Fausto Pretelin Jácome

Ambroise Paré, llamado a convertirse en renovador de la cirugía, surgió de entre las filas de los barberos; nació en Laval, al norte de Francia en 1510, y murió cuando tenía 80 años, cosa extraña en una época marcada por horrores como la noche de San Bartolomé o las guerras de religión.

También fue médico personal de cinco reyes de Francia, pese a la costumbre que tenía el rey recién coronado de expulsar a todos los cortesanos del anterior; es obviio que debían apreciar mucho su saber. Se dice que, en cierta ocasión, el propio rey lo ocultó en su lecho. Paré empezó a trabajar como como ayudante de un barbero cirujano y durante algunos años acudió a estudiar al Hotel-Dieu de París.

Allí asistió a muchos pacientes y, sobre todo, intervino en numerosas disecciones, práctica que no era usual en la formación de los cirujanos no académicos.

Toda su vida transcurrió entre la cirugía militar y la civil, que ejercía en París, donde alcanzó una posición desahogada y obtuvo cargos honoríficos, como primer cirujano y consejero del rey.

Inició sus campañas castrenses a los 26 años, con las tropas francesas que dirigían a la llanura Cisalpina, al norte de Italia. Esta guerra le inspiró una de sus primeras grandes aportaciones a la cirugía, que describe dramáticamente: “Para no cometer ninguna barbaridad y sabiendo que semenjante tratamiento había de ser muy doloroso para las víctimas, decidí hasta ver lo que hacían los otros cirujanos. Y, en efecto, éstos calentaban el aceite todo lo posible y lo aplicaban a la herida. Así que me armé de valor e hice lo mismo; pero el aceite se me acabó y hube de aplicar un ungüento curativo hecho de clara de huevo, esencia de rosas y esencia de trementina”.

“Pasé muy mala noche, atormentado por la idea de que encontraría muertos a los hombres a quienes no había quemado, y acuciado por estos pensamientos madrugué para visitarlos, para mi sorpresa, los tratados con ungüento sentían pocos dolores, no presentaban hinchazón ni inflamación y habían pasado una noche relativamente tranquila; en cambio los tratados con el aceite hirviendo tenían fiebre y dolores, hinchazón e inflamación en la zona de la herida”.

“A la vista de los resultados, resolví no volver a quemar cruelmente a los pobres hombres afectados por heridas de arma de fuego”.

Además de describir sus observaciones sobre el tratamiento de las heridas, Paré propuso nuevos métodos para localizar la bala alojada en el cuerpo, todos se basaban en la interpretación lógica e inteligente de los signos indicadores de la dirección de entrada. En total escribió más de 20 libros, entre los que destcan Dix livres de la chirurgie, París, 1564.  Su atenta lectura de Vesalio queda demostrada por una edición ampliada de su libro de anatomía dirigida a los cirujanos: Anatomie universelle de corps humain, publicado en 1561. Gracias a esta edición se difundió el conocimiento de Vesalio entre los cirujanos.

Reintrodujo la ligadura de los vasos hemorrágicos como medida rutinaria del tratamiento de heridas y amputaciones. Esto fue corolario de su oposición al cauterio, hasta entonces único medio de cohibir las hemorragias. Inventó nuevos instrumentos quirurgicos, proyectó prótesis para miembros amputados y mejoró el vendaje de las hernias, que hasta entonces no habia servido de gran cosa.

Paré ejerció una influencia enorme gracias a su personalidad y a sus escritos. Su integridad, capacidad de juicio, maestría técnica y coraje moral hicieron de él uno de los mas grandes cirujanos de todos los tiempos. “Los vendé yo, pero lo curó Dios”.

 

Diseño de logotipo, doctor Agustín Villarreal Gonzáles;

compendio bibliográfico, doctor Fausto Pretelin Jácome, ex alumnos del

Centro Universitario México.

                                                                                                        Historia de la cirugía, Editorial Raíces, Madrid.