Incertidumbre y ambiciones se desbordaron
Por Alfredo Ríos Camarena
Se inició ya el proceso para las elecciones federales del 2012, formalmente el 7 de octubre el Instituto Federal Electoral dio el banderazo de salida; falta mucho tiempo para que se celebren las campañas formales, pero la inquietud, la incertidumbre y las ambiciones ya se desbordaron, y los principales partidos políticos ya definieron sus métodos para elegir al próximo candidato a la Presidencia de la República; cada unos de estos candidatos corresponde a los intereses de cada partido político, son diferentes, pero en el fondo se pretende en los tres grandes institutos políticos, sostener la candidatura de aquel militante que esté mejor posicionado, o bien, corresponda más claramente a las cuotas y ambiciones de poder.
En efecto, en el PAN, están claramente planteadas tres precandidaturas que corresponden a distintos grupos: Santiago Creel representa los viejos intereses del foxismo y tiene la intención de recuperar el terreno que inexplicablemente perdió frente a Calderón en la contienda pasada, aunque todo indica que no lo logrará; Josefina Vázquez Mota, echada para adelante, ha cuestionado, al igual que Creel, el método que decidió la cúpula panista y que consiste en la participación de militantes y simpatizantes para elegir el candidato; este procedimiento tampoco lo podemos considerar cerrado, pues aparentemente el padrón se integra por cerca de dos millones de ciudadanos; y finalmente, Ernesto Cordero avanza con el apoyo indiscutible del presidente Calderón, pero todavía no está claro si le alcanzarán estos apoyos para obtener la candidatura, es probable que sí. Por lo pronto, sea quien fuere el candidato de Acción Nacional, está disminuido, particularmente por el tema de la inseguridad que priva en la República, y en la que se culpa, con razón o sin ella, al presidente Calderón.
En el PRD, aparentemente hay una calma tersa entre Andrés Manuel López Obrador y el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, quienes buscaran un método aún no definido, que tiene que ver con las encuestas y la posición del electorado de cada uno de estos contendientes. Todo parecía ir bien, pero apenas el domingo pasado en el proceso de elegir consejeros nacionales surgió, una vez más en las cúpulas, la lucha sucia, otra vez escuchamos a la secretaria general de ese instituto político decir la palabra “cochinero” o “chuchillero”, involucrando a Marcelo Ebrard en el supuesto fraude para elegir consejeros; estas expresiones van a regresar, y volverán a poner ese partido de espaldas a un proceso democrático, por la falta de capacidad, de cohesión y de unidad; esto quiere decir que la aparente calma entre Marcelo Ebrard y López Obrador se va a desbordar, y se van a quedar como siempre, entre polémicas, dudas y descalificaciones.
En el PRI, teniendo la candidatura asegurada Peña Nieto, se decidió por un proceso político abierto, sin considerar la posibilidad de que personas ajenas a dicho instituto enturbien el proceso, es decir, se está arriesgando la popularidad del precandidato priísta, en aras de una supuesta democracia; aprovechando bien esa circunstancia, el senador Manlio Fabio Beltrones se posiciona con un discurso modernizador; de cualquier forma, se ve muy difícil que no sea Enrique Peña Nieto el candidato.
No obstante, las apreciaciones ideológicas tienen que ser con apego a los principios de la Constitución, pues un resbalón en dichos principios, puede provocar serios problemas políticos y electorales.
No hay duda, Enrique Peña Nieto será el candidato del PRI, y tampoco hay duda de que será el próximo presidente de la República; lo que preocupa es la definición doctrinaria y la visión de un México que se encuentra, hoy, amenazado por la inseguridad, y en la más absoluta inequidad social gracias al modelo neoliberal en el que estamos inmersos.
En sus marcas, listos…