El ejemplo de Sudán

Carlos Guevara Meza

Cuando el pasado 21 de septiembre el presidente de Estados Unidos, Barak Obama, se presentó ante la Asamblea General de la ONU para rechazar la solicitud palestina de reconocimiento como Estado, con frases que han sido sumamente criticadas como “la paz no se alcanza a través de declaraciones y resoluciones de Naciones Unidas”, puso de ejemplo el caso de Sudán, que había logrado su división en dos países mediante un referéndum pactado entre las partes.

Lo que no dijo Obama en esa ocasión, es que el pacto se alcanzó después de dos guerras civiles, la última de las cuales duró más de 20 años y dejó dos millones de muertos y cuatro millones de desplazados. Tampoco dijo que para lograr el pacto se requirió la mediación de varios países y organismos internacionales, ni que el referéndum no pudo realizarse en algunas zonas fronterizas, precisamente las más disputadas por sus recursos naturales, y que en ellas siguen existiendo enfrentamientos armados y ataques organizados por parte del ejército. También omitió la terrible hambruna que sufre Sudán del Sur.

Los bombardeos que ha realizado el ejército de Sudán (del norte) contra la población en las regiones fronterizas de Kordofán del Sur y Nilo Azul (que en la guerra civil pelearon del lado de Sudán del Sur), ambas con grandes reservas de petróleo y en las cuales el referéndum de separación no pudo realizarse, por lo que formalmente pertenecen al norte, han dejado miles de muertos y generado, según cálculos de la ONU, alrededor de medio millón de desplazados. Los bombardeos han sido indiscriminados y además se sabe de incursiones militares casa por casa para buscar partidarios de la unión con Sudán del Sur. Las cifras de muertos y desplazados no han podido confirmarse debido a la escasa colaboración del gobierno de Sudán.

Obama tampoco mencionó que, ante esas circunstancias, la ONU está organizando una fuerza de paz internacional que asuma el control de la zona de Abyei en Kordofán, que actualmente está ocupada por el ejército sudanés. Ni que el gobierno de Sudán dirigido por Omar al Bashir (que tiene pendiente una orden de arresto girada por la Corte Penal Internacional de La Haya) declaró el mismo mes de septiembre y antes del discurso de Obama, que “Sudán no va a repetir la experiencia de ser obligado a negociar y firmar protocolos bajo la supervisión de la ONU”. El Grupo Internacional de Crisis ya alertó sobre la posibilidad de una nueva guerra entre el norte y el sur y ha pedido la intervención de la Unión Africana y de la ONU para imponer a las partes un diálogo de paz, pues parece claro que por su propia cuenta no lo van a iniciar los sudaneses. El riesgo de una “somalización” del país está presente.

El ejemplo, por tanto, no parece muy esperanzador y los asesores que le escriben los discursos al presidente Obama deberían leer los periódicos más seguido.