Entrevista a Clemencia Correa/Profesora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México
Por Moisés Castillo
El paramilitarismo no es un fenómeno nuevo en México. Su presencia en Chiapas fue evidente tras el levantamiento zapatista en 1994: se crearon grupos como Los Chinchulines y Paz y Justicia para contrarrestar al Ejército Zapatista de Liberación Nacional y atemorizar a los indígenas que simpatizaban con la guerrilla.
La matanza de Acteal, en diciembre de 1997, fue perpetrada por grupos paramilitares. Al ex presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) se le quiere llevar a juicio por su responsabilidad de esa masacre donde fueron asesinados 45 tzotziles cuando se encontraban en una iglesia de la comunidad. Entre ellos, 16 eran menores de edad y 20 eran mujeres, siete de las cuales estaban embarazadas.
En esta guerra contra el narcotráfico lanzada por el gobierno de Felipe Calderón han surgido grupos como Los Pelones y Los Rudos en San Pedro Garza García, Nuevo León, estos últimos se propusieron conservar la pureza del municipio más rico del país. Curiosamente, el alcalde Mauricio Fernández anunció la muerte de un narcotraficante antes de que la policía encontrara su cuerpo.
En San Pedro Garza García habitan los ejecutivos de las mayores empresas del país: Cemex, Alfa, Vitro, Femsa, Gruma-Banorte, Villacero-Afirme, entre otras.
Estos empresarios colaboran con el alcalde Mauricio Fernández —miembro de la familia que controla la mayoría de las acciones del Grupo Alfa— para invertir 2 mil millones de pesos a fin de blindar y aislar San Pedro de la violencia que aqueja a la vecina Monterrey.
El grupo Los Rudos fue creado por el alcalde de San Pedro, que según él ya está desmantelado y es el mejor ejemplo de que también los empresarios se organizan fuera de la legalidad para combatir la delincuencia.
Los Rudos estuvieron encabezados por Alberto Mendoza Contreras, El Chico Malo, quien después fue miembro del cártel de los Beltrán Leyva y fue capturado por la Marina a principios de 2010.
Y ahora los Matazetas… El 24 de septiembre aparecen nuevamente en un video luego de salir públicamente a mediados de 2009. En la grabación se adjudicaron la reciente matanza en Boca del Río, Veracruz, y anunciaron su intención de eliminar a los Zetas que operan en el estado.
Dijo uno de los cinco sujetos encapuchados que aparecen en el video: “Pedimos que los funcionarios y autoridades que apoyan a los Zetas dejen de hacerlo, que las fuerzas armadas estén ciertas de que su único objetivo es acabar con el cártel de los Zetas y que la sociedad en general esté segura y confíe que nosotros, los Matazetas, no extorsionamos, no secuestramos y nunca afectaremos el patrimonio personal ni de la nación, que respetamos a los poderes ejecutivos federales, estatales y municipales en su lucha contra la delincuencia organizada y entendemos su posición de no pactar, lo que nos obliga a actuar en la clandestinidad, pero siempre en beneficio del pueblo de México”.
El 20 de septiembre, frente a la plaza comercial Las Américas en Boca del Río, fueron aventados a la vía pública 35 cadáveres. Ese día, el gobernador Javier Duarte dijo que lamentaba el hecho; sin embargo, vía Twitter, afirmó que todos los muertos tenían antecedentes penales e insistió: “El mensaje es muy claro, en Veracruz no hay cabida para la delincuencia”.
Este hecho sucedió dos días antes de la reunión de procuradores del país. Por lo pronto, el procurador estatal Reynaldo Escobar dice que en Veracruz “no pasa nada” y el gobierno federal reacciona con desmentidos sobre la existencia de paramilitares en México. La vocera de la Presidencia, Alejandra Sota, reiteró en días posteriores que no se tienen indicios de que operen estos grupos armados.
“Hemos señalado de manera subrayada —dijo— que se trata de delincuentes que pertenecen a un grupo criminal que quiere apoderarse del control de las actividades criminales de otro grupo criminal, en este caso en el estado de Veracruz”.
Los Matazetas son una expresión del paramilitarismo y aún no queda claro si están al servicio del Estado, apoyados por alguna autoridad o financiados por cárteles de la droga. Hay que recordar que el fenómeno de los paramilitares ya estaba representado en México con los Zetas, el grupo de ex militares que se desprendió del cártel del Golfo.
Para Clemencia Correa, profesora del Programa de Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, la masacre de Veracruz tiene claros tintes paramilitares, y señala que estos grupos cuentan con una estructura estratégica con finalidades políticas y económicas.
La experta en atención psicosocial, quien además realizó trabajos para la paz en su natal Colombia, afirma que los paramilitares no se dan al azar, existe una intencionalidad para defender intereses de autoridades o de los mismos criminales.
“Estamos hablando —precisa— de 35 cuerpos ejecutados y realizar un operativo de estas dimensiones no lo hace cualquier delincuente, simplemente el hecho nos está mostrando que tienen [los Matazetas] una gran estructura y una gran operatividad. Es imposible que ninguna autoridad se haya dado cuenta. Lo único cierto es que esto no lo pudieron hacer solos, no se pudo hacer esto a las 2 de la tarde con un evento a la puerta de procuradores”.
No son criminales comunes
¿Existen similitudes entre lo que vivió Colombia y la realidad mexicana?
Sí. Cuando hablamos de paramilitarismo mínimamente tiene que tener tres características: son paramilitares, es una estructura paralela de acción del Estado. Los grupos paramilitares no son criminales comunes sino que implican necesariamente una estructura militar y de carácter político. Su función primordial ha sido realizar acciones conjuntas y al final el Estado siempre quedará limpio. Otros actores ejecutan las acciones que en un momento dado el Estado tenía la intención de realizar.
Algunos analistas dicen que los paramilitares ya están aquí, otros hablan de células de narcos. ¿Cuáles son las características que definen a los paramilitares?
El paramilitarismo es la difuminación de las fronteras entre lo civil y lo militar. Los grupos paramilitares hacen acciones a costa de la población, no hacen acciones contra el Estado. Estamos hablando de grupos armados y hay que tener mucho cuidado. Los grupos armados en general no tienen los mismos objetivos. Si hablamos de los grupos insurgentes de América Latina son grupos que están en contra de una ideología del capital, de una estructura del Estado. Los grupos paramilitares, al contrario, defienden todo un aparato del capital en general como los llamados escuadrones de la muerte, en tiempos de las dictaduras latinoamericanas.
El discurso de los Matazetas es claro. “Respetamos —cito— a las fuerzas armadas, comprendemos que ellas no pueden actuar al margen de la ley que nosotros fomentamos”.
Es muy importante lo que están diciendo: nosotros estamos a favor del gobierno, declaran que respetan al Estado, es parte del discurso central. No extorsionamos porque no somos cualquier tipo de delincuentes, tenemos una finalidad de acabar con los Zetas. La pregunta es: ¿Zetas o Matazetas son diferentes? ¿Realmente se están enfrentando? No lo sabemos todavía. Lo único cierto es que tanto los Zetas y la aparición de los Matazetas muestra claramente un control de la población de manera ilegal.
En el caso colombiano, ¿cómo fue el proceso de consolidación de los paramilitares?
En Colombia hay un abuso con 50 años de guerra por causas económicas, pobreza, por causas de un Estado autoritario. Entonces surgen movimientos insurgentes y movimientos sociales. Y resulta que en 1960 —es importante para comprender el paramilitarismo en Colombia— antes de la creación de las guerrillas se crea en conjunción con los Estados Unidos una línea de grupos civiles en relación con el Estado, con el objetivo de generar represión contra la población. Posteriormente, surgen las guerrillas y qué va pasando en ese tiempo. Que el Estado se convierte en un Estado terrorista, argumentado por muchos expertos en derechos humanos y de la ONU.
Violación de derechos humanos
¿En México ve estas características de un Estado de corte terrorista?
No puedo afirmar que en México haya terrorismo de Estado, lo que sí es que hay características que se están empezando a configurar en México. Hay una violación sistemática de los derechos humanos a partir de acciones represivas como son los desplazamientos forzados, las torturas, las masacres, la detención arbitraria, lo que está pasando con los periodistas y las desapariciones masivas. Esta violación a los derechos humanos está amparada en la segunda característica que es la impunidad. También tiene que ver con un proyecto paramilitar a mediano plazo.
El cuarto elemento tiene que ver con la involucración de la población civil en tareas militares, no solamente la cooptación. Son estrategias de terror. Un Estado de corte terrorista crea actos de terror contra la población para controlarla y cubrir sus intereses.
Hace unos años, cuando se decía que México se estaba colombianizando, las autoridades, algunos analistas y medios de comunicación decían que era imposible. ¿Nuestro país está en esa dirección?
Sí y hace mucho que no lo queremos ver. Estamos diciendo que hay un cambio en la estructura del Estado. No es lo mismo puentes de diálogo que crear paramilitares. Ves el movimiento de [Javier] Sicilia y el clamor de la gente y aun así el gobierno le dice “no”. Retomaría dos elementos importantes: hoy se busca asesoría del gobierno colombiano. Estamos hablando que el ex presidente Alvaro Uribe estuvo viniendo mucho a México, incluso unos meses estuvo en Chihuahua y una de las cosas que habla Uribe es la asesoría de involucrar a la población civil en Chihuahua.
Otro elemento es la relación del Plan Colombia y el Plan Mérida. Si ubicas los planteamientos en términos del documento como en el discurso de los presidentes es el mismo: vamos a acabar con la droga. En Colombia con toda la inversión que se ha hecho, ¿se ha terminado la droga? No.
En los próximos días, integrantes del Ejército colombiano van estar en México, ¿para qué? Para asesorar un modelo que se quiere implantar.
Somos dos países estratégicos muy importantes para el tráfico de droga y no es casual que se implementen estos planes. Los megaproyectos como el petróleo, el discurso de que el Plan Colombia es para terminar con la droga ya se dejó de creer hace mucho en mi país. El reto en México es que conozcamos lo que se está implementando. La creación de paramilitares es muy grave. No hemos comprendido la dimensión de lo que puede suceder. Una cosa es el esquema de los guardias blancas, muy complejo de lo que sucedió en el sur de México, local, caciquil, pero otra cosa son los paramilitares de carácter nacional.