Juan Antonio Rosado
La sátira en Occidente, desde Luciano de Samosata, Menipo Marcial o Juvenal, Quevedo o Jonathan Swift, hasta Augusto Monterroso (quien en realidad no escribió “fábulas”, sino sátiras), ha obedecido a gran cantidad de motivaciones y desempeñado diversas funciones, entre las cuales las más destacadas son la crítica, la moralizante, la ridiculizadora, la paródica e incluso ha existido la intención de degradar o reducir hasta lo ínfimo al objeto satirizado. La inconformidad con el tiempo y el lugar en que al satírico le tocó vivir se despliegan a través de la palabra y, para ello, los autores se han servido de innumerables recursos. Lo cierto es que quizá no ha habido tiempo en que no se haya echado a andar la maquinaria satírica.
En este sentido, para el lector que se ha creado una imagen determinada sobre alguna época en particular (a partir de estereotipos o “lugares comunes”), resultaría tal vez sorprendente percibir, por ejemplo, el lado carnavalesco, festivo e incluso pagano de la Edad Media, o también el aspecto satírico y burlesco de la Nueva España o, en general, de la época colonial en Hispanoamérica. Esta época y geografía fueron ricas en textos satíricos. Nombres como el de Sor Juana Inés de la Cruz nos resultan familiares, pero quizá no tanto su lado burlesco, que predomina en otros, como en Juan del Valle y Caviedes, el español radicado en Perú, muy influido por Quevedo. Eugenio de Salazar, Lázaro Bejarano, Francisco de Borja y Aragón, Manuel Gómez Marín, fray Francisco del Castillo o José Joaquín Fernández de Lizardi son otros autores que se estudian desde sus facetas satíricas y burlescas en el libro Poesía satírica y burlesca en la Hispanoamérica colonial, editado por Ignacio Arellano y Antonio Lorente Medina. Esta obra abarca tres siglos de producción literaria y en ella investigadores de diversas instituciones profundizan en un aspecto poco tratado de la literatura colonial. Por ejemplo, María Albin estudia la sátira en la poesía de Sor Juana. La autora nos ubica en una época en que era común la sátira misógina, y demuestra cómo Sor Juana les respondió a esos poetas con el mismo ingenio. El hispanoamericanista italiano Giuseppe Bellini profundiza también en la sátira y en el humor de la llamada Décima Musa, de quien también se ocupa Sara Poot Herrera.
Un autor que se caracterizaba por su odio a los médicos fue Juan del Valle y Caviedes. Coetáneo de Sor Juana, este galenofóbico no sólo retrataba médicos, sino también figuras con defectos físicos, como los jorobados. Antonio Lorente, entre otros temas, analiza la animalización que implica una reducción degradante del objeto satirizado. De Caviedes también se ocupan Trinidad Barrera, Carlos Cabanillas y Pedro Lasarte, mientras que otros ensayistas nos descubren ángulos o autores poco tratados; por ejemplo, el lado satírico y burlesco de unos versos recogidos por Bernal en su Historia verdadera…, analizado por Raúl Marrero-Fuente; las sátiras e invectivas contra Juan de Palafox y Mendoza, estudiadas por Miguel Zugasti; El currutaco por alambique, de Gómez Marín, sobre el que reflexiona Blanca López de Mariscal, o la veta satírica de fray Francisco del Castillo, en la que penetra Javier de Navascués.
Si ya el título del volumen despierta curiosidad en quienes se interesan por conocer la trayectoria intelectual del poeta en estas tierras, en su conjunto, los 23 estudios de Poesía satírica y burlesca en la Hispanoamérica colonial analizan facetas distintas de un fenómeno tan complejo e interesante.
Ignacio Arellano y Antonio Lorente Medina (editores), Poesía satírica y burlesca en la Hispanoamérica colonial. Universidad de Navarra / Editorial Iberoamericana, Madrid, 426 pp.


