Nuestra solidaridad a Javier Sicilia


Alfredo Ríos Camarena

Las dramáticas condiciones que ha generado la brecha social, económica y cultural de la desigualdad y el desbordamiento de la delincuencia y el crimen, nos ubican en condiciones de grandes dificultades hacia el futuro, pues el Estado nacional no ha podido cumplir su tarea básica, que consiste en dar seguridad y protección a sus gobernados; cada día suceden hechos dantescos de brutalidad inexplicable y bestial.

El asesinato indiscriminado de jóvenes no se puede entender sino como una acción terrorista para intimidar al Estado, en cualquier caso es verdaderamente absurdo lo que sucede; cotidianamente observamos y leemos en los medios de comunicación, capítulos alucinantes, los ataques a sitios de diversión nocturna de jóvenes donde impunemente se les dispara o bien el hallazgo de cadáveres mutilados en diversas regiones del país. Esto no podrá superarse desde el punto de vista informativo, con la autocensura que han decretado los dueños de los principales medios; no basta que los borren de la pantalla. La realidad es que llama la atención el panorama que nos plantean las palabras tristes y poco esperanzadoras de un padre angustiado, frente a la muerte de su hijo y que siente que pierde su talento y expresión poética. Nuestra solidaridad a Javier Sicilia.

Este panorama cotidiano no sólo nos agravia y nos amedrenta, sino también impacta el futuro, cuando existe una generación de millones de jóvenes que han encontrado nuevos paradigmas en el arquetipo del delincuente, que posee ostentosas cadenas de oro, coches deportivos y vida frívola y fácil, a la que aspiran en una sociedad que ha perdido sus valores, toda una generación a la que se le ha obligado a creer —como fe religiosa— que el lucro y el dinero son las aspiraciones supremas del ser humano; no importa de dónde y cómo lo obtenga, lo importante es tener mucho dinero para dilapidarlo en esta sociedad manipulada, que ha convertido el dinero en el bien supremo y superior. Este es el producto del modelo de la globalización neoliberal y sus paradigmas.

Llama la atención que no existan propuestas de políticas públicas para atender a esta generación perdida. ¿Cómo lograr que los jóvenes mantengan valores patrióticos y éticos, cuando el mundo que los rodea está profundamente corrompido? ¿Cómo interesar a esta generación en el estudio y en el trabajo, que al final no dan oportunidad de empleo?

Por eso, la llamada de atención que hace a la sociedad el gobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez, es interesante, porque apunta en el paquete de la agenda nacional una propuesta que ha sido mal interpretada, aun por sus propios compañeros de partido. Lo que hace el gobernador Duarte es presentar ante la Legislatura de Chihuahua una iniciativa que debe analizarse, para que si así lo consideran los diputados locales, con base en la facultad constitucional que les otorga el artículo 71 fracción III de la Carta Magna, puedan presentar esta iniciativa al Congreso de la Unión.

Esta iniciativa analiza el tema desde un ángulo nacional y ofrece una solución que no tiene el carácter de obligatorio. Es decir, no se trata de una leva, sino de una puerta que se abre para que quien voluntariamente lo desee, se pueda dedicar al servicio de las armas obteniendo una compensación económica y, sobre todo, como lo señala el proyecto, abriéndole la oportunidad de ingresar a los diferentes niveles educativos que ofrece el Ejército, dicho sea de paso, con gran prestigio en algunas carreras como la medicina.

El tema de fondo es cómo formular políticas públicas para que los gobiernos puedan construir una oportunidad de vida digna a este enorme conglomerado de jóvenes que no tienen trabajo estable, ni tampoco están preparándose escolarmente.

El tema no debe pasar desapercibido, pues es muy fácil criticar pero muy difícil proponer. Estamos en un momento de crisis tan grave que debe escucharse con interés y con seriedad todas las propuestas que se pretendan dar, para resolver este problema toral para el destino nacional.

Lo que es una realidad, desde el punto de vista político, es que la sociedad y la ciudadanía de Chihuahua saben que a pesar de las difíciles condiciones por las que atraviesa el estado, el gobernador Duarte ha sido consecuente con su actitud durante su campaña como candidato. Hoy, con valor y decisión, está enfrentado estos espinosos temas.

Para el bien de México ojalá tenga éxito, pues quizá el primer frente de batalla está en Chihuahua.