Mientras Calderón bucea

Por Félix Fuentes

En los brincos de la muerte para intensificar el terror tocó turno a Veracruz, en cuyas calles fueron abandonados 35 cadáveres y por trabajos periodísticos se supo de otros 14 cuerpos inertes. Esta última cifra la negó el gobernador Javier Duarte Ochoa, proclive a no contar los muertos y acabar con cuantos tengan antecedentes penales.

Los macabros descubrimientos tirados a bordo y junto a dos camionetas, en una vía rápida frente a la zona hotelera de Boca del Río, así como la llegada al forense de mucha gente en busca de personas “perdidas” hace suponer que en Veracruz son desaparecidos los cadáveres de las víctimas.

Las sospechas fueron generadas por el propio gobernador, Duarte Ochoa, quien se enfureció por la publicación en diversos medios de 49 homicidios, dado que él sólo aceptaba 35. Preguntó a los periodistas cuáles eran sus fuentes informativas y algunos dijeron que vieron cuando los cuerpos fueron trasladados al forense del puerto de Veracruz.

El mandatario estatal parece inclinado a matar a quienes delinquen o tienen antecedentes penales. Según dijo, “aquí reconocemos una verdad innegable, una verdad que no admite debate: los criminales irremediablemente tienen un final trágico, o van a la prisión o pagan con su vida por haber ido por el camino del crimen”. Lo manifestó en tono de satisfacción personal.

También afirmó Duarte: “Es lamentable el asesinato de 35 personas, pero lo es más que esas mismas personas hayan escogido dedicarse a extorsionar”. Algunos analistas interpretan que el gobernador veracruzano sigue la táctica de asesinar a los criminales.

A la vez declaró el controvertido mandatario que los individuos ultimados tenían antecedentes penales y dejó entrever que por ello merecían morir. Después se comprobó que no todos eran delincuentes e incluso faltaban por identificar a 13 victimados.

Sorprendió la llegada al puerto de numerosas personas en  busca de familiares desaparecidos. Procedían de Coatepec, Tierra Blanca, Orizaba, Xalapa y otras poblaciones. Esto indica que Veracruz no es el estado tranquilo, libre de narcotraficantes que pretende mostrar Duarte. Crece la idea, por el contrario, de ser desaparecidos los cuerpos de los victimados en esa entidad y no son contados los cadáveres.

A estos extremos de terror se llegó en México mientras el presidente Felipe Calderón se esmera en ofrecer al mundo una imagen de tranquilidad para inversiones y turistas. Incluso protagonizó una película que  fue a promover a Nueva York y Los Angeles, con la idea, según dijo, de que lo verán 300 millones de personas.

Al abonar su conducta, Calderón dijo que nadie es profeta en su tierra porque recibe aplausos en el extranjero y críticas en México. No parece advertir que en su sexenio se han registrado las peores masacres, como la de 72 ejecutados en San Fernando, Tamaulipas; los 140 enterrados clandestinamente en Durango; los 32 asfixiados y quemados en el casino Royale de Monterrey, y tantos otros sucesos criminales hasta rebasar la cifra de 50 mil muertos a causa de la dichosa “guerra” de su gobierno contra el narcotráfico.

En este escenario de horror y sangre es inconcebible lo dicho por el ex secretario de Hacienda y aspirante a candidato presidencial del PAN, Ernesto Cordero, de continuar la “guerra” de Calderón. O sea, ¿pretende otros 50 mil ejecutados?