Palestina y la ONU
Carlos Guevara Meza
El pasado 8 de septiembre la Autoridad Nacional Palestina lanzó oficialmente su campaña internacional para buscar que la Asamblea General de Naciones Unidas (que inicia su sesión anual el día 21) reconozca a Palestina como Estado y ocupe un asiento de pleno derecho en el seno de la organización. Ya en junio el presidente Mahmoud Abbas había hecho el anuncio oficial de que buscarían el reconocimiento pero desde antes había estado trabajando en el nivel diplomático para lograrlo. Más de 100 países, incluyendo México, ya han comprometido su apoyo a este efecto. Y el propio Abbas está enlistado como orador ante el pleno de la Asamblea General para el día 23 de septiembre. Es posible que en octubre se realice la votación.
Estados Unidos se opone a ello, junto con Israel, de manera categórica. Ambos argumentan que se trata de una medida unilateral que rompe con el principio de negociación bilateral que enmarca las negociaciones de paz que, sin embargo, están suspendidas desde hace tiempo por la negativa israelí a suspender el crecimiento de los asentamientos ilegales en Cisjordania (lo que por supuesto no es una medida unilateral). La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, se comunicó en los días previos al 8 de septiembre con el presidente Abbas para pedirle que reconsiderara su posición y envió diplomáticos a tratar directamente el asunto, quienes advirtieron a los palestinos que Estados Unidos votaría en contra de la propuesta, tanto en la Asamblea General como en el Consejo de Seguridad, órgano que debe dar su consentimiento para la aceptación de un nuevo Estado. La Asamblea General podría de todas formas, y sin necesidad de aprobación alguna por parte del Consejo, otorgar a Palestina el estatuto de “Estado observador”.
En cualquier caso (salvo, desde luego, que Palestina retirara su propuesta de última hora) para Israel el asunto es casi catastrófico pues marcaría el nivel más bajo de sus relaciones internacionales en toda su historia. Peor aún es que, considerando algunas informaciones que se han filtrado a la prensa, el gobierno del premier Benjamin Netanyahu no tiene preparado un plan alternativo más que seguir agitando la bandera de la violencia potencial que supuestamente desencadenaría el reconocimiento del Estado Palestino. Tristemente diversas organizaciones radicales de la resistencia en Gaza le han dado la razón con atentados como el realizado en agosto contra un autobús de pasajeros que llevó a una represalia violenta por parte de Israel.
El reconocimiento por parte de la ONU no cambiaría nada sobre el terreno, pero es mucho más que un acto simbólico. Resulta en una presión mayor para que Israel acepte las condiciones palestinas para reiniciar el diálogo, que podría además realizarse en un marco multilateral que ya no dependería tanto de la mediación estadounidense (históricamente parcializada hacia Israel). Negar el reconocimiento podría, en cambio llevar a la caída definitiva de la Autoridad Palestina, caracterizada por su moderación, y dar paso libre a liderazgos radicalizados que, entonces sí, generaría mucha más violencia.