Entrevista a Fernando Pérez Correa/Ex director de la FCPyS de la UNAM
Por Nora Rodríguez Aceves
No se puede hacer toda una serie de reformas constitucionales con dedicatoria, decía Jesús Reyes Heroles, y en este momento una reforma constitucional en materia de gobierno de coalición “tendría la dedicatoria de dejar al margen a quien hoy aparece como el candidato con mayor ventaja —Enrique Peña Nieto— y dejar en una posición posiblemente triunfadora a los candidatos alternativos —Manlio Fabio Beltrones, Marcelo Ebrard y Santiago Creel— que aparecen hoy como perdedores”.
“La magia del güiri güiri no puede cambiar los hechos políticos del peso electoral, que hagan campaña y que hagan acuerdos con grandes propuestas y que esas propuestas convenzan a la población, al electorado, si no está convencido el electorado tendremos una gran abstención”, afirma Fernando Pérez Correa, ex director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Luego de que a poco más de un mes, 14 de septiembre, el coordinador del grupo parlamentario del PRI, Manlio Fabio Beltrones, presentara su propuesta de una reforma constitucional en materia de gobierno de coalición para facilitar “los acuerdos y la solución de los problemas a partir de una mayoría plural, objetivos comunes y un gabinete de calidad”; y a una semana, 10 de octubre, de que un grupo de políticos, entre los que destacan Santiago Creel y Marcelo Ebrard y, por supuesto, el senador Beltrones, aspirantes a la Presidencia de la República en 2012, e intelectuales manifestaran su apoyo a esta propuesta a través de un desplegado titulado: Por una democracia constitucional, publicado en la prensa nacional, Fernando Pérez Correa precisa a Siempre! que “antes de pensar en conformar un gobierno de coalición ordenemos nuestras ideas: ¿de qué estamos hablando? La coalición puede ser un expediente para generar una mayoría circunstancial en un momento electoral; la coalición puede convertirse en un dispositivo de generación de mayorías parlamentarias igualmente ocasionales o circunstanciales, o puede convertirse en un sistema estable de gestión de las cuestiones públicas, pero cuando vemos los personajes que firmaron o que están relacionados con los que firmaron el desplegado se advierte que no están pensando en la elección que tendrá lugar dentro de nueve meses, están pensando en eso, porque alguien que dice: la coalición o el PRI, escojan, no hay de otra; o quienes dicen: no necesitamos la coalición, con la segunda vuelta ya con eso tenemos, porque en la segunda vuelta ajustamos las cuentas con el PRI, se tiene un enfoque que es un puro acuerdo coyuntural para desplazar una fuerza política y poner a otra”.
Presidencialismo dominante
En ese mismo sentido, también está el pensar “en una forma de darle cierta estabilidad al gobierno en su relación con el Poder Legislativo, tenemos un presidencialismo claramente dominante en México hoy, sólo hay que ver lo que ha pasado con el sistema de seguridad, con el sistema de políticas sociales, en dónde estamos con la redistribución de ingresos a los estados, se hace lo que se establece en la política del Ejecutivo, no nos confundamos, una cosa es que el presidente no consiga el apoyo parlamentario para confeccionar la explotación del petróleo y otra cosa que no esté concesionando, francamente hay que distinguir”. “Los instrumentos discrecionales —señala el profesor— que tiene el presidente son gigantescos, por eso conviene una mirada al concierto de alianza y de coalición para tener mayorías parlamentarias estables en un marco en el cual debemos pensar en el fortalecimiento de los gobiernos de los estados, el federalismo está en una situación regresiva, y la redistribución del poder, aunque se ha equilibrado, tenemos un Poder Legislativo independiente y un Poder Judicial cada vez más autónomo; de todas maneras reconozcamos que la hegemonía en nuestro sistema constitucional de la posición del presidente es aplastante, por eso antes de pensar en gobiernos de coalición, ordenemos nuestras ideas”.
Abierto el debate sobre la necesidad de instaurar un gobierno de coalición, el también ex subsecretario de la Secretaría de Gobernación expresa su punto de vista y señala que primero “tenemos que separar dos fórmulas radicalmente distintas en la conformación de los gobiernos; una fórmula es el parlamentarismo contemporáneo, un gobierno que es la emanación de la mayoría en el Parlamento, en la Cámara, en el Poder Legislativo, ahí hay una mayoría y el líder de esa mayoría se convierte en el jefe del Ejecutivo, entonces tiene el respaldo de la mayoría y claro también las debilidades de la fragilidad electoral de ser respaldado”.
Otro sistema, dice Pérez Correa, “es el presidencial, en donde hay una consulta electoral y todos los ciudadanos se pronuncian para escoger a quién es simultáneamente el jefe del Estado y el jefe del Ejecutivo y, por otro lado, está el Congreso, que puede ser un Congreso dividido, puede ser un Congreso bipartidista con una mayoría afín o contraria al presidente o, incluso, un Congreso que independientemente de sus tendencias y las tendencias del presidente tiene un margen importante de independencia”.
“En el caso de México, nosotros vivimos a lo largo de muchas décadas y a partir de la promulgación de la Constitución del ‘17 de una manera muy acusada la construcción de un régimen presidencial, presidencial presidencialista, porque se trataba —frente a grandes problemas nacionales— de darle muchas competencias y capacidades al presidente de la República para que pudiese enfrentar los problemas nacionales y resolverlos. Es una Constitución que desde el primero hasta el último de sus artículos tiene una especie de idea fija en el fortalecimiento del presidente, competencias en materia de comercio exterior, de moneda, de relaciones exteriores, en acometimiento de obras, en la administración de las frecuencias de radio y televisión, seguridad pública, por todos lados está colmado de competencia, ejerce las funciones de la rectoría del Estado, tiene a su cargo el sistema de planeación nacional y desarrollo…”
Coaliciones electorales
“De pronto con esta transición que se produjo con la alternancia, primero tenemos en 1997 un Congreso dividido… tenemos casi once años de gobiernos divididos en donde el presidente no tiene la mayoría del Congreso, sin embargo, esto no ha impedido que gaste menos de lo que le ordena el Congreso, y entonces hay subejercicio en muchas ramas del gasto; que se allegue de recursos y entonces haya un exceso de recursos en otras ramas. El presupuesto finalmente distingue el gasto presupuestado del gasto ejercido porque siempre ha habido una gran brecha; teóricamente, para resolver esto hace falta crear mayorías, las coaliciones no han funcionado, ¿por qué no han funcionado?, porque en nuestro sistema son ejercicios electorales: vamos a ponernos de acuerdo todos y nombramos un candidato de coalición en Chiapas, pero ese candidato de coalición de Chiapas aunque fue apoyado por el PAN se reconoce con sus raíces perredistas y tiene un gobierno en el que ni hay panistas ni hay políticas panistas, entonces la coalición es coalición electoral, no es una coalición de gobierno.”
“Otro ejemplo: el gobernador de Puebla está desprestigiado, necesitamos un candidato que gane, y entonces hacen una coalición el PAN y el PRD, gana el del PAN y este gobernador no tiene un gabinete con la mitad o la tercera parte de los integrantes del PRD, es un candidato del gobernador, incluso hay priístas y su política es la del PAN, la oferta con la que él ganó la elección, ése es el compromiso. Hay otro en Oaxaca, en Sinaloa, que si se va a dar una coalición, que si no se va a dar; ése es un tema central que se convierte en una especie de subterfugio electoral, de instrumento electoral, para construir mayoría y para poner en su lugar a una mayoría relativa que frente a una coalición se convierte en una minoría”.
“Otro concepto de coalición es: establezcamos un programa integrado en el cual tengamos un proyecto que será medio socialdemócrata y medio conservador para buscar el equilibrio en las finanzas públicas, todos han ido a buscar la reorientación del gasto hacia ciertas áreas, entonces ya tenemos una coalición de centro-izquierda y centro-derecha o de izquierda y centro, ése es otro tema.”
Para Pérez Correa, “las coaliciones son instrumentos de los políticos para ganar mayoría en las elecciones o son también instrumento de la ingeniería constitucional para establecer gobiernos estables que tengan capacidad de gestión. No se puede llamar a una reforma constitucional para generar coaliciones diciendo: ‘todos, menos aquel partido, que es el partido malo’. ¡No!, se tiene que buscar realmente lo que dice el documento que publicaron algunos intelectuales, profesionales y políticos diciendo: ‘busquemos una forma de hacer política que no sea la confrontación, el enfrentamiento, está bien, que no sea la confrontación, pero cualquiera menos el del PRI’, ya está ahí la instrucción. ¿Quién, entonces? Hay una confusión, yo creo que hay en ese grupo personas que están pensando en la construcción de un sistema operativo, porque en lo fundamental hay un acuerdo, y quienes están pensando en la coyuntura electoral: ¿cómo le quitamos a un candidato o cómo le quitamos a un partido la ventaja relativa que tiene? Estas cosas no van juntas”.
Por lo tanto, si nos concentramos en los hechos, tenemos a alguien discutiendo en México cómo resolvemos los problemas de ingeniería constitucional de nuestro sistema porque hay fracturas entre la fragmentación multipartidista del Congreso por un lado y, por otra parte, la unidad con todos los recursos del Poder Ejecutivo. El régimen parlamentario sirve para ejercer el gobierno con todos los recursos del Poder Ejecutivo más todos los recursos del Congreso, porque es el referente ante la mayoría parlamentaria, carro completo; y el sistema presidencial puede ser un sistema muy fuerte porque tiene mayoría en el Congreso o solamente la mayoría que ganó el candidato que es el titular de la Presidencia, ése es otro tema, pero también puede haber una mayoría en el Congreso para lo cual, cuando no hay mayorías electorales se buscan cláusulas de gobernabilidad, ciertas dispersiones entre la mayoría en la representación y la mayoría alcanzada en los votos etc. por eso, no se pueden confundir los dos temas, si se quiere tener un sistema democrático plural con una representación equilibrada se tienen que buscar formas de generar alianzas estables”.
Nuevo presidencialismo
Cuando se tiene esa circunstancia, dice el politólogo, “se convertirá a la coalición en una nueva fórmula del presidencialismo, ya no es el presidencialismo dominante o el presidencialismo acotado, ya es un presidencialismo de coalición. Para que no sea caótico el programa de gobierno, no se puede tener ministros de un partido y ministros de otro partido, cada uno por su lado; sino que se tiene que concertar una política, y ahí está el gobierno de coalición, es la concertación de políticas y del personal que atenderá esas políticas, que yo creo que es en ese tercer sentido donde nos podríamos mover”.
Sin embargo, el presidente de la Asociación Latinoamericana de Facultades, Escuelas e Institutos de Ciencias Sociales, asegura que ya no hay tiempo para que un gobierno de coalición se instale para el 2012, “no creo que haya condiciones ni tiempo para que se produzca una reforma constitucional que se aplique dentro de nueve meses, pero suponiendo que los hubiese, hay un problema de fondo que consiste en los mismos valores que esgrime el documento que publicaron estos líderes políticos e intelectuales. ¿Cuál es ese problema? Que los valores que se postulan son los valores de justicia, equidad, desarrollo, seguridad, el entendimiento, el diálogo y no la confrontación, la capacidad de generar consensos y no de generar pura y llanamente enfrentamientos”.
“Francamente, cuando se enfrentan fuerzas políticas que compiten por el poder, la democracia es un sistema competitivo, hay una lucha legítima, una guerra legitima por el poder, es una competencia por el poder, yo no veo que la competencia por el poder pueda resolverse, no por la voluntad electoral, en los términos de la regla, la regla es el juego que está vigente, sino por el resultado que es el efecto de la ingeniería electoral que se establece y que cambia la identidad del triunfador y del perdedor; se está entonces haciendo una competencia desleal porque el resultado de quién triunfa y quién pierde será la conclusión del proceso de reforma, y no la conclusión de la consulta, porque es una consulta distinta, nosotros tenemos las reglas del juego, ya están establecidas, pues hay que respetarlas”.


