Martha Bañuelos


París.- En Londres, Nicolas Sarkozy y David Cameron pidieron a Muammar Gadafi “irse inmediatamente”; en una declaración conjunta se pronunciaron a favor de un proceso político en torno al Consejo Nacional de Transición donde el pueblo libio sea libre de decidir su futuro.

Para eso, la coalición (Naciones Unidas, Unión Europea, Unión africana, OTAN, Liga árabe) pasó a la acción, para neutralizar a las fuerzas de Gadafi. Las operaciones militares finalizarán cuando no pese sobre la población ninguna amenaza de ataque, y no advierten ninguna ocupación militar en Libia. El compromiso es en favor de la soberanía, la independencia, la integridad territorial y la unidad nacional. En la declaración llamaron a todos los libios que consideran que Gadafi conduce al país a la catástrofe, a movilizarse de ahora en adelante para forjar un proceso de transición.

¿Pero, quienes son los dos hombres que hicieron la declaración? El presidente Sarkozy es de sobra conocido; David Cameron, de 43 años, fue nombrado Primer Ministro por la Reina Isabel II después de un acuerdo de coalición con los liberales-demócratas en las elecciones legislativas del 2010. Cameron fue redactor de los discursos de Margaret Thatcher y como ella (de convicciones cristianas metodistas, liberalismo económico, libre mercado y debilitamiento sindical) aplica una política de austeridad, en un Reino Unido con un déficit de 186 mil millones de euros, el más importante de la Unión Europea. Para su política, disminuirá el gasto de las administraciones, el presupuesto de las universidades, congelará los contratos en la función pública, aumentará en 2.5 puntos el IVA y también los impuestos, simbólicamente redujo en un 5 por ciento los salarios de los Ministros.

Quizá con el perfil político de Cameron, Sarkozy y Obama, nos podemos explicar el porqué casi todo el mundo aprueba la expedición de la coalición contra su ex asociado “caído del desierto”, el portero salvaje de la casa europea contra los obreros africanos que buscan venir a Europa cruzando Libia. Gadafi hoy no parece servir más a un mundo de códigos comerciales cuya única regla es “el beneficio”. Si a los dirigentes dominantes de nuestros países les damos los medios para comprar servidores directos o indirectos y también les dejamos a las cabezas de nuestros poderosos Estados, que bajo el escudo de “Comunidad Internacional” u “Organización de las Naciones Unidas”, solucionen los problemas, es porque nosotros electores y público vivimos arraigados a nuestro principio de base, mi comodidad primero.

Todos pensamos que la guerra no es justa, que ninguna guerra puede ser inocente, en particular aquella llevada por occidentales en un país árabe. Y se debe estar consciente de que el Consejo de Seguridad es tan sólo una institución, un pacto internacional, que decide la legalidad de una acción y no su legitimidad, no es una magistratura moral que habilita una guerra. Claro que en estos tiempos, el que los representantes de la humanidad acuerden durante un tiempo, una moral continental contra un peligroso excéntrico pero en su tiempo útil, eso ya parece un éxito.