, con el fin de cumplir con lo establecido en el artículo 94 de la Ley Federal del Trabajo (LFT), para determinar en su carácter de órgano de representación tripartita, integrado por el sector de los trabajadores, el empresarial y el gobierno, la fijación de los salarios mínimos, buscando que estos fueran suficientes para un nivel de vida decoroso para el trabajador y su familia, la CONASAMI, terminó por extraviar tales principios, convirtiéndose en los seis sexenios del periodo neoliberal en caja de resonancia de la iniciativa privada, para imponer la contención salarial que terminó empobreciendo a millones de mexicanos.
A la fecha y en comparación al salario de la clase trabajadora de 1976, todavía prevalece un rezago en su poder adquisitivo del 30,6 por ciento. Y esto en buena medida porque los 24 integrantes de en la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, forman parte de viejas centrales obreras como la CTM y la CROC, entre otras, que por 36 años se cruzaron de brazos, con el pretexto de velar por las condiciones económicas del país, aceptando dócilmente la imposición de porcentajes de solo un dígito para los incrementos que año con año, no rebasaban el 4 por ciento. Ahora que el daño social está hecho, pretenden erigirse como los defensores del bienestar de la clase obrera.
Pese a que desde el 2019 se comenzaron a aplicar aumentos de dos dígitos al mínimo y de que se habla de una recuperación en 7 años de gobierno de la 4T, de un 135 por ciento, la brutal brecha salarial aún persiste, al punto de que en el informe rendido por el Presidente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Gilbert F. Houngbo, en la pasada 20 Conferencia Regional para América Latina y el Caribe, celebrada en República Dominicana, se estableció que en México el salarial real no ha crecido, al ser comparado con los ingresos de la clase obrera de otros 20 países emergentes en el mundo.
De acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), nuestro país se sigue caracterizando por tener una de las jornadas laborales más extenuantes del planeta, ocupando uno de los últimos lugares en generación de valor por hora trabajada y en salario promedio si se le compara, por ejemplo, con Turquía y China, donde los salarios reales han tenido un mejor desempeño. En el terreno global, México sigue estancando en la recuperación del poder adquisitivo de sus trabajadores.
El elefante blanco de la CONASAMI debe desaparecer o, en su defecto, entrar a un proceso de depuración interna que permita democratizar la representación del sector obrero, permitiendo la participación de sindicatos independientes que realmente luchen porque millones de trabajadores accedan a un salario que lo ubique en los niveles de bienestar de 1976.
El reciente informe de la OIT, debe ser tomado muy en cuenta porque es la visión clara y objetiva que a nivel global, con cifras y mediciones serias, se tiene de los todavía bajos salarios en México. Situación que, insistimos, por más de tres décadas no les preocupó o al menos le inquietó al anquilosado sector obrero de la CONASAMI. Razón por la que deben ser desplazados por auténticos representantes de los trabajadores.
