Somalia y la ayuda humanitaria internacional

 

Gabriel Fernández Espejel

Tras declarar a las regiones de Bakool y Shabelle al sur de Somalia en emergencia por hambruna por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en julio pasado, la ayuda humanitaria internacional se hizo presente. Sin embargo, diferentes organizaciones internacionales, como el Overseas Development Institute, especialistas y asesores de la misma ONU advierten que los grandes esfuerzos que se llevan a cabo son apenas para aliviar las situaciones más graves; reclaman, igualmente, que de haberse tomado las medidas a tiempo el panorama no sería desgarrador.

Somalia, la nación más afectada en el llamado Cuerno de África, con cerca de 4 millones en riesgo de perecer junto con Eritrea, Etiopía, Djibouti, Kenia y Uganda, los otros países azotados por esta catástrofe, podrían correr una suerte diferente de haber contado con los recursos que ahora fluyen, si éstos se hubieran destinado previamente a infraestructura y en medidas para tener en buen estado sus animales, entre otros, con costos inferiores inclusive a los que implica el rescate actual. Los países africanos parecen estar condenados a recibir ayuda cuando la emergencia está ya presente.

Este accionar tardío de la comunidad internacional tiene como consecuencia, de igual forma, que la zona de impacto continúe ampliándose. La Coordinación Humanitaria de la ONU para Somalia ha anticipado que está por añadir a la zona de emergencia por hambruna –que suma actualmente cinco áreas afectadas- a Juba Media y Baja, así como a ciertas áreas de Mogadiscio, la capital del país, misma que registra conflictos armados desde el año de 1991. Las Naciones Unidas define la hambruna en situaciones en las que al menos 30 por ciento de los niños padecen signos severos de desnutrición, la muerte diaria de dos adultos o cuatro menores por cada diez mil habitantes, cuando el consumo diario entre la población es muy inferior a la línea de 2 mil 100 kilocalorías y/o cuando 20 por ciento de los hogares padece escasez de alimentos.

La Coordinación Humanitaria para Somalia afirma que la ayuda al Cuerno de África se ha acelerado. De los mil millones de dólares que la comunidad internacional comprometió de manera inmediata, cerca de 60 por ciento de los recursos financieros se han donado, incluyendo 350 millones de dólares que entregó la Organización para la Cooperación Islámica. La mayor parte  de los fondos se han destinado a la entrega de comida, cuidados de salud, agua y obras de sanidad en Somalia y ciertos campos de refugiados ubicados en Kenia. Sin embargo, para atender la mayor sequía de los últimos 60 años y la más grave crisis humanitaria de la actualidad, se requiere de 2 mil 400 millones de dólares, lo que evidencia lo lejos que se está de dar solución a este problema.

Pero el problema y las acciones que se deben de tomar no deben restringirse únicamente a los temas de ayuda monetaria y de desertificación. La organización no gubernamental estadounidense, Famine Early Warning Systems, lanzó la alerta en al menos seis ocasiones en el último año, pero las condiciones de pobreza, cambio climático, conflictos armados, amenazas de terrorismo, grupos extremistas y la falta de un Estado en Somalia, hicieron imposible emprender acciones. El resultado hasta el momento: decenas de miles de muertes, la mayoría de menores de edad, con el riesgo de que aumenten significativamente.

El nobel de economía, Amartya Sen, enfatiza, por igual, el problema del alza en los precios internacionales de los alimentos, ya que aunque en muchas ciudades de la región hay disponibilidad de ellos, para la mayoría de la población resulta imposible adquirirlos.

El diagnóstico que la mayoría de los especialistas vaticinan es que la situación empeorará antes de que logre mejorar, aún cuando la ayuda se sigue distribuyendo a través de vehículos 4X4 y de avionetas. La discusión sobre cómo lograr la institución de un Estado tendrá que seguir esperando, al mismo tiempo que una historia de más de 50 años de sequías y hambrunas seguirá acechando a la desertificada Somalia, como no lo hace con las demás naciones del Cuerno de África.